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Después de leer la denuncia de la actriz Elisa Mouliaá contra Iñigo Errejón cabe preguntarnos si el consentimiento razonado como “solo sí es sí” tiene sentido y validez jurídica. Parece que la relación fugaz de ese día entre la actriz y el político iba de aceptar las condiciones impuestas por el hombre como si de un juego se tratara. Pero ¿dónde acaba el juego y dónde empieza un comportamiento no deseado?
Nunca entenderé que Irene Montero siga en el Gobierno, aunque sea un Gobierno provisional de gente degenerada. Con la maldita y maldecida ley del «Sólo sí es sí» se han beneficiado los tres pilares de la escoria social: violadores, pederastas y agresores sociales. Ese es el logro de esta inútil ministra que no ha traído a España más que porquería, degeneración, analfabetismo, desprotección a las mujeres, odio al sexo contrario, falso feminismo y proyectos inútiles.
Por fin, el PP y el PSOE, han llegado a un acuerdo aunque para ello, uno de los dos, haya tenido que taparse la nariz al acercarse al otro. No me importa quien es quien. Ambos han votado la reforma de la nunca bien denostada ley del “Sí es sí”.
El "solo sí es sí" no acaba en una pantomima sexual. El "solo sí es sí", es el centro donde se originan las roturas afectivas, las roturas familiares, las roturas económicas... origen y fin de la violencia: "el porque sí", "porque lo digo yo".
En nuestra querida España, afortunadamente, hay muchísimos autores de libros, de carácter científico y de géneros literarios diversos, como narrativo, lírico, dramático, didáctico, novelas, etc. que generalmente suelen tener unos títulos suficientemente acertados y atrayentes para inducir a su lectura. Sin embargo, no siempre es fácil la elección del título, sobre todo para las novelas negras que atraen a bastantes lectores.
¡Pobre hombre!, ¿encontrará un agujero en el que esconderse? No tenía bastante con los gravísimos problemas que no encuentra manera de resolver, como la llamada ley de “Sí es Sí”, y la conocida como la “Trans”, que ahora se destapa y pone de manifiesto otra podredumbre de los socialistas canarios conocida como el caso Berni, por Juan Bernardo Fuentes (Berni para sus amigos) o el caso Mediador, como también se le denomina.
Sé que formulo una pregunta retórica, pues la respuesta ya va implícita en el enunciado, por ello la contestación lógica es que sí, que vamos directos al precipicio al que, si no se le pone remedio, dudo que lo haya, terminaremos en le ruina, no solo económica, sino moral, jamás acaecida en nuestra España.
En los últimos tiempos, se están prodigando expresiones nada comunes en el devenir lingüístico español. Creo que obedece, a que la actual clase gobernante, autodenominada progresista, la usa para sus embusteros parlamentoscon el fin de confundir a todo el mundo.
Cuando las cabezas dirigentes de las grandes compañías están seleccionadas entre el amalgama pseudo político, sin controles de idoneidad, sin curriculum vitae para ver y valorar la experiencia y, además, con poca transparencia, se consigue lo que el “gobernante” de turno quiere, un servicio de control a su medida.
Difícil dilema el de las mujeres y su lucha por la igualdad, Clara Campoamor estuvo ignorada por la dictadura franquista y sus herederos, mujeres supeditadas al varón en todos sus actos, ella logró el voto femenino allá por 1933 en una sociedad dominada por el machismo.
Para la ley de la irresponsable y mamerta, Irene Montero, con la complicidad del Consejo de ministros, el Ejecutivo ya contempla reformas tras haber beneficiado hasta la fecha a 1 de cada 10 agresores y violadores sexuales. Si tenemos en cuenta que en los «talegos» del régimen penitenciario español tenemos casi 4.200 reclusos con ese tipo de delitos, el cálculo definitivo es fácil de hallar, aunque estoy convencido de que la proporción va a aumentar sin tardar.
Cuando empiezo a escribir este artículo compruebo que ya son 391 las personas que se han beneficiado de la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual. Para ser más precisos: ese es el número de delincuentes sexuales condenados que ya han encontrado rentabilidad y provecho en la tan manida Ley Montero o del «Solo sí es sí». Bien es verdad que no solo ella es la culpable del desaguisado, sino que lo es todo el Gobierno que la aprobó en Consejo de ministros.
Concedemos y estamos de acuerdo en que el pecado capital más importante de los españoles es la envidia, basta con que algún que otro compatriota descuelle o sobresalga en cualquier disciplina: arte, negocios, u otra que lo haga distinguirse del resto de los mortales para que se vea acosado por maledicencias, lo denigren o lo acorralen las insidias que no cejarán hasta verlo derrotado.
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