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Subí al Empotro con miedo y más vergüenza. En mis manos llevaba un haz de folios con poemas desordenados de parte de mi trayectoria y juvenil obra poética. Al llegar al micrófono las palabras me salían a borbotones, otras veces calmadas, otras sinceras, emocionadas o con memoria fresca.
En mi ciudad se ultiman las negociaciones para adquirir un viejo convento, el ayuntamiento conseguirá el bien para fines turísticos de hospedería. En mi diputación se ha caído una buena parte de la obra artística y mural del pintor Ángel Andrade, parece que será finalmente subsanable. En mi pueblo de nacimiento una orden religiosa traslada objetos de valor de una iglesia vacía a escondidas.
Auspiciada por el CELCIT, el Ateneo de Almagro y el Ayuntamiento de la ciudad, la escritora Manolita Espinosa, comprendiendo que por su edad y circunstancias no asistiría a su propio homenaje que le harían los poetas en el Pinar del mismo nombre en los últimos días, nos regala y unas frases sembradas de letras mayúsculas, porque mayúscula es su poesía, esté o no esté ella presente. Pero ella quiere estarlo, siempre a su especial manera.
Desde la prohibición de ciertas palabras que están de actualidad, prohibición que un gobernante con malas pulgas y peor corazón hace a sus gobernados, como puede ser guerra o invasión, se hace una llamada a ser fieles a un país desde la aldea global que somos y a la que pertenecemos.
Etimológicamente Baldomero y Vladimir significan “Señor del mundo”. Son estos, dos santos a los que acudir relacionados con los protagonistas actuales para invocar favores y ruegos a la iglesia internacional. Son coincidentes los personajes por sus nombres que no en el tiempo. Hacen en su traducción de homónimos, una curiosa coincidencia de nombres en dos personajes tocayos, dos dirigentes de la actualidad por la fatídica guerra de Europa, como son Putin y Zelenski.
Partiendo de la base de que tenemos pueblo, o ciudad pequeña, en mi caso de gran abolengo. Partiendo de esa base, de que venimos de pequeños lugares y que muchos hemos decidido emigrar, aunque sea a una barriada nueva, al otro lado de la carretera o del patio…, podemos interrogarnos para qué nos ha servido ese pueblo que se cae a pedazos, entre el olvido y las ganas de levantarse, aunque los voceadores insistan en que hacen lo indecible por defenderlos.
Desde que se pusiera en marcha el Festival Internacional de Benidorm han sido muchas las letras de canciones sometidas a examen por un jurado. Tengo un amigo madrileño, poeta y músico que participó en el Festival como cantautor, consiguió ganar con “Como el viento” a la Mejor Letra de Canción en la edición de 1980. La letra es una metáfora amorosa de cómo el viento enamorado abraza a la chica amada.
Juana se expresa bien, escribe tanto en prosa como en verso, desde niña… Con catorce años, ya ganaba premios literarios. En la actualidad sigue ganándolos: premios con poemarios y con novelas, como la reciente novela Los ángeles de la ira, premio Camilo José Cela de narrativa de la Diputación Provincial de Guadalajara.
La experiencia que vamos cogiendo día a día en pandemia, pese a no ser científica ni especialista en nada, en lo concerniente a sus múltiples aspectos de epidemia, me hace reflexionar de nuevo, me hace volver al tema del que todos hablan, del que he hablado en mi último año escribiendo aquí, en cada quincena, al tema que no debía haber dejado, porque el contagio nos va moldeando, va sacando lo peor de nosotros mismos, nos lleva a la preocupación que se hace perenne.
La imagen que se busca en papel o en pantalla nos deja un gran poso, como un buen caldo; nos pide estar en una exposición vertical, en espaldera; o acaso en formato de libro como es el nuevo libro de RAW. El vino y todo su proceso se hace presente aquí para demostrar que las personas somos tierra de trasiego, de bodegas, de vino en calidad y en cantidad, de vinateras almas.
