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Un gobierno que hace leyes con premeditación y alevosía, sin escuchar la voz ciudadana, ni a partidos de la oposición, ni a responsables del concepto de dicha ley, solo a un grupo de personas, que son minoría dentro del país, en las que se apoya el presidente para continuar en el poder y que él solo ha elegido, no el sufragio electoral, está destruyendo todo lo que durante décadas se había, creíamos, consolidado.
El aislamiento de nuestra nación en el contexto internacional, reforzó aún más el liderazgo del general Franco que rodeado de un gobierno monolítico reconstruyó una España devastada, rota económica y socialmente. El régimen franquista renegó de cualquier tipo de participación política a través del sistema de partidos y formulando la democracia como “orgánica”, instituyó la familia, el municipio y el sindicato como los únicos cauces de representación de la sociedad.
Con la difusión de las ideas comunistas Lenin, pero sobre todo Stalin, sometieron a muchos pueblos a su feroz dictadura y hemos sido testigos del fin aparente del imperio soviético, en cuya órbita podría haber caído también España si no hubiera triunfado la rebelión militar del 36.
Pero en lugar de examinar la actuación española en aquel continente, somos tan obtusos que ensalzamos al fraile Bartolomé de la Casas que no quería que los indios trabajaran sino que se trajeran negros de África, pues pronto empezó la trata de personas, reyezuelos que cazaban a otros negros para venderlos a europeos de varias nacionalidades que entraron a saco donde pudieron.
Es definible claramente un poder social que está constituido por una multiplicidad de poderes que se observan en la esfera social aunque estén, a mi juicio, bajo el dominio del poder estatal y del imperio de las leyes.Foucault insiste en que no existe un único poder, porque son objetivables o identificables múltiples relaciones de autoridad que se interconectan y manifiestan sutilmente.Actualmente, se echa de menos un mayor reforzamiento del poder individual o de la autonomía de cada persona frente a entidades que pretenden dominarlo en diversos aspectos de la vida.La sociedad parece que es más importante que los sujetos y no debe olvidarse que los derechos individuales y el respeto absoluto de los mismos es lo que reafirma el valor de los planteamientos humanistas y democráticos.Analizar los micropoderes que actúan en la sociedad también es necesario después de la muerte de Foucault.
Nada de lo que estamos viviendo y soportando los españoles durante estos ya largos meses de pandemia sigue las reglas de la lógica y de la razón: un virus extraño y desconocido que ha cambiado de raíz nuestros usos, costumbres e incluso nuestros hábitos sociales, culturales o religiosos; un vertiginoso derrumbe de nuestra economía que ha originado ya una peligrosa caída del 18,5 % del PIB durante el segundo trimestre de este año.
El reciente libro de Daniel Innerarity, catedrático de Filosofía política en la Universidad del País Vasco, expone numerosas ideas para el desarrollo de unas técnicas de Gobierno a la altura del siglo XXI. Es un libro extenso de más de 400 páginas. La información y el conocimiento son la base de las buenas decisiones políticas.
Debo reconocer en usted un mérito y es que se lee mis artículos cosa que yo no hago, porque acostumbro a dedicar mis lecturas a personas que escriben argumentando sus palabras, que expresan correctamente, que saben tener respeto por las personas que tienen una opinión distinta y que, por supuesto se limpian la lengua de las carroña comunistoide antes de dirigirse a alguien que, por supuesto.
Hay fechas que debieran ser inolvidables. Una de ellas, es la que se celebra cada primer sábado de julio desde 1923, propiciada por el movimiento cooperativo, siempre en disposición de hacerse todo con todos, sin buscar la vanagloria personal, sino el acceso a la creación de riqueza y la eliminación de la pobreza; no en vano, los miembros contribuyen equitativamente y controlan democráticamente el capital de su cooperativa.
Y esto se convirtió en una válvula de seguridad para el gobierno, que solo se deberá concentrar en la comodidad de gobernar (recordemos que el FMI le negó un préstamo a Maduro, los precios del crudo se derrumbaron, ¿Pero China y Rusia no le podrían prestar), y de los gobiernos de la región, que deberán cerrase a la posibilidad de flexibilizar la permeabilidad de las fronteras.
El fue el que dio acceso a los ciudadanos de menor categoría, que habían estado apartados del gobierno y el que estableció el sistema de remunerar con dietas a los jurados, a los miembros del Consejo y a los funcionarios designados por sorteo, consecuencia necesaria del principio según el cual las clases desheredadas debían participar en las funciones de gobierno, pues sin una compensación por el jornal que se dejaba de percibir, hubiera sido aquél un derecho ilusorio.
En Hong Kong, miles de personas tomaron las calles el jueves para conmemorar que se han cumplido seis meses desde el primer gran enfrentamiento del movimiento de protesta en favor de la democracia con la policía, cuando los manifestantes impidieron que los legisladores avanzaran en un proyecto de ley de extradición que provocó las protestas.
Estos días hay algo que me está haciendo sonreír.
¿Pero qué está pasando?
Los viñateros acostumbran a ser muy punzantes a la hora tratar situaciones de actualidad. No debe extrañarnos que sean el objeto de airadas censuras de parte de quienes se dan por aludidos por la crítica humorista. Lo mismo ocurre con las parábolas de Jesús.
Desde que fue aprobada la Constitución de 1978 creí que su título I, capítulo II, sobre los derechos y deberes fundamentales de los españoles era cierto, nos convertía en un país democrático y nos ponía a salvo de la persecución y la arbitrariedad, pero pasados cuarenta años (siempre el fatídico período de cuarenta años) compruebo con tristeza que no es verdad.
La democracia es, ante todo, una forma de organización social, una de tantas. Pero también es la más legítima y necesaria a la hora de plantear los desafíos y de convalidar logros. En efecto, el rasgo sustantivo, en cuanto contenido y calidad, es lo que define a nuestra democracia hoy. En este sentido, no puede ser ajeno a nadie el rol del ciudadano. Incluso el actual rol del ciudadano.
Recuerdo cuando en el pasado régimen una todopoderosa oficina, la Secretaría General del Movimiento, decidía cada día, de forma inapelable, lo que se podía o no publicar en aquellos periódicos que entonces eran nuestros canales de información. (También podíamos buscar de noche y a poco volumen la radio España independiente, estación pirenaica, que nos contaba historias truculentas que no comentábamos con nadie, por si acaso, podíamos tener algún disgusto)
Para solicitar algún trabajo en la administración era imprescindible presentar el oportuno certificado de adhesión al régimen, cosa que podía frustrar les esperanzas de más de uno.
Antes, señores, los duelos eran recogimiento, lloros, oraciones, canciones fúnebres, vestimentas negras, mujeres cubiertas por mantillas y velatorios en los que se susurraba, quizá para evitar que el cadáver presente se sintiera incómodo escuchando las conversaciones, en ocasiones poco edificantes, de los asistentes al velorio, lo que en voz alta ninguno de los veladores se hubiera atrevido a decir.
Llevo horas viendo desde mi ventana un camión que está mal aparcado. Está situado de tal forma que obliga a todos los demás coches a pararse y a maniobrar durante un buen rato para poder seguir circulando sin chocarse contra una pared.
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