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Jesús Salamanca
La tronera
Jesús Salamanca Alonso nació en Arrabal de Portillo (Valladolid). Maestro. Licenciado en Historia por la UNED. Realiza el doctorado sobre "La cuestión Iglesia-Estado: impacto y reacción en Valladolid durante la Segunda República". Analista político, dedicado a la investigación sobre terrorismo, política y educación. Articulista desde hace veinte años. Colabora en Diario Siglo XXI, El Mundo-Diario de Valladolid, El Mundo-La Crónica de León, Diario Directo, Minuto Digital, Análisis Digital, Asturias Liberal, España Liberal, Foro Liberal, Castilla y León Liberal y Diario Liberal, entre otros. También colabora como firma invitada en Batiburrillo. Durante años ha colaborado en El Norte de Castilla, Escuela Española, Magisterio y diversas revistas locales, sindicales y de opinión.
Ha trabajado en la Obra de Protección de Menores, CENEBAD, Técnico Asesor en la Consejería de Educación de CyL, Asesor Técnico docente en la Dirección Provincial de Educación, sindicalista... Actualmente, además de numerosas colaboraciones diarias en medios de comunicación escritos, trabaja como profesor y director de Centro de EPA. |
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Las ratas saltan del barco cuando ven que sube el nivel del agua. El “aniñado” Errejon ha sido un aventajado y un vividor, además de señorito unos días y niño-pijo otros: compruebo que cobraba alrededor de 2.000 € de la Universidad de Málaga; eso sí, sin trabajar y sin asistir a las clases como quedó demostrado, aunque él lo justificó a su manera.
Al PSOE le ha salido bien la cortina de humo para que no se hable de la presunta corrupta a la que Sánchez se ha llevado a la India. Siempre actúa igual cuando las cosas se ponen feas; no quiere que le salpique más fango de lo que ya tiene encima. Ni siquiera quiere saber nada del agresor sexual, Íñigo Errejón: lo deja todo para quienes sí sabían de su vicio exagerado y degenerado.
El feminismo «es otra pancarta más que se les ha caído», en palabras de la presidenta, Díaz Ayuso. La moralidad de la izquierda está destrozada y es irreparable. Resulta que ni siquiera existía, tan solo era una careta o antifaz para tapar la indecencia, la indignidad y el vacío. ¿Qué es el feminismo español? Pues es eso mismo, el ejemplo de Errejón; es decir, la falsedad y la hipocresía frente a las palabras de cara al ignorante e insensato votante.
Consejos doy y para mí no tengo. Algo así debió decir el diputado ahora dimitido tras los acontecimientos de abuso y violencia sexual a una mujer que lo ha denunciado en la Policía y a otras, que de momento solo lo hacen en las redes sociales. El comunista “Milhouse” se ha pasado años sin reconocer la presunción de inocencia a Ayuso, a su hermano y a cuantos han pasado por delante de él, de ahí que no espere que la sociedad se lo reconozca, aunque la ley le ampare.
El comando ‘Pelela’ Gómez sigue chapoteando en el fango para no perder la costumbre. ¿Qué sería de «Moncloaca» sin sus bulos y su producción de fango habitual? Eso sí, la culpa es de los otros y el fango lo crean los demás. ¡Cuánta hipocresía ha demostrado la portavoz del Gobierno, casi tanta como la portavoz de Ferraz! No es fácil salir a decir lo que te han escrito sabiendo que no es cierto.
¡Qué fácil es hacer política jugando con la mentira y el insulto al de enfrente, sobre todo cuando tienes el micrófono y a la otra parte se le niega la capacidad de responder! Viene esto a cuento porque escucho decir verdaderas barbaridades al mentiroso y bravucón exlehendakari del País Vasco, hoy portavoz socialista en el Congreso de los Diputados y dedicado principalmente al improperio, al desprecio al contrario y a regañar a cuantos periodistas le contradicen.
Hace tiempo que no salen a escena las activistas que levantaron la falsa liebre sobre los dos DNI del ínclito juez Peinado. Han debido de sentir tal vergüenza que deben estar agazapadas en lo más profundo de la madriguera de esa izquierda de «bulería», dañina e intolerante. Han querido dar transparencia a una noticia y no han sabido distinguir entre lo noticiable y el bulo.
Tan poca es la transparencia del Gobierno, y tan despreocupado está por las cuestiones que interesan a la ciudadanía, que han pasado varias semanas desde que acordaron el PSC y ERC la investidura de Salvador Illa, pero no se han dignado en explicarnos con eficacia y eficiencia si lo de Cataluña es un concierto, un acuerdo, un convenio o la asignación de un cupo. Yo me inclino por esto último, aunque la ministra de Hacienda lo disfrace de bailarina, en vez de hacerlo de bandolero ladrón.
Ayer por la tarde, mientras nos mofábamos con estruendo --rodeando a dos cuartos de lechazo-- de las intenciones del Gobierno socialcomunista, en lo que a regeneración democrática se refiere, un antiguo y reconvertido amigo socialista del grupo decía: «¡Qué manera más burda de acosar al juez que instruye los casos de ¿presunta? corrupción y tráfico de influencias de Begoña Gómez!
Si algo es común entre la dictadura del narco-asesino, Nicolás Maduro, y otras dictaduras del mundo; esa es la represión permanente, la criminalización, la persecución, detenciones arbitrarias de adultos y menores e incluso discapacitados. No olvidar a las mujeres, a quienes se utiliza de forma degenerada para agasajar a invitados al Palacio de Miraflores.
Edmundo ya está en España. Ahora está obligado a contar con minuciosidad las atrocidades acaecidas en Venezuela, con ello comprobaremos cómo el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación del Reino de España, José Manuel Albares, ha mentido a los españoles en su intervención ante los medios. Ahí incluyo a la oposición, a los socios de la ultraizquierda y a los panolis del nacionalismo periférico.
Nicolás Maduro empieza a ver las orejas al lobo. Hasta ahora tenía de su parte a los militares, pero cada vez son menos los que apoyan de verdad y, en muchos casos, lo disimulan para evitar castigos y represiones tanto a ellos como a sus familias. De eso sabe mucho Rodríguez Zapatero, a quien las cañas se le han vuelto lanzas y los venezolanos no dudan en insultarlo cada vez que aparece. Zapatero ha pasado de la torpeza al desprecio en un abrir y cerrar de ojos.
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