Libro de diecinueve relatos reunidos para explorar las virtudes y las ruindades del alma humana mientras oscilan entre la crítica social mordaz y el humor amargo. En estas crónicas de fina trama sociológica los personajes aparecen con más o menos seriedad, entre la comedia y la tragedia.
Una poeta andaluza en Córdoba, nacida en Málaga y residente en Madrid. Gran coctel literario y poético para entablar conversación sobre literatura y conocernos en un patio andaluz tras un acto cultural. María Victoria Caro Bernal es socia y responsable del Ateneo de Madrid en distintos ámbitos, es actriz, poeta y gestora cultural, de gran formación académica en Filosofía, Arte Dramático, Teatro, y Dirección de Proyectos Culturales.
Isabel Villalta nos muestra en “El dolor de la música” sus cadencias vividas, haciendo guiños a la historia, como si fuera una película con banda sonora incorporada. Temas musicales expresados desde la España que no ha olvidado los sonidos más elevados de cualquier tiempo, junto a los más pachangueros y religiosos de la posguerra, y con todas sus connotaciones sociales y políticas de los pueblos nuestros.
El lugar de cada poeta es su mundo particular. También el del escritor de otros géneros literarios que deambulan por los escenarios. Los lugares que adoptamos desde la infancia duelen por dentro a fuerza de nombrarlos, de visitarlos, de ser observados… El lugar de un poeta o escritor debería ser siempre sagrado para no permitir que otros que no reparan en fastidiar afectos lo desgasten, lo mancillen, lo descuiden.
Es un librito sencillo, de una docena de páginas verdosas, grapadas. No tiene editorial, ni ISBN. Tampoco lo necesita. Su autor lo regaló a un grupo de poetas, artistas y escritores unidos por Facebook y por otros hilos, también de manera sencilla y generosa. Es como si la protagonista del cuento quisiera venir con nosotros a vivir nuevas aventuras traviesas, sin pedirnos nada, sin grandes pretensiones.
Hablo de un libro publicado por la Editorial Serendipia patrocinado por el Instituto de las Mujeres del Ministerio de Igualdad, podría hacer -me pregunto- dicho ministerio algo más que sensibilizar con estas obras a lectores de uno y otro sexo, podría crear leyes paralelas para demostrar a los clientes que lo han sido de todas las Amelias y que ahora lo son de otras muchas mujeres, que no es posible ya vivir como bestias.
En este septiembre, aún huraño, del ejercicio y curso que comienza, nos animamos a programar y a asistir a actividades culturales. Se celebran actos como el del pasado fin de semana en Almagro. Cierto que hubieran sido preferibles más homenajes en vida del protagonista, no a título póstumo, pero ahí está la promesa del gobernante de hacerlo “hijo predilecto”.
Los gobernantes y organizadores de festejos populares han perdido la oportunidad de inventar nuevos festejos en sus ciudades: más cerca de la gente, más generosas, menos participativas quizá, pero más personales y particulares, menos festivas, pero con buenas ofertas en lo gastronómico, en lo artístico, en lo solidario, en la religiosidad, en el protagonismo del pueblo… Y no pensando en el ahorro de tiempo, esfuerzo, trabajo y presupuesto.
Ahora, la juventud en el mundo se sigue divirtiendo a su manera, los jóvenes siguen siendo transgresores en exceso. Se les acusa de ser causantes del botellón, del contagio en pandemia por no estar vacunados, se asocia su diversión y ansias de ocio y una mal entendida libertad, con el sufrimiento de otras personas que enferman o no descansan.
Sí es cierto que la pandemia cambió nuestra forma de maquillarnos, incluso nos llevó a la dejadez en el cuidado de uno de los órganos más importantes de nuestro cuerpo. Era divertido el contacto en el tiempo de no prohibiciones sociales, momento en el que los besos eran exagerados pero libres de dejar en la mejilla de cualquiera, sin problemas de contagio, sin codo aborrecible y usurpador de saludos superficiales.
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