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El perjurio consentido

Cuando uno sube al carro del poder, debe coger las riendas y conducir con responsabilidad colectiva
Ángel Alonso Pachón
sábado, 18 de diciembre de 2021, 12:22 h (CET)

El sentido social y moral del juramento ha sido siempre el eje del funcionamiento justo y fiable de un ESTADO de DERECHO. No ser consecuente con el JURAMENTO es poner piedras en el camino e imposibilitar el recto funcionamiento de los Estamentos Sociales. Una sociedad y un Estado que consienten convertir en BALADÍ el JURAMENTO social, comienzan a CAVAR SU PROPIA TUMBA.


En España, últimamente, son los Legisladores los que están repartiendo picos y palas a todas aquellas personas que, más que JURAR defender la CONSTITUCIÓN se JURAMENTAN para DESTRUIRLA.

La responsabilidad... (¿?)

El PRESIDENTE... ¿Cómplice?
La MESA DEL CONGRESO... ¿Cómplice cobarde o dependiente?

¿Se aplica la misma magnanimidad a todos los ciudadanos?... NO.

¿Se exige responsabilidad a todos los POLÍTICOS, FUNCIONARIOS o CONTRATADOS?... NO.

¿Qué JURAMENTO llevaron a cabo el PRESIDENTE DEL GOBIERNO y los MINISTROS en su toma de posesión?

¿Quién es responsable de los VARIOPINTOS FORMULISMOS que CONGRESISTAS y SENADORES han utilizado en sus tomas de escaños?


No sólo somos lo que pensamos, sino, sobre todo, lo que decidimos libremente.

Socialmente, las buenas intenciones no bastan… Como decía San Agustín:

“En las cosas necesarias, la UNIDAD.

En las dudosas, la LIBERTAD

y en todas, la CARIDAD”.


Y yo, pobre de mí, añadiría:

“Cuando uno sube al carro del poder, debe coger las RIENDAS y CONDUCIR con RESPONSABILIDAD colectiva”.

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Al referirnos a las expresiones del habla cotidiana, las quejas son las principales protagonistas. Independientemente de cómo se exprese cada cual, somos muy perspicaces en la crítica dirigida a los demás y poco propensos al examen del escaparate propio. Sin embargo, no es tan sencillo pronunciarse al respecto, debido a las imprecisiones propias, las tretas ajenas y los muchos factores implicados.

Los que desde muy pronto y ya sin interrupción hemos tenido un contacto frecuente con los libros sentimos cierta incomodidad al oír consejos y expresiones como “leer es bueno”, “un libro es un amigo” o “lee lo que quieras, pero lee”. Es como si alguien dijera: “¡viva la comida!, da igual qué comas, lo importante es que comas”, o “beber es vivir, sea lo que sea que bebas, bebe”.

Parece tarea ímproba sublimar el grado máximo de curiosidad en un continente que, teórica y realmente, es mágico. Es tan portentoso, que hasta el río más caudaloso del mundo resulta ser un capricho de la naturaleza -según leí y copié literalmente en aquellas tierras- en una de las cordilleras andinas del sur peruano, la sierra de Chila, las nieves perpetuas alumbran centenares de arroyos que se dejan caer hacia occidente, en busca del océano Pacífico.

 
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