El sentido social y moral del juramento ha sido siempre el eje del funcionamiento justo y fiable de un ESTADO de DERECHO. No ser consecuente con el JURAMENTO es poner piedras en el camino e imposibilitar el recto funcionamiento de los Estamentos Sociales. Una sociedad y un Estado que consienten convertir en BALADÍ el JURAMENTO social, comienzan a CAVAR SU PROPIA TUMBA.
En España, últimamente, son los Legisladores los que están repartiendo picos y palas a todas aquellas personas que, más que JURAR defender la CONSTITUCIÓN se JURAMENTAN para DESTRUIRLA. La responsabilidad... (¿?) El PRESIDENTE... ¿Cómplice? La MESA DEL CONGRESO... ¿Cómplice cobarde o dependiente? ¿Se aplica la misma magnanimidad a todos los ciudadanos?... NO. ¿Se exige responsabilidad a todos los POLÍTICOS, FUNCIONARIOS o CONTRATADOS?... NO. ¿Qué JURAMENTO llevaron a cabo el PRESIDENTE DEL GOBIERNO y los MINISTROS en su toma de posesión? ¿Quién es responsable de los VARIOPINTOS FORMULISMOS que CONGRESISTAS y SENADORES han utilizado en sus tomas de escaños?
No sólo somos lo que pensamos, sino, sobre todo, lo que decidimos libremente. Socialmente, las buenas intenciones no bastan… Como decía San Agustín: “En las cosas necesarias, la UNIDAD. En las dudosas, la LIBERTAD y en todas, la CARIDAD”. Y yo, pobre de mí, añadiría: “Cuando uno sube al carro del poder, debe coger las RIENDAS y CONDUCIR con RESPONSABILIDAD colectiva”.
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