Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Algo más que palabras | Social | concordia

Necesidad de concordia

El ser humano necesita estar a gusto consigo mismo
Víctor Corcoba
jueves, 15 de marzo de 2018, 09:45 h (CET)

El mundo tiene necesidad de concordia, que es lo que nos hace realmente crecer humanamente, mientras que si sembramos discordia, nos destruimos a nosotros mismos. O sea, como dice la sabiduría popular, vive y deja vivir. Tal vez sea el primer paso para el sosiego, caminar hacia adelante siempre, y en ese andar, hacerlo en remanso y donándose, pues hasta el agua estancada es la primera que se corrompe. Por ello, es necesario un cambio de atmosferas interiores en cada uno de los moradores de las diversas culturas, si en verdad queremos un planeta feliz para poder marchar gozosos y confluir armónicamente. El afán consumista nos lleva a esa ansiedad de querer acapararlo todo, y a no disfrutar de lo que justamente nos trasciende, como puede ser disfrutar de la naturaleza o compartir los domingos con la familia. Quizás tengamos, en consecuencia, que reparar la siembra de oscuridades y apelar a otros lenguajes más del alma que del cuerpo; no en vano, la mayor fuente de sufrimiento es la enfermedad mental. Es público y notorio que la prevalencia de los trastornos mentales continúa aumentando, como indican los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), causando efectos considerables en la fortaleza de las personas y graves consecuencias a nivel socioeconómico y en el ámbito de los derechos humanos en todos los países.


Sin duda, el ser humano necesita estar a gusto consigo mismo, respetando al que piensa distinto. Lo fundamental radica en cobijar espacios amplios donde todos tengamos cabida. Lo negativo hay que olvidarlo siempre, más pronto que tarde. Y en este sentido, el trabajo también es un factor importante que afecta a la realización de la persona. A los jóvenes hay que ayudarles a conseguir empleo. Si faltan oportunidades pueden caer en la droga. Hemos de reconocer, por tanto, que este galopante desempleo que sufren algunos países, junto a los persistentes déficits de empleos decentes, francamente nos deja sin aliento, totalmente decaídos y desilusionados, máxime cuando los informes de referencia de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) muestran unos niveles verdaderamente escandalosos en muchas regiones del mundo. Menos mal que nos esperanza un poco que, en 2015, las Naciones Unidas lanzaran los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible. Desde luego, la labor es meritoria, pretenden poner fin a la pobreza, reducir la desigualdad y proteger nuestro planeta, tres aspectos primordiales que contribuyen a garantizar, tanto el bienestar de todos, como la placidez de uno mismo.


Lo que en realidad nos da paz, no es tanto el crecimiento económico y el aumento de ingresos, sino el sentirnos arropados y queridos unos por otros; de ahí, la necesidad de una mayor concordia entre todos, para poder de desterrar, de nuestro próximo futuro, cualquier aire discriminatorio o de exclusión social. En efecto, los mismos gobiernos han de comenzar a repensar en la creación de entornos propicios para mejorar la satisfacción de las personas. A mi juicio, será fundamental que se armonicen acuerdos y se prioricen planes de políticas públicas encaminadas a mejorar la calidad de vida de todos individuos. Con buen criterio, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) considera que la inclusión social, la equidad, el trabajo y la educación son especialmente importantes para esa dicha que todos nos merecemos. Por desgracia, estamos viviendo en una época de muchas contiendas. Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha vuelto a pedir que cesen los ataques contra hospitales y personal médico y que permitan el acceso a las poblaciones sitiadas. Solo en lo que va de año, ha habido sesenta y siete ataques contra centros médicos. Son más que la mitad de todos los que hubo en 2017. Qué pena y cuánto dolor desparramado inútilmente. Algo de veras estúpido. Cuesta entenderlo. Ojalá aprendiéramos de nuestra propia historia humana. Otro amanecer tendríamos.

Noticias relacionadas

Hay quien se pregunta, cómo es posible que, a veces, el personaje central de la política de un país goce de escasa aceptación popular, según suelen decir los medios que no le son afines, y luego se le vote por un considerable número de ciudadanos, e incluso, sin contar con mayoría absoluta. Cuando concurren estas circunstancias, algunos consideran que se trata de todo un enigma político.

Huyendo del frío, y sin entrar, como canta Sabina, en las rebajas de enero, ronda uno las calles entre cientos de rostros que asimismo vagan por la ciudad, hombres o mujeres, seres singulares, pues en la calle no existen los colectivos, solo las personas concretas.

No me puedo olvidar de aquel simpático personaje interpretado por Anthony Quinn en el cine, me refiero a Zorba, el inquieto griego tan expresivo. Para él suponía una enorme dificultad el comunicarse con palabras, la elocuencia no estaba entre sus dotes. Su fuerte radicaba en la danza, se ponía a enlazar movimientos con cualquier motivo.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto