Dentro de diez días el electorado catalán ha sido llamado por Mariano Rajoy a acudir a las urnas en unas elecciones que nadie puede llamar normales. Han sido convocadas, contra toda normativa, por el Presidente del Gobierno de España cuando la potestad para hacerlo reside en el President de Catalunya. Para ello Mariano Rajoy se ha escondido detrás del artículo 155 de la Constitución, estirándolo cual si de un chicle se tratara, para disolver el Parlament de Catalunya y cesar a todo el Govern del President Puigdemont interviniendo todos las Consellerias, como ya había hecho algunas semanas antes con la de Economía con la excusa de controlar que no se malgastara en vano un solo euro en la preparación del referéndum. Y para todo ello el PP ha contado con la inestimable colaboración del PSOE y C’s, ambos en una exaltación de amor patrio que saben les puede dar buenos réditos electorales en España.
Por primera vez desde la muerte de Franco y la llegada de la democracia en los comicios del próximo día 21 los ciudadanos tendrán la oportunidad de poder votar a candidatos que están o en la cárcel o en el exilio. No todos los partidos ni todos los candidatos de esta contienda electoral contarán con las mismas facilidades. Unos estarán prisioneros en la madrileña cárcel de Estremera y otros tendrán estarán en los mítines de sus partidos mediante las nuevas tecnologías que les permitirán hablar desde Bélgica. El bloque independentista es el que resulta perjudicado en estos extraños comicios mientras los candidatos de la facción unionista, españolista o constitucionalista, llámenles como quieran, andarán por las calles y ciudades de Catalunya con total libertad, uno repartiendo polvorones, el otro entre baile y baile desando hacerse un selfie con lo más granado de la derecha española y la otra autoproclamándose ya presidenta antes de las votaciones.
Hace unos días que comenzó la campaña y ya hemos visto que desde los partidos con central en Madrid envían a las colonias a sus primeros espadas en apoyo y ayuda de sus candidatos. Rajoy, Sánchez, Rivera y hasta Iglesiasy Echenique se han dejado caer por Catalunya para apoyar a sus primeros espadas en esta tierra que debe parecerles de misión más que de promisión. Y en estas visitas hemos escuchado de todo, a Cospedal decir que “estas elecciones han sido convocadas para que las gane el grupo constitucionalista”, así lo ha dicho sin caerle la cara de vergüenza ante este anuncio de juego sucio. Sánchez, después de dar todo su apoyo a la aplicación del 155, ahora culpa a Rajoy y habla, una vez más, de la España federal, Albert Rivera se dedica a mentir sobre la incidencia en la economía de la fuga de empresas y tiene que ser desmentido por el Sindicato de Técnicos de Hacienda mientras Iglesias acusa al independentismo de “despertar al fascismo”. Acudir desde la metrópoli, aunque sea metafóricamente, a la colonia se ve que da rendimiento en la metrópoli española.
Y mientras todo esto pasa en Catalunya, y muchos catalanes miran con recelo el resultado de las urnas recordando que INDRA, la empresa encargada del recuento oficial aparece como donante de 600.000 euros a los fondos del PP, el mundo sigue y los españoles, muchos, van creciendo en el odio a todo lo catalán, predican boicot a los productos catalanes olvidando que muchos de estos productos dan de comer a trabajadores de otras tierras, como, por ejemplo, el tomate en Extremadura, o se dedican a recoger firmas para que se prohíba la inmersión lingüística en Catalunya. Ya en su día Rajoy, acompañado por Esperanza Aguirre, recogió millones de firmas contra el Estatut catalán sin pensar que aquel hecho que le dio votos e incluso la presidencia del Gobierno de España es el que nos ha llevado hasta la situación actual.
Pero al PP, el primer partido que se sentará como acusado ante la justicia, toda esta movida le ha venido muy bien. Mientras están entreteniendo a los españoles con mentiras y con el tema catalán el pueblo de la piel de toro, en su mayoría sumiso, obcecado y desinformado, se olvida de los casos de corrupción protagonizados por dirigentes y militantes del Partido Popular, partido al que una fiscal ha calificado como “organización para delinquir”. De repente palabras como Gürtel, Púnica, Lezo, y la resta de casos judiciales, en los que más de 900 acusados relacionados con el PP están acusados de corrupción, han desaparecido del vocabulario de la gente, de las noticias en prime time de los telediarios de TVE y de las privadas, y de las primeras páginas de los periódicos donde tan sólo hay sitio para las noticias que llegan desde la política catalana.
El PP se ha envuelto en las páginas de la Constitución, como antes lo hizo en la bandera rojigualda, con la colaboración de una parte del estamento judicial, y especialmente de la Fiscalía que, por Ley, le corresponde nombrar. Ha hecho de estas elecciones unos comicios anómalos, con candidatos prisioneros, con delitos inexistentes o inventados, como la “violencia”, para justificar las acusaciones de rebelión y sedición, los ha convocado a regañadientes porque desde Europa así se lo han ordenado y lo ha hecho en día laborable para ver si la participación disminuye. Ahora la gran pregunta es qué pasará si la noche del 21 los resultados vuelven a dar una mayoría parlamentaria al bloque independentista. ¿Iceta, Arrimadas, García Albiol, y sus gerifaltes madrileños aceptaran los resultados? Me temo que no, que su democracia todavía no está bien pulida y tiene muchos tics de autoritarismo. Todos hablan de sentarse a dialogar a partir del día 22, pero es difícil dialogar con quien no quiere hacerlo, y menos con quienes están dispuestos a repetir las elecciones hasta que el resultado les sea favorable. Pero, pase lo que pase, el PP ya habrá conseguido que durante meses se olvide la corrupción que les pudre desde hace años.Y Catalunya seguirá siendo el árbol que no deja ver el bosque de la corrupción del PP.
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