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El presidente del Comité Paralímpico Español (CPE), Miguel Carballeda, ha urgido a las formaciones políticas a que lleguen a un acuerdo en las Cortes para reformar el artículo 49 de la Constitución en el que se denomina “disminuidos” a las personas con discapacidad. Carballeda se pregunta si alguien puede considerar que los medallistas paralímpicos de Tokio 2020 son disminuidos.
El sentido final de todo juramento es la manifestación pública de la “honradez personal”. Ese es el motivo por lo que “jurar en falso” siempre ha sido considerado ignominioso en todo tipo de cultura. No se puede obligar a realizar juramento que comprometa a llevar a cabo algo ilegítimo, imposible o contra la propia ideología personal o ética colectiva. Lo grave es hacer el juramento a sabiendas de las contradicciones personales.
Que el año 2021 ha sido un año gafe no creo que haya nadie que se atreva a desmentirlo. Empezamos mal, pero estamos terminando peor, sin que nos quede el recurso, manido y conformista, de aquellos que juegan a la lotería navideña y como sucede a este cronista, no han sacado ni el reintegro, de hacer aquel comentario conformista: “al menos tenemos salud”.
En nuestra nación, España, hay algunos que parece que se han olvidado de que los españoles, los que formamos parte de esta nación multi centenaria, hemos ido de la mano durante muchos años, con nuestras diferencias, nuestras individualidades, nuestras propias costumbres y nuestras ideas que podemos defender gracias a nuestras cámaras de representación popular.
El sentido social y moral del juramento ha sido siempre el eje del funcionamiento justo y fiable de un estado de derecho. No ser consecuente con el juramento es poner piedras en el camino e imposibilitar el recto funcionamiento de los Estamentos Sociales. Una sociedad y un Estado que consienten convertir en baladí el juramento social, comienzan a cavar su propia tumba.
El pasado lunes con menos pompa y boato que en el resto de ocasiones se celebró el 43 aniversario de la Constitución, un texto legal que los que ahora se envuelven en los artículos que les interesan del mismo mientras olvidan los referidos a los derechos fundamentales de los españoles votaron en contra aquel 6 de Diciembre de 1.978, a pesar que entre los ponentes constituyentes estaba un firme defensor del franquismo como Manuel Fraga Iribarne.
La que conocemos como Ley del Péndulo nos habla de cómo la sociedad estancada en situaciones extremas desea y busca el conocimiento de los “espacios” opuestos o contrarios. Puede valer ese concepto como explicación de enciclopedia general, pero cuando uno profundiza y analiza la historia de las múltiples culturas y sociedades vemos que el “Péndulo” tiende siempre a volver a determinados “status” políticos por intereses o proyectos de grupos de presión social.
6 de diciembre, fecha en la que hace 43 años el pueblo español se dio a asimismo el texto normativo más importante de su historia. Estoy triste porque me gustaría estar en Madrid, en el Congreso de los Diputados, para celebrar con mis compañeros de entonces tan gloriosa efemérides. Pero no, estoy en Barcelona tratando de digerir la rabia y la pena que me causa la decisión de la mesa del Congreso de no invitar a los parlamentarios constituyentes al encuentro.
Me pongo en el ordenador a escribir mi artículo semanal, el 6 de diciembre, 43 aniversario de la Constitución Española que se aprobó ilusionadamente por los españoles que pensamos que con ella entraríamos en un periodo de normalidad democrática, después de las vicisitudes que a lo largo del siglo XIX y hasta 1931, tuvieron todos los intentos constitucionales y el periodo de gobierno personal del General Franco desde 1939 a su fallecimiento el 20 de noviembre de 1975.
Los que hemos tenido la gran fortuna de disfrutar de una España próspera, democrática y respetuosa con los derechos y libertades de los ciudadanos desde el gran hito histórico de la transición, no podemos ocultar hoy un sentimiento de preocupación e incluso de temor ante los vientos revolucionarios que amenazan desmantelar el orden constitucional que ha cimentado una convivencia entre españoles que ha sido modelo para numerosas naciones del mundo.
El artículo 56.3 de la Constitución afirma: “La persona del Rey es inviolable, y no está sujeta a responsabilidad…”. Que la Constitución de 1978 diga que la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad nos recuerda a las monarquías absolutistas del pasado amparadas por los teólogos de la Iglesia Católica que defendían el origen divino de las mismas.
Por lo que apuntan, al último congreso del PSOE, en Valencia con Sánchez en la Secretaría General, se le ha perdido la g, de garra, que es sinónimo de uña y anzuelo; y la r, de real, que es análogo a serio e histórico. El título y el congreso, así, se han convertido en un raro ‘Con eso PSOE-Sánchez, sin ‘gr’ y sujeto a Sánchez.
Esta bola gigante a la que, los que habitamos en ella, llamamos Tierra, la Gea mitológica que, según los griegos, engendró con Urano los hecatónquiros, gigantes con cien brazos y cincuenta caras, sigue inmutable su rutina de traslación y rotación en su periplo alrededor del Sol, indiferente a las debilidades de quienes la pueblan.
La Social Democracia, insignia de una Europa emergente de los terribles vaivenes de los años 30 y 40, quiere de nuevo ser enterrada, hoy con sigilo, sin sangre, pero con la imagen mucho más despreciable socialmente: “los muertos vivientes”. A veces, de la necesidad imperiosa de conseguir poder, se construye el tanque socialmente demoledor, rodeado de minorías hambrientas.
Se forjó una Constitución en San Fernando para la España Libre, ratificada en San Felipe Neri de Cádiz el 12 marzo del 1812, donde definía la Soberanía de la Nación en su Capítulo I, artículo 2, «La Nación española es libre e independiente, y no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia, ni persona». Siendo proclamada el 19 de marzo y conocida popularmente como «la Pepa».
Casi 43 años después de aprobarse la Constitución de 1978 y del fallecimiento del dictador por causas naturales (la bilis del odio del 27 de septiembre) los últimos fusilamientos firmados por él 54 días antes de su óbito.
Los ciudadanos contemplamos hoy con estupor, cómo los problemas se provocan y jalean desde quienes deberían gobernar la gran familia española: se nos enfrenta desde nuestra propia historia; se nos ataca en nuestras creencias, tradiciones y símbolos religiosos, se nos miente impunemente.
En uso de mi libertad, voy a utilizar en esta ocasión un lenguaje al que denominaré asimilativo, de la misma manera que -otros- usan los lenguajes que quieren. Y lo hago para decir que estoy convencido de que el Gobierno que capitanea el embustero Sánchez, entre otras muchas cosas, es un gobierno okupa: se instalan, vulnerando las leyes, en una vivienda elegida cuidadosamente y, sin más, te dejan en la calle.
Este partido habría sufrido una mutación pandémica que lo habría convertido en un agente patógeno capaz de arrasar la sui generis democracia formal española al poseer un ADN dotado de la triple enzima tardofranquista (mantenimiento de la unidad indisoluble de España, control estricto de la inmigración y retorno al pensamiento único heteropatriarcal).
Cada cual es muy libre de crear una asociación, fundación o partido, como, igualmente, cada ciudadanos es muy libre de vincularse al organigrama que desee. Importante en este razonamiento es saber, conocer y aceptar que cuando estos principios se elevan al concepto de 'Nación', entonces hablamos sencilla y llanamente de 'Constitución', en la que las “normas, mojones, arcenes y linderos” funcionan, mutatis mutandis, como en cualquier organigrama social.
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