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La Familia Real

Por si nos faltaban pocos sobresaltos a los españoles, un nuevo capítulo de corrupción, ciertamente desagradable y preocupante, se cierne ahora sobre nuestra Familia Real
Jorge Hernández Mollar
jueves, 15 de diciembre de 2011, 07:52 h (CET)

Bien es verdad, que últimamente, la justicia española se ha convertido en el archivo más inseguro de los asuntos que conciernen a las conductas de los justiciables. Los secretos de  los sumarios o las actuaciones judiciales, las pueden conocer hoy los afectados en los medios de comunicación antes que en sede judicial.

En un estado de derecho, como dice la Constitución que es el nuestro, resulta escalofriante que un presunto imputado en una causa, diga que no tiene notificación de los posibles delitos de los que se les acusa, cuando ya están en prensa, radio y televisión gracias a las filtraciones policiales o judiciales; algo tendrá que hacer el legislador para acabar con este desatino del que se derivan graves consecuencias para cualquiera de las partes implicadas.

Pero al margen de esta consideración estrictamente jurídica, lo cierto y verdad es que algunos miembros de la Familia Real no están últimamente dando la talla que le es exigible en la alta representación que ostenta del Estado. ¿Pueden sus componentes desenvolverse y actuar como una familia más de la sociedad española?, una difícil respuesta que exige varios matices.

El primer matiz sería que sus responsabilidades son muy superiores a las del resto de familias españolas ya que deben representar sus valores y fortalezas: estabilidad matrimonial, educación de los hijos, trabajo digno y solidaridad con quienes sufren las carencias y el dolor que la vida a veces acarrea. Naturalmente es la sociedad quien debe juzgar con su opinión si en estos últimos tiempos han actuado o no con estas referencias y me temo que la respuesta no iba a ser muy positiva.

La actuación “poco ejemplar” del Duque de Palma se corresponde con el ambiente frívolo, desmesurado y disparatado en el que se han instalado últimamente bastantes servidores públicos y parte de la sociedad en general. Vivir como ricos, desde las trampas, deudas y pelotazos con el dinero público o privado se ha convertido en un deporte nacional en estos últimos años. Ha existido una auténtica borrachera de dinero para dilapidarlo en mansiones horteras, paradisíacas vacaciones, grandes barcos de recreo e histriónicas fiestas llenas de glamour... En cualquier caso no nos corresponde a los ciudadanos ni juzgarlo ni menos aún condenarlo, respetemos su presunción de inocencia que es un derecho fundamental que le asiste y dejemos que los tribunales resuelvan.

El segundo matiz es que cuando se vive del presupuesto del Estado, la reciprocidad que se les exige es servir al Estado velando por los intereses nacionales dentro y fuera de nuestras fronteras. Hay que reconocer que los reyes desempeñan este rol casi a la perfección, supliendo incluso, sobre todo en el exterior, algunas limitaciones de nuestros gobernantes para desenvolverse entre los altos mandatarios del mundo. Por el contrario resulta una incógnita la capacidad de sus herederos, los príncipes de Asturias, para enfrentarse con la misma eficacia y profesionalidad a este reto y en esa tarea deben implicarse sin un minuto de descanso, para que los españoles podamos confiar plenamente en la institución monárquica.

Es fundamental, pues, que en los tiempos que se avecinan los miembros de la Familia Real se empeñen en ser ejemplares en sus conductas, costumbres y obligaciones ciudadanas. Lo que menos necesitamos los españoles en este momento, son situaciones como a las que han dado lugar los turbios negocios de Iñaki Urdangarín.

El Estado español va a necesitar ya una profunda revisión del funcionamiento de algunas de sus instituciones. Hasta hoy la Monarquía no ha sido cuestionada por la mayoría de los españoles que, además solo desean ver en sus dignos representantes, la encarnación de un pueblo que demanda honestidad en sus gobernantes, moderación en sus costumbres y responsabilidad en sus actuaciones. Tomen buena nota, pues, nuestros egregios personajes ya que la historia es el gran testigo de múltiples aconteceres en la gobernanza regia de los pueblos…

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