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Se solía denominar a estos días “cuesta de enero”, aunque la locución va menguando en uso, tal vez porque, últimamente, la rampa ascendente así nombrada no difiere mucho, en inclinación, del perfil topográfico imputable, metafóricamente, a cualquier otro mes. A partir de ello, se puede cavilar sobre la inflación, ese impuesto de pobres que no suele preocupar ni ocupar a nuestros regidores.
El factor clave podría ser el ritmo de la relajación monetaria prevista. Todavía se desconoce cuándo se pondrá en marcha y su magnitud. En este arranque del mes de enero, la visión imperante en los mercados es que la Fed y el BCE podrían aplicar un recorte de los tipos de 25 puntos básicos a partir de finales del primer trimestre, seguido probablemente de otros cuatro o cinco recortes durante el año.
En primer lugar, el contexto macroeconómico sigue siendo mediocre. Los tipos ya no suben, pero los efectos del reciente ciclo de subidas siguen teniendo repercusión en la economía real. Los principales datos macroeconómicos lo ponen de manifiesto: los PMI manufactureros de la zona euro se situaron en 43,8 en noviembre, lo que indica que las condiciones siguen siendo difíciles para la industria europea en el cuarto trimestre.
Aquel fue uno de esos momentos que cambiaron la historia, al menos la de Alemania y quizá la de toda Europa. Era el último día de la primavera de 1948 y Ludwig Erhard se la jugaba en ese instante a cara o cruz. Mientras le caía una bronca monumental a grito pelado por parte de Lucius Clay, Comandante General de los EE.UU y máximo responsable de la ocupación aliada en Alemania, él no paraba de moverse de un lado a otro de aquella vetusta sala polvorienta y plagada de libros.
La inflación está volviendo lentamente al objetivo de la Reserva Federal en términos interanuales. Pero si nos fijamos en la reciente desaceleración de los datos del PCE, básicamente ya estamos ahí. En los últimos tres meses, el IPC subyacente ha aumentado a un ritmo medio anualizado del 2,1%.
Crédito y Caución prevé que el PIB mundial cierre 2023 con un crecimiento del 2,6%. Esto supone una revisión al alza de cuatro décimas respecto a las previsiones difundidas de hace seis meses debido, principalmente, a la resistencia del consumo estadounidense. Aunque la inflación y los tipos de interés han tocado techo, su impacto significativo sobre la demanda de familias y empresas se dejará sentir en 2024 y debilitará el crecimiento hasta reducirlo al 2,1%.
El BCE y el Banco de Inglaterra han continuado firmes, manteniendo un tono agresivo en sus últimas reuniones del año y resistiendo la tentación de seguir a la Reserva Federal en un giro pesimista. Una vez más, los bancos centrales europeos tardan en reaccionar. Hace dos años, retrasaron demasiado su lucha contra la alta inflación. Ahora, corren el riesgo de infligir el severo dolor de unos tipos restrictivos a sus economías, ya estancadas.
El periodo navideño es uno de los picos de consumo y gasto en España, un país que se paraliza durante sus fiestas más familiares y tradicionales. Sin embargo, no todo son celebraciones. La Navidad es también sinónimo de grandes desembolsos económicos para los hogares. Una situación que se ha visto particularmente afectada tras dos años marcados por la crisis inflacionista, en la que las familias buscan cómo ajustar su presupuesto.
Los mercados de renta fija, según Pedro del Pozo, director de inversiones financieras de Mutualidad, “se encuentran en un momento francamente bueno”, a pesar de que “a nivel de valoración, toda la renta fija ha sido bastante decepcionante este año.” En cuanto a rentabilidad, el experto resalta que “2023 ha sido un año excepcional para hacer cartera de renta fija de calidad” y aconseja “aprovechar la oportunidad que ahora mismo el mercado nos ofrece”.
El dato de inflación adelantada publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) es bueno, sobre todo si se compara con noviembre de 2022. La inflación general cae hasta el 3,2%, lo que supone una bajada de tres décimas, mientras que también hay un ligero descenso de la inflación subyacente hasta el 4,5%.
Recordamos con nostalgia los tiempos del dinero barato. Lindos tiempos, en los que era posible financiar la compra de un piso con tasas muy bajas. Luego de aquellos días, la inflación ha ido en aumento y, es más, hemos observado niveles récord en gran parte del orbe, aunque existen señales de dominio de la situación y esperemos no estar hablando sólo de golondrinas que no hacen verano.
Tras más de dos años inmersos en una crisis de inflación, España y el resto de países de su entorno continúan en cifras alejadas de la tasa de inflación del 2 % que marca como objetivo el Banco Central Europeo. Esto representa una crisis de incremento del coste de la vida que ha hecho mella en el día a día de los hogares, pero cuyas consecuencias en el medio y largo plazo comienzan a percibirse.
Según la agencia EFE, la gran Banca española (Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Bankinter y Unicaja) habría obtenido en el primer semestre del 2023 un beneficio neto de 12.566 millones € (un 22% más que en el mismo período del 2022), gracias al oneroso aumento de las comisiones y de los intereses de los préstamos así como al incesante goteo de cierre de sucursales.
La inflación y la subida de los tipos de interés están generando serias dificultades a los autónomos para mantener a flote sus negocios. Un 38% de los trabajadores por cuenta propia asegura tener complicaciones para hacer frente a sus facturas y compromisos de crédito, mientras que sólo un 6% los afronta sin dificultad.
Semana de ida y vuelta que deja sobre la mesa la duda de estar o no, ante un suelo de mercado. Rebote desde niveles técnicos clave, alto sentimiento negativo con salida de flujos, tipos a largo que se disparan, pero consiguen cerrar por debajo de los máximos semanales y una temporada de resultados que empieza sorprendiendo de forma positiva. ¿Suelo de mercado o falso escape? ¿Oportunidad para comprar o para vender?
Mientras las tormentas del verano pueden haber pasado, las nubes aún se ciernen y el camino que tenemos por delante no está del todo claro. ¿Realmente ha alcanzado su punto máximo la inflación o fue la lectura del IPP de EE.UU. para septiembre una señal preocupante de que otra oleada se avecina?
Han causado sorpresa unas recientes declaraciones de un promotor inmobiliario australiano, Tim Gurner, sobre el desempleo y se están comentando como si fuesen la simple salida de tono de un millonario excéntrico. Ha dicho Gurner en un congreso de su sector: «Necesitamos que aumente el desempleo (…) Tiene que aumentar un 40-50%. Necesitamos ver dolor en la economía. Necesitamos recordar a la gente que son ellos los que trabajan para el empresario y no al revés».
El BCE subió los tipos 25 puntos básicos al dar más importancia a la inflación que al crecimiento. Está claro que el BCE quiere acabar ya con las subidas, y los datos de crecimiento probablemente lo corroboren; sin embargo, aún quedan algunos obstáculos que superar de cara a finales de año, sobre todo en lo que se refiere a los precios de la energía.
Los datos de inflación vienen a confirmar lo que teníamos de forma adelantada. Al final vemos que la inflación se eleva hasta el 2,6% en agosto y la subyacente corrige una décima hasta el 6,1%. Esto no quiere que los precios no estén subiendo, sino que suben de forma más suave en el caso de la subyacente, mientras que la inflación general crece con más fuerza.
Cualquiera que haya seguido el debate sobre si la inflación será transitoria o persistente sabe lo divididos que han estado incluso los consejos de los bancos centrales en sus evaluaciones. Se podría argumentar que el tiempo que se ha prolongado dicho debate es prueba suficiente de que la inflación es una compañera a largo plazo.
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