30% de fracaso escolar. 30% de analfabetismo funcional. 30% de abandono universitario. He ahí el gran logro del sistema de enseñanza español que la izquierda considera su criatura y se niega a reformar. Sistema que le debemos, entre otros, a un tal Alfredo Pérez Rubalcaba. Los dos aterradores dígitos son la consecuencia de una escuela que desprecia la calidad y premia el adoctrinamiento; de una escuela igualitarista que no enseña a pensar sino qué deben de pensar los alumnos. Los rebeldes de la generación del cojo manteca se manifestaron contra una ley educativa, la LODE, impuesta utilizando como excusa algo menos del 15% de fracaso escolar. Gran éxito el suyo, señores socialistas. El gran matadero de mentes infantiles, tan necesario en todo proyecto totalitario, fue a partir de ese momento una realidad. Así sucede que, como denunciaba el ministro Wert la pasada semana, en España haya 79 universidades mientras que en la useña California, con un número de población similar al de España, hay tan sólo 10.
Pues bien, pese a tal proliferación de campus universitarios, 2.413 grados e innumerables másteres oficiales (más de 2.700) y doctorados (más de 1.600) resulta que ni una sola universidad española se encuentra en el ranking de calidad universitaria mundial entre las 150 primeras, lo que nos da una idea del ínfimo nivel educativo de las mismas. De investigación mejor ni hablamos. Claro que a ellas llegan, en riada, las decenas de miles de víctimas de la escuela comprensiva. Y lo hacen en muchos casos sin gana alguna de estudiar y decididos a ocupar durante años carísimas plazas universitarias, que para eso San Canuto es la fiesta que más mola en la Autónoma y el mus la asignatura preferida en Ciencias de la Información de la Complutense. La broma de los ni-ni nos cuesta a todos los españoles aproximadamente 3.000 millones de euros por año. Cierto es que son pocos los que, en la España en que el 80% de jóvenes aspira a ser funcionario y tan sólo un 5% de ellos quiere ser empresario (es decir, crear riqueza), escapan a la titulitis. Sabido es que en España no sirve para nada tener conocimientos, lo importante es tener un título. O cinco, que para eso ya hay numerosas carreras dobles y hasta triples que a la hora de la verdad no sirven como escapatoria al paro. Viva Cuba.
La inexistencia de una formación profesional potente, al modo y manera alemán, así como la no implantación de los circuitos educativos que acertadamente propugnaba la LOCE de José María Aznar, derogada en 24 horas por el sectario José Luis Rodríguez Zapatero, son el remate para un sistema educativo cuyo desastre bien poco tiene que ver, por más que lo proclamen los amigos de lo público, con los medios, y sí mucho con la ausencia de calidad y autoridad, así como con un profesorado muy necesitado de reciclaje y unas familias que consideran la educación, desde el parvulario, como un parking temporal para los chicos.
Para concluir que una reforma integral de la educación, incluida la universitaria, es perentoria no hace falta una comisión de expertos, que es lo que hacen los políticos cuando en realidad no quieren hacer nada, señor Wert. Póngase ya manos a la obra. Hay demasiado en juego.
Otrosí. Me entero vía Twitter que al parecer hay un español, Felipe Recio, abandonado a su suerte en Guinea Bissau. La embajada española, pese a la situación de tensión que se vive después del golpe de estado militar, está cerrada por “fin de semana”, mientras a franceses y demás ciudadanos europeos sus delegaciones correspondientes les gestionan la salida del país. No tenemos remedio.
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