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Esquizofrenia sindical

Javier Montilla
martes, 22 de mayo de 2012, 07:14 h (CET)
Por más vueltas que intenten dar, por muchas evasivas en que se enrede el ínclito Méndez, por vacías que sean sus explicaciones, la realidad es que UGT, ese sindicato de clase cuyo dirigente es un señorito con Rolex, anda despidiendo a trabajadores a mansalva desde su mullido sillón. Menuda esquizofrenia obrera. Las cazadoras y chaquetas de su dirigente no son más que vestuario teatral con el que caracteriza al personaje que se ha creado y que dice ser el adalid de los obreros. Lo azaroso del asunto es que semejante personaje forma parte de una elite que nada tiene que ver con el sindicalismo y mucho menos con ese socialismo que anda dando lecciones de moral y de ética. Al final, sus palabras resultan tan nocivas como liberticidas son sus métodos para lograr sus fines.

Salen a la calle, escenifican un teatrillo del títere más rancio, pero ya no engañan a nadie. Sus huelgas ya no mueven masas. Y sus manifestaciones son meras minifestaciones. Les importa un comino el trabajador, lo único que les mueve a salir es el recorte de un 20% de las subvenciones y los 700 millones de euros que se les ha rebajado para la realización de cursos de formación, auténtica subvención enmascarada y forma de colocar a la parentela, afines y demás adláteres. Y todavía queda gente en este país que sigue creyendo en estas organizaciones obsoletas y caducas que no viven del sudor de su frente sino del sudor del de enfrente, amén de comer en los mejores restaurantes de Madrid. No son más que chupópteros que controlan cientos de millones de euros del sufrido contribuyente a través de varios sectores económicos de primer orden, sobre todo en la industria. Amenazando, coaccionando, intimidando como vulgares matones y trapicheando con el dinero y el sudor de los demás. Y encima dando lecciones de moralidad, criticando al sufrido empresario o al pequeño comerciante que tiene que ver cómo su única salida para sobrevivir es despedir a sus trabajadores. 

Lecciones pocas.  Según leemos en ABC, en Castilla-La Mancha, UGT aplicó un ERE a 16 de sus trabajadores a finales de 2011. En la Comunidad Valenciana, a principios de año, UGT despidió a seis trabajadores, y hace poco ha planteado una reducción del 10% de la plantilla, que está compuesta por unos trescientos trabajadores. Es decir, 30 despidos. En Navarra, UGT prescindió de 20 empleados hace un mes, y en Canarias salieron 11 trabajadores el pasado verano. Ahora se ha planteado un despido temporal de todos los trabajadores de la plantilla (68 en total). En Cataluña, UGT está planteando un Expediente de regulación de empleo (ERE), aunque aún no ha trascendido el número de trabajadores afectados. Lo que sí se conoce es que la fórmula para este despido objetivo es de veinte días por año trabajado, con un tope de doce meses.

Con todo, la esquizofrenia sindical llega a un límite berlanguiano de la mano de José Ricardo Martínez, ese sindicalista de haute costure que se llevaba 180.000 euros al año de la nacionalizada Bankia, al saberse que los trabajadores de UGT-Madrid van a salir a la calle para protestar contra el propio sindicato y harán huelga todos los jueves del mes de mayo y junio como protesta al ERE que la dirección, encabezada por Martínez, está preparando y que afectará a un tercio de la plantilla. A saber si la huelga lleva a los piquetes a impedir la entrada de Méndez a su despacho, bajo coacción, con silicona en la cerradura y bajo acusación de ser un explotador capitalista. Viva el mal, viva el capital. Si es que Alaska no lo hubiera cantado mejor en su Operación Vodevil. ¡Menuda esquizofrenia! Así es España y así estará.

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