Las palabras construyen, destruyen, animan, salvan, aventajan, detienen, levantan, tiran, potencian. Las palabras nos hermanan y nos hacen diferentes. Sumergirse en el mundo de las palabras es nadar en un universo infinito de combinaciones y significados. Hacerlo de manera consciente es emprender un viaje a las entrañas de lo que nos hace ser humanos. Desde ahí regresamos con nuestras alforjas cargadas sabiendo que no somos los mismos y que si conseguimos compartir lo que traemos consigo, entonces, nos habremos aproximado al areté del arte.
Recapitulo sobre esto mientras leo el editorial que obsequia Leticia Díaz Gama como entrada al número nueve de Filigramma, la revista del Círculo de Escritores Sabersinfin.
Da la impresión, que, al igual que las palabras inscritas en la puerta de la Academia —‘Aquí no entra nadie que no sepa geometría’ (Ἀγεωμέτρητος μηδείς εἰσίτω)—, el enunciado inicial de la reflexión de Díaz Gama da la bienvenida y advierte: Escribir sobre nuestro mundo nos conduce a experimentar la contingencia del hombre, renovando la pregunta sobre la existencia.
Luego, sabiendo que decidimos correr el cerrojo y andar a través de un esfuerzo literario colectivo, sigue: Crear, eternizar el tiempo y salvaguardarlo, es punto de partida del escritor que centra su fuerza creativa en la palabra. Presto a interpretar la realidad imposible, halla el embriagador argumento de la belleza en todas sus formas posibles.
Sí, todo está colocado de tal manera para que la aventura en la República de las Letras sea un viaje que toque nuestra interioridad: Somos peregrinos del tiempo, del tiempo huidizo y mutable, eternizados en el hoy que descansa en la hoja blanca, pauta de la memoria que da cuenta de los olvidos, metáfora que edifica la morada del tiempo.
Salto del editorial al interior de las páginas y veo la asiduidad de correligionarios: Lilia Rivera Corcoran, Armando Bañuelos Romero, Macedonio Vidal, Juan Carlos Martínez Parra, Verónica Yamell Mendoza, Luis Manuel Pimentel, Enrique Canchola Martínez, Sarahí Jarquín Ortega, Francisco Javier Estrada, Olivia Sesma Rascón, Luz Gabriela Balcázar, Jorge Rodríguez y Morgado, Nicholas Gutiérrez y Azril Bacal.
Me deleito con los poemas del escritor invitado, Carlos Gray, quien además de ser actor, gestor cultural y comunicador, es director en Pucón, Región de Araucanía, Chile, de Radio Puelche 90.5 FM. Con interés reflexiono en las aportaciones de Bhakti Bimal Srauti Maharaj y de nuestro querido amigo Sergio García Díaz.
Por si fuera poco, y haciendo funciones de remate y fulcro, la obra pictórica de la escritora y artista plástica, Patricia Lucía Abrego Cuervo, es una caricia a los sentidos en el mar de letras. Todo tiene sentido, hasta la solidaridad de nuestro querido amigo Filo Huesca, experto en medicina regenerativa.
Lety Díaz sigue preguntando: ¿Quién podrá comprenderlo con el pensamiento, para rememorarlo después? ¿Cómo contar lo que fue y lo que no es aún?
Evito la petrificación, alcanzo escribir un hiperbreve que haga las veces de escudo: Hay cosas de uno que no son de dos, ni de tres, ni de cuatro, sólo de uno.
Ante la lluvia de preguntas me guarezco en la potencia vivificante del Logos. Frente a la mirada crítica del lector antepongo el carácter vivificante de las palabras. Me quedo pensando en el rigor de la Literatura y me consuelo con el sustento de la Educación Permanente: aprender de todo, en todo momento, a pesar de cualquier adversidad.
Espero contar con la fuerza y carácter suficiente para contribuir a que salga a la luz un próximo de Filigramma.
En efecto, las palabras tienen una fuerza inocultable, irrenunciable, seductora. Vale la pena darse cuenta. Vale la pena intentarlo.
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