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En una entrevista publicada en Le Progrès de Lyon en 1951, el Premio Nobel de Literatura Albert Camus dijo: «La libertad consiste, en primer lugar, en no mentir. Allí donde prolifere la mentira, la tiranía se anuncia o se perpetúa». Me viene a la cabeza el recuerdo de esa frase al leer unas declaraciones de Donald Trump en las que vuelve a mentir sin disimulo.
Se advierte candente la disputa sobre información, desinformación, “fakes” y similares, al tiempo que parece instalarse, en las buenos propósitos progresistas, la contingencia de la censura, o el no rechazo radical de la misma.
En agosto 1536, el guerrero inca Apu Kisu Yupanqui, el más valiente general de Manco Inca, ataca con 50,000 tropas a la Lima de Francisco Pizarro. Según la versión de los conquistadores estos fueron repelidos por unos cuantos jinetes españoles. Recientemente, se ha demostrado que eso es falso.
En El Criterio, Balmes (muerto en 1848) dice: “El pensar bien consiste: o en conocer la verdad o en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a ella. La verdad es la realidad de las cosas. Cuando las conocemos como son en sí, alcanzamos la verdad; de otra suerte, caemos en error. Conociendo que hay Dios conocemos una verdad, porque realmente Dios existe…”.
En bastantes ocasiones he escrito sobre este pobre hombre que preside, para desgracia de todos, el gobierno de España. Y otras tantas le he tachado de cateto (solo hay que ver cómo se contonea, para exhibir su supuesta guapura), también de plagiador (porque ha plagiado más de una vez) y de embustero (porque ha mentido en innumerables ocasiones).
No hace falta mucha experiencia para saber que los castillos de arena tardan en construirse, demoliendo necesariamente todo lo que molesta a su alrededor, para, finalmente, contemplar cómo el viento lo derrumba, volviéndole suavemente a su estado natural: arenisca, polvo...
Sí, ya sé que muchos de los lectores no son creyentes, ni tienen en cuenta los mandamientos. Pero da la casualidad que esta “recomendación” la puede presentar cualquier religión y, especialmente, la ley natural. El ser humano ha recurrido a la mentira y la envidia desde siempre. Nada hay nuevo bajo el sol. Pero corren tiempos en los que el Pinocho de los cuentos infantiles queda a la altura del betún ante los personajes que pululan por el mundo.
Han sido más de 500 años de fomentar un odio y rencor viscerales contra España. Cinco siglos de escarnio, vituperio, abyección y desprecio de todo lo español. España era el país en el se comían crudos a los niños. Hay dibujos, panfletos, y hojas volantes, realizados en Holanda en los que se ridiculiza al Duque de Alba comiendo niños crudos y vivos.
Aunque la fecha consensuada del inicio de la última guerra civil española se fija en el 17/18 de julio de 1936, hay autores que defienden la idea de que la contienda dio comienzo en realidad durante la primera semana de octubre de 1934, cuando aguantó durante quince días la revolución izquierdista, sobre todo en Asturias. Y aunque en el resto del país fracasó el llamamiento a la insurrección contra la República, en la mitad de las provincias hubo al menos un muerto a causa de la refriega. Ninguna broma.
Las mentiras del presidente Sánchez, representado en el Pe-le-le que algunos energúmenos apalearon en Ferraz, ya no calan, ni siquiera en el pomposo Davos recientemente celebrado. Hoy Sánchez es un cero a la izquierda en la política europea, un «chuleta de sacristía», como demostró en su huida del Parlamento Europeo sin esperar a la contestación a sus vacías palabras. Tiene menos credibilidad que las muñecas de Famosa cuando se dirigen al Portal.
No dejan de mentir. Si hoy planchan huevos, mañana fríen corbatas. A eso lo llaman cambio de opinión. Para el Gobierno socialcomunista no existe la mentira; eso sí, la practican a diario, pero se la achacan al otro. Ellos dicen ser puros, limpios, transparentes y volcados con la ciudadanía; sin embargo, nunca más lejos de la realidad, hasta en eso mienten. ¡Caramba, qué tropa más desleal, indigna y vulgar!
A pesar de los ataques encubiertos que desde hace cinco años viene recibiendo, la Constitución aún resiste y ha logrado cumplir 45 años. Es una de las más jóvenes del mundo occidental, y podría decirse que de las más estables, de no ser por el decidido empeño del presidente del Gobierno en avalar las tesis que indefectiblemente nos conducen a la desmembración del país.
Siempre es bueno (y oportuno) escribir sobre distintas cuestiones con las que nos tropezamos en el devenir de cada día y que afectan a nuestras vidas de manera directa. Y no solo de las que nos producen alegría, sino de aquellas otras que nos causan verdadero pesar.
¿O es Sánchez quien avanza contra España? Lo decía Montaigne, "aquel que falsea la palabra, traiciona la relación pública". Llamó idiotas a más de 172.000 militantes socialistas con la pregunta que les hizo, esa pregunta era como decirles que son ovejunos, ignorantes y tontos del...
La mentira forma parte del ADN del presidente del Gobierno español. Paulatinamente se ha ido extendiendo por todos los miembros de su gabinete, que mienten ya tanto como hablan. Ejemplo de ello han sido la propia ‘portacoz’ (Isabel Rodríguez), el falseador ministro Grande Marlasca, el ridículo Félix Bolaños, alias «Okupa del Dos de Mayo» y ahora, ayer para ser más exacto, el ministro de exteriores, José Manuel Albares.
Uno de los principales inconvenientes para iniciar un recorrido en grupo es que exista la mentira histórica en alguno de sus componentes. Mentira histórica no tiene nada que ver con tener históricamente una “configuración especial”.
Según Wikipedia.org, el 'gaslighting' es "una clase de manipulación psicológica que busca sembrar semillas de duda en un individuo o miembros de un grupo determinado, haciendo que cuestionen su propia memoria, percepción y cordura. Emplea la negación persistente, la distracción y la mentira para intentar desestabilizar a la víctima y deslegitimar sus convicciones".
“¡Políticos estafadores, juegan a vivir de ti!”, bramaba Evaristo allá por los pasados ochenta, entonando una canción cuyo contenido sigue por desgracia tan vigente como entonces. O casi. ¿Pero qué hemos hecho para merecer esto? Les confesaré algo en lo que a buen seguro se verán reflejados no pocos lectores: la práctica totalidad de mis allegados echan pestes sobre los políticos, así, en general, sin pararse a analizar caso por caso.
Dejó escrito Jean-François Revel, allá por los años ochenta del pasado siglo, que “la primera de todas las fuerzas que gobiernan el mundo es la mentira”. Se anticipó, tal vez, a estos tiempos de posverdad, teorías de la conspiración y argumentación confusa.
Pedro Sánchez acaba su mandato como lo empezó: mintiendo. Por eso no se entiende que achaque a los demás lo de mentir. Bien es verdad que él no miente, solo cambia de opinión. Me recuerda aquel dicho de la mili sobre los veteranos: «el veterano no duerme, descansa».
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