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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha reunido, en Madrid, con el Comité Estatal de Coordinación y Dirección del Sistema Nacional de Protección Civil (CEDOD), en la sede de la Dirección General de Protección Civil y Emergencias, donde ha sido informado de la labor que está realizando este organismo coordinando la actuación de las distintas Administraciones Públicas y de otros organismos implicados en la gestión de la DANA que azota nuestro país.
La ineficacia, falta de empatía y desconexión de la realidad de la clase política en esta tragedia va a marcar un antes y un después. Y si no, es que estamos todos muertos. Cuando habían emergido del lodo - este sí, lodazal de verdad - decenas de cadáveres y toda España ya sabía que la catástrofe era de las históricas, el Congreso de los diputados mantuvo su sesión plenaria y las votaciones previstas para el día.
¿Qué más nos puede pasar a los españoles? Es lógico que nos formulemos esta pregunta a la vista de la tragedia y los sobresaltos que nos ha deparado estos días una maldita señora, de nombre Dana. Los ríos de barro y sangre que han inundado regiones tan queridas como Valencia, Andalucía o Castilla-La Mancha han roto el corazón de millones de españoles de bien.
Difícil escribir, dado el contexto, de otra cosa que no sea la DANA, antes llamada “gota fría”. La magnitud de lo sucedido, en cuanto a víctimas y damnificados, impone tratar el asunto, porque, en el caso de elucubrar sobre cualquier otra cuestión, uno tendría la sensación de estar mostrando falta de sensibilidad hacia los numerosos afectados.
No, no se lo merecen, no merecen el peso de un futuro sombrío, donde el aire se tiña de pestilencias, y el suelo, siempre fértil, se convierta en un estercolero. En la brisa que acaricia la tierra, en el susurro de los árboles que dan sombra, se alza un grito de esperanza, un eco de vida que se niega a marchar… ¡No debemos ser el sacrificio de una avaricia desmedida!
Dos años después de la escalada de la guerra en Ucrania, más de 10.500 civiles han muerto, entre ellos 587 niños y niñas, debido a los constantes bombardeos, minas y ataques de aviones no tripulados, que han dejado a una generación traumatizada, desplazada y temerosa por su vida. Este es el balance que denuncia la Plataforma de ONG Humanitarias en Ucrania junto a más de 50 entidades.
A veces hay personas buenas, que sufren injusticias, dolor, penalidades. Pueden ser desastres naturales como inundaciones o terremotos, no entendemos por qué pasa. Nos parece que debería haber un orden mejor, que entendiéramos, pues nos desconcierta. Pero algo nos dice que hay un sentido escondido en todo ello.
Son las nueve horas del 22 de noviembre de 2021 y acabo de comprar el diario ABC, edición de Córdoba. Antes de sumergirme en su lectura, quiero aclarar que ya he oído la radio durante una hora, sin haber escuchado (salvo las deportivas que a mí me interesaban) ni una buena noticia. Albergo la esperanza de que, podré encontrar alguna idea positiva que me alegre el alma afectada con tantas desgracias ocurridas en España y el resto del mundo.
Que un cateto, plagiador y embustero, siga estando al frente del Gobierno, deja a España sumida en un infierno mientras farda este sepulturero.
Así como esos famosos, estoy convencido de que muchas de las personas que nos rodean son ejemplo de lo que hoy día se conoce como resiliencia, es decir, esa capacidad que tienen las personas para recuperarse ante la adversidad para continuar progresando, no obstante lo traumático que pueden resultar algunos pasajes de su vida. Mi amiga, la escritora marplatense, es una de ellas.
Los españoles venimos padeciendo una calamidad que solo nos proporciona males y desventuras desde hace tiempo.
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