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Muchas veces pienso en los pensamientos y hechos de los emigrantes españoles que en los años 50, 60 y 70 del pasado siglo XX emigraron a países de América del Sur, o a países europeos como Suiza o Alemania. Estas familias españolas emigraban para trabajar, ya que el trabajo (que dignifica al ser humano) era el motivo de su desplazamiento.
Es obvio y evidente, que las costumbres cambian, en todas las civilizaciones, en unas más que en otras, en casi todas las realidades, en unas más que en otras. El bikini es un ejemplo. Se han encontrado unas pinturas murales o frisos en culturas greco-antiguas, micénicas o minoicas. No sabemos si personas que se bañan en el/la mar, o si hacían ejercicios acrobáticos. También, no sabemos si representaciones de diosas, con los senos al aire.
Vivo en un barrio de gente joven. Es raro encontrar un letrero que, cuando menos, no este escrito en “spanglish”. En esta ciudad, tan abierta a desayunar y merendar fuera de casa, proliferan los letreros en los que te invitan a tomar 'plumcakes' (las magdalenas de toda la vida), 'brunch' (el café completo de los camioneros o el almuerzo levantino) y toda suerte de batidos energéticos con aspecto de medicinas.
Cada vez sabemos más sobre los animales exóticos y sus costumbres. Sin embargo, algunos de sus hábitos todavía son un misterio para los expertos. Lo cierto es que hay muchos de estos animales, con particularidades muy concretas que muchas veces tan solo se repiten en la misma especie.
Halloween, baile de fin de curso, Black Friday… Son muchas las costumbres norteamericanas que en la otra parte del charco hemos adoptado como propias. Incluso en celebraciones tradicionales como las bodas, la influencia yankee ha llegado haciendo que algunas costumbres se entremezclen con las propias de cada país. Lo que al principio podía parecer una rareza, ahora es una tradición de lo más común.
En el transcurso del tiempo se modifican gran cantidad de los elementos circundantes. En ese contraste de tendencias, la evolución costumbrista favorece el anquilosamiento al adherirse a sus contenidos previos.
Yo admiro a muchas personas, pero sobre todo a las que se acuestan a las diez de la noche y se levantan a las siete de la mañana para ir a correr, esas que ya llevan medio día vivido para cuando tú estás desayunando, las que han hecho el almuerzo de dos días, han ido al gimnasio, se han cambiado, han ido de tiendas y les da tiempo a tomarse la cerveza antes de recoger a los niños del cole.
Ahora, las calefacciones al aire libre los rescatan, los introducen en mesas camillas más cuadradas, los llevan a la calle de fiesta y merendola, los dejan al cuidado de camareros que nos recuerdan a las alumnas niñas de hace décadas. Vuelve el picón y el dicho popular de que si tienes los pies calientes, el resto del cuerpo también está caliente.
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