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Esta organización sin ánimo de lucro dirigida a mejorar la salud emocional comenzó su andadura en 1971 en Sevilla y Madrid y un año después, el 15 de febrero de 1972, abrió su delegación en Valencia. El fundador fue Serafín Madrid, hermano hospitalario de San Juan de Dios. A lo largo de este medio siglo ha atendido cerca de 250,000 llamadas relacionadas con problemas psicológicos y psiquiátricos; con problemas familiares o relacionales, o jurídicos y asistenciales.
Los Reales Sitios, Reales Patronatos, jardines y bosques de Patrimonio Nacional recibieron en 2021 un total de 3.816.223 visitas. Estos datos, registrados en los trece conjuntos de monumentos y espacios verdes abiertos al público en la Comunidad de Madrid, Castilla y León, Extremadura e Islas Baleares, son el balance de un ejercicio marcado por la pandemia, las restricciones sanitarias y los cierres provocados por la borrasca ‘Filomena’.
El 22,6% de los vehículos matriculados lo fueron mediante renting. El 47,1% de los vehículos matriculados en renting fueron de propulsión diesel y los de gasolina representaron el 49,4%.. Los vehículos eléctricos, de gas licuado y de gas comprimido representaron en conjunto el 3,5% de todos los matriculados en renting.
Todos esperábamos que el año 2021 iba a ser el de la liberación de la pandemia. El grupo de inexpertos que nos han estado machacando con sus falsos augurios desde marzo del 2020, ha conseguido ilusionarnos y defraudarnos a partes iguales ante su incapacidad de trazarnos un futuro esperanzador y con datos fidedignos. No han acertado ni una.
Estoy maldiciendo al año 2021 que por fin desaparece y lo hago en kaló, el lenguaje que hablan los gitanos y las gitanas españoles, y que es la forma de hablar que yo aprendí en mi casa de Puerto Real desde que tengo uso de razón. Y ruego a los jóvenes gitanos que están haciendo un gran esfuerzo por recuperar nuestro viejo idioma que no se enfaden conmigo por usar la forma tradicional con que nuestros padres han hablado durante muchísimos años.
El año 2021 será despedido entre una mezcla de tristeza y esperanza. Nos acercamos ya al final de 12 meses, 365 días y 8.760 horas de vivencias personales, familiares y sociales.Durante este año han ocurrido acontecimientos realmente impactantes para nuestra vida individual y colectiva en la aldea global que habitamos.
Dentro de poco llega un nuevo año, el 2022 está asomando ya un piececito por la puerta, y yo, sin embargo, llevo meses confundiéndome y pensando que el año que entra es el 2023. Puede que sea el estrés, las ganas de ver esta pandemia acabada… no lo sé, pero el caso es que me he comido inconscientemente un año, espero que no sea un mal presagio, porque, a pesar de no creer en el futuro, siempre tenemos esas ascuas de esperanza que nunca se apagan por muy mal que vayan las cosas.
Cuando pasamos de un año a otro, parece tiempo adecuado para hacer balance de nuestra vida y preguntarnos qué ha significado un año más para cada uno de nosotros. Las personas tendríamos que examinar si hemos ganado en experiencia, en responsabilidad, en solidaridad, en comprensión, en lo que los griegos llamaban areté y que traducimos por virtud; o si por el contrario hemos perdido confianza, tanto en nosotros como en el prójimo.
Tomar tiempo para poder repasar los días transcurridos y hacer balance, puede ayudarnos a descubrir ese encuentro con uno mismo y renacer con nuevo entusiasmo; puesto que, la propia providencia vivencial nos ofrece sus enseñanzas, para hacernos crecer como los árboles y madurar como sus frutos. Sin duda, necesitamos de esa sinfonía vivencial para ordenar nuestros pasos por aquí abajo.
Durante más de 30 años, los primeros de su existencia formal, la Unión Romaní se ha distinguido por ser impulsora de que los gitanos y las gitanas fueran los artífices de su propio destino y administradores de su libertad. Durante muchos años, casi toda la acción social dedicada a nuestro pueblo había estado en las manos de organizaciones religiosas.
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