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Sea como fuere, noviembre es un mes para recordar nuestras situaciones vivenciales. La de un pasado, donde permanecen nuestras huellas; un presente, donde habitan nuestros afanes y desvelos; y, un futuro, donde nos abrazaremos a ese verso interminable, tras mirar el horizonte y vernos con la certeza de lo vivido.
La Sociedad Española de Psiquiatría define la ansiedad como aquel sentimiento natural de temor o inquietud que toda persona experimenta cuando se enfrenta a situaciones amenazantes. Aunque bien gestionada puede resultar de gran ayuda a la hora de afrontar un episodio difícil, si se mantiene en el tiempo podría aumentar la probabilidad de desarrollar problemas de salud: debilitamiento del sistema inmunológico, cansancio crónico, úlceras de estómago, enfermedades cardiovasculares, problemas respiratorios, etc… entre otros.
Son aquellos que te hacen poner “al mal tiempo, buena cara”, en contraposición a aquellos que te envenenan con lo peor de sus mentes y viven del “argumentario” partidista y emponzoñado.Gente buena que te hace sacar la sonrisa y evitar tu deseo de buscarle las cosquillas a aquellos con quienes te encuentras.
Y ya amigos, subo y subo y el escultor perece, subo y subo y un día seré basura.
Simplemente la transcripción que he hecho en Facebook de los párrafos de un artículo sobre la utilización hoy de menores en parlamentos y cumbres como si fueran mayores, al estilo de la sobreactuación de Greta Thunberg en la COP25, ha originado una reacción inmediata de la red censurándola como “Información falsa” por considerar “objetivamente inexactas” las afirmaciones que se contenían en dicho artículo.Es de extrema gravedad que por un lado se confunda la información y la opinión en cuanto esconde una peligrosa línea inquisitorial de limitar la libertad de expresión y pensamiento y por otra parte se va diluyendo subrepticiamente con esa censura, el aprecio y el gusto por la libertad dejando paso a un nuevo fundamentalismo que no respeta la “la libertad del otro” para opinar sobre temas discutidos o discutibles como ocurre con el cambio climático, el aborto, la eutanasia o la ideología de género.Si a esto se le añade la perversión del lenguaje que se nos trata de imponer como es la insistente y a veces ridícula diferenciación de géneros masculino y femenino; llamar “interrupción del embarazo” al aborto; pre-embrión al embrión o incluso desterrar las palabras de padre o madre por progenitores estamos ante lo que se podría calificarse ya de un intento de la nueva progresía, de estatificar la libertad a la medida de una falaz dictadura cultural de pensamiento único.La persecución inquisitorial está llegando ya al extremo de proponer penalizar la inadaptación a esta nueva cultura o incluso animar a la delación ante la opinión o pública o a las autoridades para represaliar tamañas desviaciones de la auténtica cultura.
La pistola blanca…
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