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María Elena Maseras Ribera (1853-1905) fue una figura histórica fundamental en la medicina y la educación en España. Es recordada por ser la primera mujer en ingresar en una universidad española, abriendo el camino para las mujeres en la educación superior en un momento en que las aulas universitarias eran exclusivas para los hombres. Su historia es de lucha, persistencia y superación frente a las normas sociales de su tiempo.
En una pequeña isla de Nueva Inglaterra, donde los vientos y el mar se encuentran en pactos eternos, nació Maria Mitchell. Era un primero de agosto del año de 1818 en Nantucket, una isla a unos 50 km al sur de Cape Cod, en Massachusetts, Estados Unidos, cuna de balleneros y lugar de sal y espera, fue también el hogar de esta mujer que en plena noche decidió mirar hacia arriba, no hacia el océano como todos, sino al vasto cielo.
Educada por los escolapios, dejó su huella en la historia como la primera matemática española, al menos la primera con obra publicada. Matemática, escritora y maestra de niñas, destacó en el manejo de los números y en la aritmética, áreas que en aquella época eran habituales de hombres y no de mujeres. Escribió dos libros sobre aritmética aplicada y metrología.
Hoy queremos invitarlos a reflexionar sobre un asunto que entusiasma mientras angustia, a saber, la valoración del rol del docente desde un punto de vista estrictamente emancipador. Intentaremos pensar este asunto a partir del proverbio “Carpe diem!” o “aprovecha el día” (traducido comúnmente también como “aprovecha el momento”) de una manera más auténtica y menos vulgar, a los fines prácticos de intentar comprender el verdadero sentido del acto educativo.
El ejercicio docente es una artesanía a cuya praxis el genio creativo le aporta un valor añadido. Como sucede con toda labor artesana, el entorno y la atmósfera que la rodean son determinantes y, por ende, condicionantes de la factura del producto final.
Con el máximo respeto a las autoridades políticas del Principado de Asturias y en el ejercicio de mi libertad de expresión y opinión quiero comentar varias cuestiones, que son fundamentales para poner en la palestra ciertos problemas, que afectan a los docentes y pueden ser resueltos.
A vueltas con lo educativo y pedagógico, como docente ya casi jubilado, traigo a colación lo que, hace más de cuatro décadas, subrayaba el filósofo Gustavo Bueno: “el gran sofisma que Platón nos ha denunciado en el Protágoras es el siguiente: el de quienes estiman que es lícito apoyarse en la evidencia axiomática de que el hombre sólo es hombre por la educación, para justificar la profesión del sofista como "científico de la educación" (...)".
Los reumatólogos docentes necesitan incorporar nuevas formas de enseñanza, que incluyan metodologías activas, abiertas, de base digital e innovadoras, que les haga destacar en sus centros universitarios y progresar en la carrera académica. Por ello, todas las actividades de formación y docencia que lleva a cabo la Sociedad Española de Reumatología (SER) resultan esenciales.
La indecencia se ha adueñado de las sociedades, pide un cambio en el espíritu docente. Ahí está la clave. La docencia configura las sociedades. Tampoco se puede adoctrinar. Hoy más que nunca se requiere de una formación centrada en nuestros interiores, en conocernos y en reconocernos, en saber interrogarnos para poder discernir la orientación que hemos de tomar.
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