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Parloteo

Hemos convertido en habitual lo que parecía ridículo e imposible, el absurdo
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 9 de marzo de 2018, 06:41 h (CET)
Es evidente la proliferación de manifestaciones absurdas en las evoluciones de la sociedad contemporánea; no les faltan aplausos o lamentos desde la diversidad de un público expresivo. La aguda percepción del premio Nobel Sanuel Beckett, refleja la crudeza del ABSURDO en sus obras y ensayos, señalando el cúmulo de despropósitos a que dan lugar. Son comportamientos de los que nadie está libre, dado que la razón exige ciertas atenciones y la voluntad no siempre está dispuesta. Los absurdos aislados tienen su lógica, pero si son recalcitrantes, ya viajan en los vagones de la necedad y la estupidez.

Todavía hay quien está esperando a Godot, que no tiene visos de llegar. En su “Comedia”, Beckett destaca otro aspecto del poco sentido de plena actualidad. En dicha obra, desde tres tinajas, sirven también tres agujeros en una mesa, sobresalen las cabezas de los personajes, la cabeza habla cuando le iluminan, sin luz le toca callar. Salen a relucir trazos de sus relaciones anteriores, palabras fuera de contexto, en un conglomerado deshilachado. La breve oportunidad de hablar no permite los razonamientos. No hay acordes en este guirigay, nada coherente en las expresiones, los escuchantes sin material aprehensible, mientras brotan las voces entrecortadas, airadas o pausadas, pero inconexas.

Hemos impuesto a la vida unos acelerones de insólitas proporciones, los ritmos adoptados no permiten el mínimo reposo. Los contactos y las relaciones se convierten en esporádicos y de escasa trascendencia. Los itinerarios particulares parecen independientes, aunque en realidad cada vez lo son menos; sin embargo, los protagonistas no acaban de percibir las dependencias. De ahí, el PARALELISMO con las cabezas parlantes de la obra citada. El habla es incesante; el parlamento es continuo, inconexo, infundado y descuidado; una estruendosa nulidad. En ese panorama no hay sitio para el entendimiento; a pesar del ambiente dicharachero. Y los escuchantes adolecen de parecidas deficiencias.

En este mundillo variopinto, despertamos ya dispuestos a recibir incontables salpicones, previstos o no; aún con eso, al acabar el día, las cifras superaron con creces cualquier programación. Se trata de un muestrario enloquecedor para el que no damos abasto. Se impone una selección y para ello es básico el recurso de la ATENCIÓN que prestemos al devenir de los hechos. Descartemos la atención de obligado cumplimiento por la contundencia de las sensaciones provocadas, que no dan lugar a nuestras decisiones. En el resto, si pretendiéramos atender a todo, vendría a ser como permanecer indiferentes, dado que hay de todo y las dimensiones son inabarcables.

En la selección encontraremos personas dispuestas a centrar sus vivencias en el seguidismo acérrimo de las directrices emanadas desde los mandamases, en esa posición cómoda de djarse llevar o hacer como que no ven; frente a los que atienden según sus criterios propios elaborados con dedicación y esfuerzo, con responsabilidad. Queda configurada así la DISYUNTIVA social que va de un parloteo vacuo al diálogo fundamentado; de quienes piensan por sí mismos o los que apenas son capaces de obedecer consignas sin atender demasiado a la procedencia adecuada de kas mismas.

La imaginación es forjadora de sueños fascinantes,muy adecuados para superar las tediosas actitudes rutinarias; pendientes del posterior engarce con la realidad cotidiana. Son elementos primordiales para el estímulo existencial. Pues bien, ese parloteo insustancial al cual me refiero, ejerce el nocivo papel de SECUESTRADOR de los mejores sueños. A base de coacciones que dificultan la orientación desde las intimidades, de tan ocupados como nos tienen, a fuerza de dispersar las vivencias personales entre una variedad desestructurada, sin criterios ni posicionamientos adecuados. También por ese positivismo rastrero que sólo reconoce la palpación y desprecia la ensoñación. En definitiva, nos raptaron las perspectivas ilusionantes.

Por si les parecía fácil eso de decir las cosas claras, olvídense, a los inquilinos implicados en las modificaciones del lenguaje (Atención, gestos, retórica, etc.), hemos de sumar los rasgos de la vanidad y la extremosa SOBERBIA, con efectos muy destructivos de cara a la comunicación. Desvirtúan de inicio el esquema del propio hablante, pues deja de ser él, al haberse convertido en un ente superlativo; habla un oráculo en vez de la persona, el ente sustituye al individuo. Las expresiones soberbias ocupan una esfera diferente a la realidad, suenan como un altoparlante estridente con argumentos ajenos. Si la soberbia también afecta a los escuchantes, el aislamiento discursivo será total, lamentaremos el habla inconexa.

La fragilidad de los rasgos implicados en la comunicación deviene en unos entendimientos endebles, configurando un ciudadano común exiliado, porque actúa muy alejado de los núcleos donde se cuecen las decisiones importantes. Y esa no es una cuestión baladí, porque ese distanciamiento ocasiona la DESVINCULACIÓN de las personas apartadas, no se sienten ligadas a las consecuencias de los planteamientos, la responsabilidad desapareció entre dimes y diretes. Siendo así, además, que a esa disgregación sobrevenida se apunta todo quisque, de arriba y de abajo. El habla deslavazada contagió a las conductas y las estrategias corruptas se activaron a su vera.

Oteemos los pronunciamientos a los que tengamos acceso. Que se habla de planes comerciales, programación en los servicios públicos de comunicación, planes sanitarios plagados de listas de espera, tratamiento de los emigrantes, proyectos de las variadas tendencias políticas; en cualquiera de los asuntos abundan los MENSAJES con unas directtices determinadas. Sólo que en la ceremonia de la confusión establecida, las gotas son arrastradas por las ventoleras. No sería extraño que fueran recibidos como elementos adscritos a la frivolidad ambiental; desde sus emisores tampoco percibimos el menor indicio de una reconversión franca, si acaso ocurre lo contrario.

Los ENFOQUES disgregadores actúan como apisonadoras, sin miramientos, el sector afectado o las repercusiones derivadas les resultan irrelevantes; el revoloteo insustancial favorecerá las actitudes caprichosas de quienes puedan permitirselo. Que a la historia miramos, no les importa en absoluto colocar a Jaime I como rey de Aragón, del territorio andalusú, abanderado del comunismo rancio o de las colonias en centroeuropa. En vez del estudio de los hechos pretéritos para la extracción de enseñanzas, tienden a disfrazarlos al gusto de los personajes prepotentes de la actualidad y sus seguidores irreflexivos.

Podemos repasar nuestra valoración de cuanto ocupa los discursos repartidos con profusión. En otra de las versiones del parloteo, sometidos al bombardeo diario de opiniones, como si su abundancia aumentara su solidez, que impresión nos causan las referencias a los asuntos LEGALES. Qienes acumulan los eximentes con una facilidad inusitada, como vemos la proporcionalidad y la equidad de las sanciones impuestas, el cumplimiento de las condenas y a quienes se investiga; con el afán de no contentarnos con los escritos tediosos, sino contemplando como se habla en directo y más aún, como se procede.

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