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El acoso escolar, comúnmente conocido como bullying, es un grave problema social que impacta negativamente en la salud mental de los más jóvenes y está relacionado con la aparición de casos de depresión, estrés, ansiedad e incluso ideas suicidas. Está cada vez más presente en los centros de educación primaria y secundaria de España: según la OMS, nuestro país se encuentra entre los cinco primeros de la Unión Europea donde hay más incidencia de acoso escolar.
El acoso escolar lleva siendo, desde hace años, una de las principales lacras de la sociedad. Y es que, con la vuelta al colegio, también aumenta la preocupación de las familias ante posibles casos de bullying. Si los padres se encuentran en una situación de sospecha, los expertos de DAS Seguros destacan que detectar lo que está ocurriendo y saber qué pruebas se necesitan para denunciarlo, es clave a la hora de actuar rápidamente y poder buscar una solución.
Según estudios recientes, uno de cada cinco niños confiesa haber sido víctima de acoso escolar. La estadística es realmente preocupante. El acoso escolar viene produciéndose desde hace mucho tiempo, sin embargo, en los últimos años se ha visto favorecido por el uso de internet, generando el fenómeno conocido como ciberacoso, una forma de intimidación y violencia a través de las tecnologías digitales que llevan el maltrato psicológico más allá de las aulas.
Es frustrante ver como se está destinando dinero a recursos contra el bullying y lo poco efectivos que son. Los que no tengan hijos, ven genial que continuamente se esté bombardeando con anuncios o declaraciones de famosos contando lo mal que lo pasaron en su infancia o adolescencia por sufrir el temido acoso escolar. Creeréis que esto funciona, ¿verdad? Pues siento quitaros la venda de los ojos y deciros que no, nada de esto funciona.
La muerte de Drayke Hardman ha sobrecogido al mundo. A sus doce años el pequeño se quitaba la vida en Utah, Estados Unidos, tras ser víctima de acoso escolar durante más de un año, según han contado sus propios padres. Una nueva tragedia ante la que en todo el mundo vuelve a surgir la pregunta: ¿Se podría haber evitado?
La pandemia supuso para la gente un tormento, pero para muchos niños fue un respiro, una sonrisa al ver que no tenían que ir al colegio y enfrentarse a esos niños que les estaban haciendo la vida imposible. Pero los gobiernos siguen sin tomar medidas, para ellos son daños colaterales, son como accidentes de tráfico imposibles de evitar, a pesar de ser vidas destrozadas que nunca se recompondrán y que tienen la sensación de no importar a nadie.
El tema central del libro es el bullying. Su autor explica: “Es una historia basada en hechos reales. Durante 12 años de mi vida he estado sufriendo acoso escolar. Desde que empecé a sufrirlo, me di cuenta de que la mayoría de los casos quedaban olvidados/silenciados. No quería que mi historia fuera una más".
Muchos padres y profesores afirman sentir que no cuentan con las herramientas necesarias para poder abordarlo adecuadamente, sobre todo en los casos de ciberacoso. Este último, según los expertos, conforma una de las mayores preocupaciones de la sociedad actual, ya que los jóvenes tienden a abusar de las nuevas tecnologías, por lo que la problemática no cesa en el colegio, sino que continúa sin límite alguno fuera de las aulas.
Las consecuencias del acoso escolar continúan siendo patentes en el ámbito social de las víctimas, ya que el 45% de ellas manifiesta que ha perdido amigos a causa de la situación que se ven forzados a vivir. De ellas, además, el 22% manifiestan estar solas, sintiéndose por lo tanto con menos apoyos para afrontar el problema.
El acoso es un problema serio de la edad estudiantil. Pero las edades hay que pasarlas y sobrevivir en ellas, llevarlas con dignidad y a ser posible, para que todo vaya bien, con algo de sana y bien entendida religión.
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