| ||||||||||||||||||||||
Se puede pensar que todo cambia en la vida y es algo indiscutible. La realidad es temporal. Es lógico que deseemos retener los momentos de la existencia y atesorar experiencias de todo tipo. La curiosidad es una fuente de felicidad desde una perspectiva serena y racional. Lo que no quiere decir que no nos dejemos conducir por la pasión y las emociones a lo largo del transcurrir vital.
Los libros, la naturaleza, la virtud, el teatro, la poesía, el detenernos y pensar acerca de lo que nos rodeaba, acerca de nosotros mismos. Aquel volverse a lo real más allá de lo digital, perdido entre las conversaciones de WhatsApp y los textos monosilábicos. Ya no existe ese pensar, reescribir una carta, el mancharse los dedos de tinta y pintar aquello que alguna vez perteneció a la memoria.
Los tiempos, las modas y los modos se suceden vertiginosamente en un breve espacio de tiempo. Lo que hoy nos parece inmutable mañana será “agua pasada que no mueve molino”. Tenemos un ejemplo palpable en los pensamientos políticos que cambian de opinión constantemente sin sonrojo de ningún tipo. Antes se precisaban años de maduración de las nuevas ideas. Hoy nos basta con horas para cambiar los rumbos y las firmes verdades “inalterables”.
Construyen, destruyen, animan, salvan, aventajan, detienen, levantan, tiran, potencian. Nos hermanan y nos hacen diferentes. Sumergirse en su mundo es nadar en un universo infinito de combinaciones y significados. Hacerlo de manera consciente es emprender un viaje a las entrañas de lo que nos hace ser humanos.
Desde luego, nunca podemos caer en el desánimo, por muy tristes que sean los aconteceres. Tenemos que dejarnos envolver por el viento impetuoso de los sueños y siempre estar en camino. El gozo del buen ánimo hace florecer hasta las piedras. Resulta saludable, por consiguiente, que todos los líderes mundiales tomen el coraje del sentir y discutan cómo asistir a los países más golpeados por la crisis causada por el COVID-19.
Dijo adiós a su bebito, no fuera tan mal partido, pero le había mentido.
-No sufras nada, mi hombre, no tendrás ni cicatriz para mostrar como un vivo.
Incuestionablemente, la atención en la era digital en la que estamos es mucho más reducida que hace 30 años. La proliferación de pantallas y la muy abundante oferta de todo tipo de programas de entretenimiento y diversión hacen, que el tiempo de atención completa o intensa, sea de unos 8 segundos de promedio.
Aún mi vida está atada a mi incansable presente, y sin pasado ni futuro me muevo día a día, propios e impropios segundos, que me dominan, esperando la muerte, que vendrá, pero que deberé evitar, porque sobrevivir será mi triunfo.
Sin olvidar tampoco la enormidad de enigmas incrustados en el funcionamiento del mundo; estableciendo esa frontera inestable entre los ocultamientos provocados por los humanos y los interrogantes de carácter natural.La tarea prioritaria se impone, esa de desentrañar la serie de incógnitas siempre renovadas.
En efecto, traer poesía al centro de nuestras vidas, nos abre la oportunidad de expandirnos sin las limitantes de lo convencional que prioriza lo aparentemente urgente sobre lo importante, lo funcional sobre lo profundo, lo socialmente correcto sobre lo verdadero.
Sea como fuere, noviembre es un mes para recordar nuestras situaciones vivenciales. La de un pasado, donde permanecen nuestras huellas; un presente, donde habitan nuestros afanes y desvelos; y, un futuro, donde nos abrazaremos a ese verso interminable, tras mirar el horizonte y vernos con la certeza de lo vivido.
La Sociedad Española de Psiquiatría define la ansiedad como aquel sentimiento natural de temor o inquietud que toda persona experimenta cuando se enfrenta a situaciones amenazantes. Aunque bien gestionada puede resultar de gran ayuda a la hora de afrontar un episodio difícil, si se mantiene en el tiempo podría aumentar la probabilidad de desarrollar problemas de salud: debilitamiento del sistema inmunológico, cansancio crónico, úlceras de estómago, enfermedades cardiovasculares, problemas respiratorios, etc… entre otros.
Son aquellos que te hacen poner “al mal tiempo, buena cara”, en contraposición a aquellos que te envenenan con lo peor de sus mentes y viven del “argumentario” partidista y emponzoñado.Gente buena que te hace sacar la sonrisa y evitar tu deseo de buscarle las cosquillas a aquellos con quienes te encuentras.
Y ya amigos, subo y subo y el escultor perece, subo y subo y un día seré basura.
Simplemente la transcripción que he hecho en Facebook de los párrafos de un artículo sobre la utilización hoy de menores en parlamentos y cumbres como si fueran mayores, al estilo de la sobreactuación de Greta Thunberg en la COP25, ha originado una reacción inmediata de la red censurándola como “Información falsa” por considerar “objetivamente inexactas” las afirmaciones que se contenían en dicho artículo.Es de extrema gravedad que por un lado se confunda la información y la opinión en cuanto esconde una peligrosa línea inquisitorial de limitar la libertad de expresión y pensamiento y por otra parte se va diluyendo subrepticiamente con esa censura, el aprecio y el gusto por la libertad dejando paso a un nuevo fundamentalismo que no respeta la “la libertad del otro” para opinar sobre temas discutidos o discutibles como ocurre con el cambio climático, el aborto, la eutanasia o la ideología de género.Si a esto se le añade la perversión del lenguaje que se nos trata de imponer como es la insistente y a veces ridícula diferenciación de géneros masculino y femenino; llamar “interrupción del embarazo” al aborto; pre-embrión al embrión o incluso desterrar las palabras de padre o madre por progenitores estamos ante lo que se podría calificarse ya de un intento de la nueva progresía, de estatificar la libertad a la medida de una falaz dictadura cultural de pensamiento único.La persecución inquisitorial está llegando ya al extremo de proponer penalizar la inadaptación a esta nueva cultura o incluso animar a la delación ante la opinión o pública o a las autoridades para represaliar tamañas desviaciones de la auténtica cultura.
La pistola blanca…
|