Fue la frase que pronunció “por lo bajini” Galileo Galilei, no se atrevió a decirlo en alto, temiendo que le pudiera sobrevenir algún castigo como prisión o cosa peor, cuando por “consejo” por parte de los cardenales de la Inquisición romana tuvo que abjurar de su teoría heliocéntrica, que después se probaría que era cierta, y admitir de boca para afuera que era el sol el que giraba alrededor de la tierra. Con esta expresión vino a decir. “Me obligan por la fuerza a que me retracte de una cosa que es cierta”. En la vida nos encontramos muchas veces en las que mejor es callar, mantener la propia opinión, antes de que se origine un altercado que pueda romper un lazo familiar o de amistad. Han transcurrido casi quinientos años desde que, por falta de conocimientos, se cometió esa injusticia y hoy nos encontramos en una situación casi similar. No se trata de sostener y mantener una teoría científica, histórica o exponer un descubrimiento arqueológico, sino negar lo que los socialistas llevaron a cabo durante los casi cuarenta años que estuvieron mandando en Andalucía, en cuyo tiempo de dedicaron a defalcar, robar, defraudar, malversar, estafar, descabalar, baldar (todos estos sinónimos lo muestra el DIRAE, cuando se busca cualquiera de estas palabras) el dinero destinado a los EREs. Ellos, los componentes del partido eminentemente obrero se enriquecieron precisamente con los dineros destinados a paliar la situación de incuria en la que se encontraban irremediablemente los trabajadores andaluces. Fue una orgía de derroche y despilfarro. En casa de uno, según su madre, había dinero para asar una vaca. Otros sirvieron para engordar las cuentas de las casas de putiferios. Las drogas prohibidas, los camellos de estas, según el chofer de cierto directivo para el que la compraba, hacían su agosto aunque se estuviese en pleno enero. El dinero fluía de mano en mano como un torrente que arrollaba hasta hacerla desaparecer la más mínima nonada de honradez y dignidad. Según muchos de los que hablaron sobre ello, las bacanales romanas se quedaban minimizadas al lado de los desenfrenos a los que se entregaban. En la confusión de este pandemónium estuvieron implicados y sentados en el banquillo un total de 51 acusados desde 2018, entre ex altos cargos, empresarios y beneficiarios de las ayudas, con un balance de 35 personas condenadas y 16 absueltas. Según la Audiencia Provincial de Sevilla y el Tribunal Supremo, los anteproyectos y proyectos de ley en los que se recogieron los destinos dedicados a los eres fueron ilegales porque infringían la normativa presupuestaria en vigor en aquel momento. En particular, porque incorporaba el uso de transferencias de financiación para el pago de ayudas sociolaborales, mediante la creación del programa 3.1 L -el conocido como fondo de reptiles- en las leyes de presupuestos, desplazando la aplicación de la normativa de subvenciones. Ahora con el propósito de Pedro Sánchez de reescribir una historia de España en la que los socialistas aparezcan como almas puras, limpias y cándidas, apoyado por el Tribunal Constitucional, quiere hacernos ver que todo el tejido que se confeccionó para malversar y dilapidar los 680 millones de euros en los que se cifra el importe estafado, no existió. Atropello similar al de la Ley de Amnistía con el que se quiere, no perdonar, sino hacer desaparecer, como sí no hubiese sido llevado a cabo por los independentistas catalanes el referéndum de independencia del 1-O. Sánchez intentará que comulguemos con ruedas de molino con tal de continuar un minuto más el confortable sillón de la Moncloa. Hará todas las trapacerías, chanchullos y componendas a los que nos tiene acostumbrados para hacernos creer que no ha ocurrido nada de lo que los socialistas tengan que avergonzarse.
Yo, parafraseando a Galileo, digo ‘eppure l'hanno fatto’ (sin embargo lo han hecho).
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