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Mancur Olson teorizó sobre el origen criminal y mafioso de los estados, esas estructuras surgidas de grupos de bandidos itinerantes que cansados de hacer, una y otra vez, el pillaje bajando a las poblaciones desde lo alto del monte para volver a subirlo con el botín, decidieron convertirse en bandidos estacionarios, estableciéndose de manera permanente en aquellos lugares que saqueaban.
Promesas, mentiras..., ¿el derecho? Auditor, falsedad..., ¿la consecuencia? El juramento por cargo, el incumplimiento..., ¿la inhabilitación? Campañas electorales, incumplimientos..., ¿la penalización? El dinero público, los auditores..., ¿las devoluciones? Todos fracasaremos si no aprobamos una ley que inhabilite a toda persona con cargo en cualquiera de los tres poderes de un Estado.
Fue la frase que pronunció “por lo bajini” Galileo Galilei, no se atrevió a decirlo en alto, temiendo que le pudiera sobrevenir algún castigo como prisión o cosa peor, cuando por “consejo” por parte de los cardenales de la Inquisición romana tuvo que abjurar de su teoría heliocéntrica, que después se probaría que era cierta, y admitir de boca para afuera que era el sol el que giraba alrededor de la tierra.
La palabra orgullo empezó a tener una significación mundial muy destacada en Nueva York el día 28 de junio de1969, cuando surgió un movimiento reivindicativo de los homosexuales que fue bautizado como Orgullo Gay. Lo curioso es que esta palabra muy pocos o nadie la han vuelto a usar para expresar la satisfacción de mineros, carpinteros, agricultores, joyeros, albañiles, amas de casa, notarios, etc.
Es tan lamentable como sorprendente la reacción de los actuales dirigentes del PSOE andaluz, ante las decisiones del desconcertante Tribunal Constitucional actuando, contra natura, para enmendar (destrozar diría yo) las sentencias del Tribunal Supremo.
No, no se trata de un juego de palabras, acertijo o rompe cabezas, es que me importa un ardite lo que ocurra con José Antonio Griñán. Ciertamente ya se ha resuelto por indicación de la médica forense que no ingrese en prisión para cumplir los 6 años y 2 días de prisión a los que fue condenado por el turbulento fraude de los EREs cometido por integrantes de la Junta de Andalucía mientras él era presidente de la misma.
Tras la esperada sentencia condenatoria del Supremo sobre el inmenso fraude del PSOE andaluz, he tenido diferentes sensaciones. La primera, de estupor pensando en los 13 años transcurridos en los tribunales. La segunda, de sorpresa sobre la exquisitez de casi todos los medios en general y particularísimamente los de izquierdas en el tratamiento de la noticia. Y, la tercera, sobre los comentarios de los componentes del gobierno y de los partidos que lo forman.
Cada vez son más quienes afirman que “los sindicatos son la peor estafa de un país después de las comunidades autónomas”. España no pierde nada porque desaparezcan los sindicatos de malversadores. No estaría de más que el nuevo sindicato “solidaridad” diera una lección de actuación, métodos y honradez a las vetustas organizaciones sindicales de clase; es decir, clasistas. A ver si así aprenden a trabajar y a conjugar ese verbo.
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