Lo menos que se le puede pedir a los políticos, es decir a los servidores públicos que pagamos con nuestros impuestos, es que no nos tomen por imbéciles, descerebrados, idiotas, ignorantes o desinformados, y que cuando acudan al Senado o al Parlamento no nos mientan para salirse de rositas. Y eso, mentir, es lo que hizo en el día de ayer el ministro del Interior, Zoido, delante de los miembros del Senado del Reino de España, mentir como un bellaco en todo lo referente a la brutalidad policial que se produjo en Catalunya el 1-O con motivo de la celebración del referéndum convocado por el Govern catalán.
Ya estamos acostumbrados a las mentiras de los Ministros del Interior, en tiempos de Camilo Alonso Vega, uno de los más afamados ministros de Gobernación del dictador Franco, no podíamos elevar ninguna protesta, hacerlo suponía penar largos años en la cárcel. Ahora espero que criticar las mentiras del actual Ministro del Interior del PP no produzca los mismos efectos, aunque a la vista de las leyes aprobadas por el PP, como la llamada “ley mordaza” todo es posible en esta democracia disminuida en que ha quedado convertida España sota el yugo del PP y sus palmeros del PSOE y Ciudadanos.
No debe ser fácil ser Ministro del Interior, tener que dirigir las fuerzas encargadas de mantener el orden público siempre es una tarea ingrata. El ministro del ramo no deja de ser el jefe de los “guardias de la porra”, y a no ser que tenga un poco de sadismo en su interior es difícil enviar a sus fuerzas a repartir “porrazos”a los súbditos. En democracia hay tres ministros del Interior que merecen ser citados entre los más conspicuos y aplicados en intentar llevar a cabo su tarea saltándose todas las normas democráticas. Uno de ellos es Barrionuevo, del PSOE, condenado a pena de cárcel, y después indultado, por sus relaciones con los asesinos del GAL, por tomarse la justicia por su mano y por ser un fiel ejecutor del terrorismo de Estado. Otro, también socialista, es Corcuera, que dio nombre a una ley donde daba vía libre a la policía y guardia civil a entrar en las casas bajo sospecha, fue conocida como “ley Corcuera o de la patada en la puerta”, y el tercero, es el inolvidable Fernández Díaz, éste del PP, luchador infatigable contra el nacionalismo catalán aunque tuviera que ponerse la democracia por montera. Es, por si no lo recuerdan, el ministro que decía a un fiscal aquello de “esto la fiscalía te lo afina”.
Y a este trío de ases antidemocráticos no le podía faltar otro ministro del Interior para componer un estupendo póquer de fieles servidores, cada cual desde su tiempo y su partido, a su “señorito” al frente del Gobierno, unos sirvieron y protegieron a Felipe González, y otros a M. Rajoy, esa eme punto de los papeles de Bárcenas que todavía es una incógnita sin despejar por la Justicia. El cuarto as de este póquer es el actual ministro del Interior, Zoido, magistrado sevillano y ex alcalde de Sevilla que no duda en mentir afirmando que el 1-O no hubo violencia policial en algunos colegios electorales de Catalunya.
El señor Zoido ha dicho que las fuerzas policiales a sus órdenes cumplieron eficazmente su trabajo, si se refiere a apalear a indefensos ciudadanos de toda condición y edad tengo que darle la razón, cumplieron su trabajo eficazmente, apalearon a quienes, pacíficamente, tan sólo querían votar, un derecho democrático negado por el Gobierno de M. Rajoy y sus palmeros socialdemócratas y neoliberales. Pero, señor ministro, no nos cuente milongas. Sus subordinados de uniforme pegaron sin ton ni son, bueno en algún caso incluso pegaron con alegría y, tal vez, con odio, para comprobarlo tan sólo hace falta ver los vídeos de aquel día, un día emocionante para quienes con orgullo pudieron votar pese a la violencia policial, al secuestro de urnas y a los ataques cibernéticos de las fuerzas del orden.
El señor Zoido acusa a Roger Español de ser culpable de haber perdido la visión de un ojo por el impacto de una bala de goma, instrumento cuyo uso está prohibido en Catalunya. Hay que ser muy cínico para acusar a quien tan sólo defendía su derecho a ejercer el voto, hay que ser muy cínico cuando hay mil heridos, comprobados con los correspondiente partes médicos, entre los votantes, y es muy cínico negar que policías o guardia civiles atacaran con porras y orinaran sobre ellos en la población de Calella la noche del 1-O como protesta por la actuación de las fuerzas de las que es responsable el señor Zoido. Es muy cínico decir todo esto en la sede del Senado cuando existen pruebas de que la misma noche del 1-O los policías que habían estado de servicio ese día, muchos de ellos apaleando inocentes ciudadanos, se hicieron una foto de grupo al pie de uno de los barcos que les servía de hotel celebrando lo que para ellos era una victoria sobre los catalanes. Es muy cínico acusar de alborotadores a quienes tan sólo querían votar disfrazando la actuación policial como si hubiera sido un acto de servicio de tiernos corderitos cuando existen videos de las fuerzas policiales gritando desaforadamente en el hall del hotel donde se hospedaban “Que nos dejen actuar, que nos dejen actuar”.
Efectivamente los gritos de andaluces, castellanos y castellonenses de “A por ellos”, cuando las fuerzas del orden público salían hacia Catalunya, se cumplieron. Fueron “a por ellos”, y en ese “ellos” habían muchos españoles que en su día tuvieron que emigrar a Catalunya huyendo del hambre, el caciquismo y el señoritismo imperante, todavía hoy, en muchas partes de España, y que hoy se sienten unos catalanes más.
Entiendo que hay políticos de la derecha española que para contentar a esa extrema derecha que lleva años votándoles utilicen la táctica de Goebbels pensando que una mentira dicha muchas veces al final la gente la creerá verdadera. Eso podía funcionarles a los amigos de Adolf Hitler, hoy con las nuevas tecnologías se hace difícil maquillar la mentira. La organización Human Rights Watch, defensora de los derechos humanos, en octubre ya criticó por desaforada y exagerada la actuación de la policía y la guardia civil el 1-O, ahora en su anuario del pasado año donde se recogen ataques a los derechos humanos ha incluido las actuaciones policiales del 1-O y también la aplicación del art. 155 de la Constitución.
La prensa al servicio del PP, esos periodistas a los que sin rubor alguno emepunto Rajoy ha agradecido que le apoyen contra Catalunya, seguirá contando mentiras, lo mismo que TVE y las televisiones privadas, también al servicio del poder del PP, seguirán sembrando desconocimiento y, a veces, odio contra Catalunya en algunos de sus programas sin que ningún miembro de cualquier fiscalía tome nota. Es un peaje, duro peaje que ahora paga Catalunya, pero con la esperanza de que un día, tal vez en dos o tres años, los tribunales internacionales pondrán en su sitio a todos los mentirosos y prevaricadores que ahora puedan estar tomando desde el Gobierno o los tribunales medidas no ajustadas a lo que se espera de un Estado democrático. La História no les absolverá,
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