Hubo mucha gente (siempre la hay dispuesta a tragarse los bulos que viene adobados con envolturas sentimentales, con fundas de aparente injusticia y, en especial, con el especial marchamo de venir avaladas por las izquierdas, siempre dispuestas a aprovechar la más mínima oportunidad para crear un ambiente, hostil y revolucionario, que les sirva para conseguir adeptos) que se sintió identificada con aquella protesta estudiantil del 15M ( o movimiento de los “indignados”), que comenzó el 15 de mayo del 2011, y que pensó que aquellas reclamaciones eran justas, sin pararse a pensar la situación en la que se encontraba el País, el contexto de crisis en la que se encontraba y la serie de sacrificios que, el conseguir evitar la quiebra nacional, obligó a que los gobernantes tuvieran que adoptar, aún en perjuicio de otros aspectos evidentemente importantes, pero que debían posponerse ante necesidades más urgentes que no podían retrasarse.Aquellas protestas, evidentemente impulsadas desde la izquierda, fueron la primera señal de la debilidad del gobierno de Rodríguez Zapatero y el principio de la decadencia que, a partir de aquella fecha, ya no dejó de producirse hasta que el señor Zapatero, abrumado por la situación, se vio obligado a convocar elecciones, que perdió, para cederle el turno al PP y al señor Mariano Rajoy como presidente del nuevo gobierno español, apoyado por una inesperada mayoría absoluta que, desgraciadamente para España, no supo aprovechar, tal y como tuvo la oportunidad de hacer a lo largo de su mandato.Y apareció el “héroe” de la TV. Tuvo todas las facilidades de poder expresarse desde todos los medios de comunicación.Fue la figura emergente de las TV y supo, como nadie, difundir una doctrina que ya hacía años que había estado desacreditada en todo el mundo occidental menos, naturalmente, en la URSS, la madre del comunismo bolchevique.