| ||||||||||||||||||||||
La esencia del humanismo es valorar a la persona, cada persona, por su dignidad intrínseca. Reconocer a cada persona como ser individual y tratarla con el respeto y la consideración como ser individual con naturaleza humana específica, diferencial y trascendente; como tal, superior al resto de los seres vivientes de la Tierra.
¡Sánchez feliz! Sabe que tiene la colaboración de todos menos de Vox; pero como Vox es todavía pequeño, basta con decirle que se calle o darle unos cuantos manporros a través de las hordas violentas que son colaboracionistas. La máxima felicidad de Sánchez es contemplar la mejor disposición del PP. Antes parecía que era sólo por omisión, ahora ya es positiva como resultado de repetirle mil veces que la oposición es sólo destructiva, que no colabora, que a todo dice no.
El consorcio mexicano Grupomar, bajo la dirección de su presidente ejecutivo Antonio Suárez Gutiérrez, ha reafirmado su sólido compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por la ONU. Estos objetivos, definidos en una cumbre histórica en septiembre de 2015, son un conjunto de metas globales destinadas a erradicar la pobreza, proteger el medio ambiente y fomentar la prosperidad universal en un período de 15 años.
De europeístas convencidos que éramos, a cabreadísimos que estamos con la Europa de hoy, la que siguen destruyendo los actuales equipos rectores de las instituciones europeas, con la Sra. Von der Leyen a la cabeza (o más bien al rabo donde quieren situarnos).
No nos dejan otra opción. Soy europeista pero constato con total certeza que la Comisión Europea se ha vuelto nuestra gran enemiga (la Comisión, no la Unión). Los gobiernos que siguen sus dictados son cooperantes necesarios, por lo mismo son enemigos de sus ciudadanos; léase Pedro Sánchez y su banda de mamertos zascandiles.
“Quien trabaja con sus manos, su corazón y su cabeza, es un artista” (San Francisco de Asís). O sea, los agricultores, los ganaderos, los pescadores y muchos otros trabajadores son artistas; pero jamás se podrá incluir ahí a los políticos progres, que sólo trabajan con la lengua y algunas veces con el cerebro, pero siempre sin corazón y sin manos.
Sr. Margallo, con todos mis respetos, que Vd. defienda la Agenda 2030 argumentando que fue aceptada por más de 120 presidentes de otros tantos países, me resulta, como poco, ridículo argumento. Vd. sabe, mejor que yo, que les timaron de mala forma, y que nos siguen timando hasta límites intolerables ¿y Vd. ha tragado ese ardid, ese descomunal timo? ¡increíble!
En 1987, publicaba Alain Finkielkraut “La derrota del pensamiento”. Entre otras cosas, aseveraba su autor que los ideales ilustrados, como la razón y el humanismo cosmopolita, parecían esfumarse descollados por la exaltación nacionalista y el etnicismo, en la línea del romanticismo alemán y de su Volkgeist. Quedaba mucho que trillar, pero se apuntaba el inicio de un proceso que desemboca en nuestro presente.
Estos tiempos de pandemia han imprimido en la sociedad actual una situación de parálisis en los países que ha afectado a sus tejidos económicos, sociales y culturales, en un acto sin precedentes, donde todos sus habitantes han sufrido y sufren un entorno que se ha recrudecido, sobre todo en las regiones del sur y, aún más si cabe, en América Latina y África, obligando, de una manera u otra, a trabajar de forma conjunta y coordinada para superarla.
Dentro de 7 años, según la Agenda diseñada en el año 2015, habrá paz y justicia en el mundo. Nos la presentan como un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad. ¡Qué bien, qué maravilla de mundo nuestro planeta! ¿Quién puede rechazar o criticar todo eso? Se lo creyeron 190 estados que iban a apoyar e implementar esos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), son nada menos que 17 ODS, pero… solo se trabajan unos poquitos, como 5 o 6.
Las crisis climática, de deuda y el impacto de la pandemia covid-19 y de la guerra en Ucrania están bloqueando los avances hacia la consecución en 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), según se desprende de comprobaciones del pulso anual que lleva la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad).
El mundo ha cambiado de forma drástica a lo largo de los últimos años, provocando una serie de modificaciones en lo que respecta al nivel de consciencia social que hemos de incorporar a nuestro día a día. La población del siglo XXI está empezando a actuar con una mayor responsabilidad medioambiental, garantizando el cuidado del planeta como siempre tuvo que ser.
Para cerrar la enorme brecha de desarrollo entre países se requieren nuevas inversiones a gran escala en industrias sostenibles, según un estudio del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas. Para António Guterres, secretario general de la ONU, “sin los medios para invertir en desarrollo sostenible y transformar sus sistemas energéticos y alimentarios, los países en desarrollo se están quedando aún más rezagados”.
La policiris o convergencia de crisis múltiples –clima, pandemia y guerra- amenaza el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) fijados por la comunidad internacional en las Naciones Unidas dentro de la Agenda 2030, según sostiene un informe divulgado este por el Banco Asiático de Desarrollo (BAD).
El proceso de transformación digital se percibe como un elemento clave en la consecución de la Agenda 2030, ya que permite mejorar la eficiencia en los procesos de producción, reducir el uso de materia prima o limitar los desplazamientos. En este sentido, cada vez son más las empresas que incluyen en sus planes internos de responsabilidad social corporativa algunos de los objetivos alineados con los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible).
El presidente de Crue-Sostenibilidad y rector de la Universidad de Burgos, Manuel Pérez Mateos, y los directores de la Fundación Carolina y de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), José Antonio Sanahuja y Antón Leis García, respectivamente, han entregado los III Premios «Universidad, Conocimiento y Agenda 2030», en un acto celebrado en la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores, en Madrid.
Muchas veces me he preguntado la razón que pudo tener el Sr. Rajoy, al no derogar ni cuestionar las leyes socialistas, especialmente las que se aprobaron por el gobierno del Sr. Rodríguez Zapatero, habiendo conseguido el Partido Popular la mayoría absoluta y llevarlo en su programa.
Estamos en la década de la acción. Setenta y cinco años después de la derrota nazi, la paz y la unidad son más ineludibles que nunca. Para empezar, considero que no hay otro deber más importante que tener el valor de ver nuestras propias tinieblas para que, en línea con la agenda 2030, propiciemos el cambio, empezando por reconstruir con más equidad nuestra actividad económica.
|