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DÉFICIT, DéFiCiT, déficit | |||
| En España antes se juzgan los huesos de Franco que a los políticos corruptos | |||
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Los españoles llevamos años en los que nos desayunamos cada mañana con una lluvia de términos económicos que no hace más que presentar un panorama negro, y con el que tanto gobierno como oposición sólo quieren justificar su incompetencia y mala gestión. La cuestión es que en estos momentos la mitad de España habla de economía. No es difícil escuchar conversaciones en el café, en la calle, en la panadería o en la carnicería, donde una ama de casa, un agricultor, el pescadero, el carnicero o un jubilado introduce en sus argumentos conceptos como: deuda pública, proveedores, pagos a terceros, financiación autonómica, recesión, estancamiento del consumo, inflación, condonación y déficit. La mayoría no saben exactamente que significan muchos de esos términos y como afectan a la evolución de la economía del Estado, pero una cosa tienen clara, seguro que ninguno de ellos dará una mejora sustancial a su pequeña pensión, a su reducido salario o hará que su hijo/a encuentre un trabajo estable. El caso es que el otro día, mientras tomaba un café, había tres jubilados teniendo una conversación animada sobre la economía española. Dos de ellos decían aquello de los brotes verdes, la luz al final del túnel, y no paraban de repetir déficit por aquí, que si déficit por allá, el déficit lo ha dejado ZP, etc... Cuando de repente, un octogenario sentenció con sensatez: “Yo no sé eso del déficit que es, pero seguro que afecta a mi pensión y no para bien”. El señor continuó: “Aunque una cosa es bien cierta, que aquí en España no ocurre como en Islandia, que por cierto no sé exactamente por donde queda, porque en España antes se juzgan los huesos de Franco que a los que han despilfarrado el dinero de los ciudadanos”. El anciano se refería a la situación del ex primer ministro islandés, Geir H. Haarde, que se enfrenta a dos años de cárcel por su gestión de la crisis y haber llevado al país a la bancarrota. Y terminó con una frase muy cierta: “Siempre son los mismos perros pero con distintos collares”. La pena es que en este país los perros de la política llevan collares de cristal de Swarovski, visten trajes de Forever Young, se compran chalés en Sudamérica y tienen pensiones vitalicias de 600 mil euros anuales. |
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