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De la influencia hegemónica del cristianismo en el ámbito social se va pasando a una lenta pero persistente repaganación social. Tiempos ha, aun cuando solamente fuese externamente, las personas se manifestaban cristianas. Hecho que ha convertido el cristianismo vivo que ejerce influencia benéfica en la sociedad en uno de pandereta, folclórico, de barbacoa.
Elisabeth Kubler-Ross, gran experta en humanidad en el tema del dolor y la muerte, que acompañó en los momentos de morir a más de 20.000 personas, se preocupó por esos enfermos: “a lo largo de mi vida he soñado en un futuro en el que la medicina verá las personas en su conjunto y tendrá cuidado de todas sus necesidades”.
Tenemos este cuerpo pero no somos este cuerpo. El “cuerpo objeto” es pobre, y la “corporalidad animada” es lo que somos, con una libertad interior, que se mueve ahora en el espacio, que es cuerpo de luz, esencializado… y eso es lo que los moribundos ven, que las percepciones de espacio-tiempo cambian, que hay algo invisible a nuestros ojos y que ellos ya ven.
Como sabemos, la visión cristiana y otras religiones tienen también un aprendizaje más allá de la muerte, pero aquí quería subrayar que la teoría de la reencarnación no es un escapar, al menos de modo total, hacia un más allá sin responsabilidad, sin bien ni mal, sino que tiene el 'karma', encadenamiento de causas y efectos, según los actos realizados las consecuencias serán positivas o nefastas.
Una noticia que es intemporal y universal. Una noticia que cambió para siempre el curso de la historia y que, pese a los vaivenes de la vida y la inoperancia de muchos de sus transmisores, sigue llegando tan fresca y esperanzadora como el primer día. Llevo transmitiendo buenas noticias desde hace una veintena de años. Echando un vistazo a mi archivo descubro que cada Domingo de Resurrección acabo diciendo lo mismo.
Los cristianos estamos inmersos en los días más apasionantes y evocadores de nuestra fe. Cada escena de la vida de Jesucristo que conmemoramos desde el Domingo de Ramos al de Resurrección, nos traslada al sublime mensaje que, desde hace más de dos mil años, el Hijo de Dios nos repite una y otra vez: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás” (San Juan 11,25-26).
Ha llegado el instante del verdadero culto. No desfallezcamos, ante la negación total del mensaje de Pascua. Renovémonos cada amanecer. Por muy indiferentes que caminemos a diario, percibiremos una mística que está en cualquier esquina, que nos instará cuando menos a pararnos, a intentar ver más allá del paisaje de la imagen de Dios crucificado.
Poco antes de morir Claudio Naranjo su hijo le preguntó: “¿Crees que la gente sabe que morirá? El padre le respondió: “Sí que lo saben, pero no lo sienten. Si lo sintiesen se convertirían en buenas personas”. El patriarca Jacob que sentía que la muerte acechaba en la esquina llamó a sus hijos para decirles: “Juntaos, y os declararé lo que ha de acontecer en los días venideros” (Génesis 49: 1).
Antes de iniciar a escribir este tema, por mi mente recorrían muchas preguntas, pero tuve que centrarme porque no todo se puede escribir en un trozo de espacio. Lo primero que sopesé fue la belleza que nos dice Dios a través de la ¡Santa Biblia!, que tiene sus propios dones, y que yo resumo en una sola palabra: ¡Esperanza!
Ayer terminaba la Semana Santa con la Vigilia Pascual que anuncia que Cristo ha resucitado, pero no sé yo si los que nos decimos cristianos y vamos a misa, al menos cada domingo, sabemos lo que decimos cuando recitamos el credo y decimos “que fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos y subió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre y desde allí ha de venir a juzgar vivos y muertos".
A lo largo de esta semana hemos estado rememorando la Pasión y Muerte de Jesucristo. Han pasado veinte siglos desde entonces, pero cada año, cuando llega el primer domingo de luna llena de primavera, celebramos la Semana Santa, coincidiendo con la Pascua Judía.
Imagino aquel juicio falseado, en manos de un nefasto reyezuelo. El prefecto, de corazón de hielo, Poncio Pilato, cruel y desnortado.
Llegaron las fiestas de Semana Santa después de dos años sin celebrarla a causa de la pandemia. Siempre me ha resultado un tanto incongruente llamar fiestas a la semana en que Jesús de Nazaret después de haber lavado los pies de sus discípulos y dado su cuerpo y su sangre, es apresado en Getsemaní y comienza su Pasión.
El ancestral deseo de vivir eternamente se renueva con las nuevas tecnologías. El embalsamamiento egipcio es una de las técnicas de la antigüedad más conocidas que acompañadas de los ritos religiosos hacían creer a los faraones su eternidad. Las momias siguen presentes convertidas en atractivo turístico.
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