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Zafarranchos ilustrativos

Las libertades valiosas no tienen nada que ver con el tufillo permisivo
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 23 de marzo de 2018, 07:12 h (CET)

Dejados al son del ruido ambiental, predominan las voces altisonantes de contenidos poco gratificantes. Las grandes aspiraciones compiten con las insuficiencias y limitaciones entre la confusión general. La sensatez salió desperdigada por los tirones de las opiniones caprichosas repetidas de sol a sol, inluidos el día y la noche. El orden de limpieza para quitar el LASTRE no parece suficiente. Las labores creativas tropiezan con la maraña de obstáculos oscurantistas de la peor calaña. La escasez de apoyos fidedignos aflige a las personas menos capacitadas, por la doble dificultad, no abundan y son difíciles de descubrir al estar mezclados con la morralla; mientras los desaprensivos arremeten con crueldad.


En el ANÁLISIS de cuanto percibimos, detectamos declaraciones controvertidas, afirmaciones arrogantes y contundencia a base de ruido insustancial; que no por repetidas son de mayor fuste. No obstante, semejantes fruslerías acaparan el panorama, hasta el punto de confundirlas con la sabiduría popular. Tampoco parece acertada la presunción del saber humano como único lenguaje. En este sentido, podemos preguntarnos por el lenguaje cósmico de fondo, de qué y cómo se habla en esas inmensidades. Que no alcanzamos en su desciframiento, es asunto de mucho calado; ni atisbamos los diferentes estilos comunicativos. A ver, que salgan a la palestra los sabios presuntuosos.


Y es que estamos muy mal acostumbrados a llamar a las cosas de cualquier manera, menospreciando el valor de lo mencionado, distorsionando sus contenidos y, en suma, subiéndonos a la extraña torre de Babel, en la cual, el galimarías se torna irreconocible, incluso para los de una misma comarca. Hagan la prueba con PATRIA. Un título de novela, una peligrosa trampa para incautos, la sede existencial genuina, elucubraciones enajenadas propaladas con mucha parafernalia, versiones e interpretaciones. Me apunto a la fascinante interrogación de Eduardo Chillida, “No será el horizonte la patria de todos los hombres”; a la que añado, porqué tantos, intentan recluirnos en pequeños recintos acordonados.


Somos personajes curiosos, embarcados en las vicisitudes de la realidad, solemos prescindir de las apuestas creativas; pero aún puede ser peor, al orientarnos a las ensoñaciones, porque dejamos de lado las más elementales realidades cotidianas. En ambos casos nos sobrevienen topetazos impresionantes. Bien por estancamiento, inadaptados a las modificaciones necesarias, o por la enajenación volandera que no aterriza nunca. Para convertir los mejores proyectos en realidades fascinantes, no cabe duda, antes hemos de aprender a forjar los mejores sueños, con el DISCERNIMIENTO adecuado, con anhelos bien fundamentados; una conjunción precisa para constituirlos en semillas selectas.


Otro zafarrancho gira en torno a la CREDULIDAD confianzuda. Esa especie redundante, por la facilidad en dar por buenas afirmaciones sin el filtro adecuado de sus aportaciones; y por su permanencia confiada en ese nirvana insustancial. Dicha comodidad lánguida se adapta al menor esfuerzo, pero atrae complicaciones de cara a la vida comunitaria. Por su dejadez, se instalan progresivamente en comportamientos irracionales degradantes, Repercuten en los sectores de la actividad social, rebajan el tono vital del conjunto, que pierde así entereza para afrontar los conflictos latentes, adversidades, maldades, corrupciones y malos tratos.


Qué me dicen de la tergiversación tan actualizada de los POPULISMOS. Me da igual su comienzo detrás de ciertas orientaciones; si bien, las consecuencias derivadas variarán según el marchamo de sus directrices. Sobre la base de un enorme número de personas perjudicadas, marginadas, silenciadas en los foros decisorios; todo se inicia con la captación de ese ingente grupo de afectados. No son precisos grandes medios, cuatro consignas oportunas bien repetidas, bastarán para que asistamos a la transformación de aquellas mayorías menospreciadas, vilipendiadas incluso; en unos pocos mandarines fatuos, enfrascados en la obtención de sus intereses particulares con rasgos totalitarios en sus comportamientos.


Pese a los desmentidos papales sobre su existencia, no debemos preocuparnos ni un ápice por la buena salud de las especies demoníacas. No están en peligro de extinción, basta con echar mano de la experiencia diaria para confirmarlos, su presencia es ubicua; hasta podemos pensar aquello de que cada uno llevamos dentro algún demonio en diverso grado de presteza. ¿Quién los suelta? Porque asoman desde cualquier esquina bajo curiosos pelajes; plantean retos innumerables a particulares y colectivos. El apaciguamiento de los DEMONIOS deviene en asunto primordial, exige llamar a cada cosa por su nombre para contrarrestar las conductas perniciosas a base de los adecuados proyectos morales y éticos.


La enjundia de los asuntos sobrevenidos, la contemplamos de diferente manera según el grado de PROXIMIDAD de sus evoluciones. Las distorsiones ocasionadas al respecto, dependen de esos distanciamientos o aproximaciones. En la práctica, la ética para los de fuera difiere de la ejecutada por los adentros, es un relativismo intempestivo. Observamos como espectáculos las desgracias lejanas, mientras clamamos contra los supuestos causantes de las propias. La asimilación coherente de los procesos lejanos y los cercanos, de las personas y el resto del mundo, nos desliza por un filo inestable, del cual no podemos zafarnos sin responsabilidades.


Sería conveniente acostumbrarnos al planteamiento kantiano de cómo consideramos al mundo. Como morada temporal sin mayores complicaciones, como correccional para ponernos en condiciones, como un manicomio a la antigua usanza o incluso como una cloaca. Supongo que habrá interpretaciones variopintas, añaden el problema de cómo ensamblarlas sin empeoramientos innecesarios; porque es insoslayable la vertiente comunitaria, del momento presente y de cara al futuro. Sin embargo, las dimensiones conocidas de los pensamientos habituales son bastante reducidas y el vuelco necesario para la tan deseada ARMONÍA, es una utopía en toda regla. Una invitación a mejores trayectorias, a sabiendas de su dificultad.


Algo chirría en la determinación de las correcciones para los comportamientos viciosos. Los desatinos escandalosos hacen pensar en el tratamiento que les dispensamos. Pederastas, manadas de sujetos agresivos, jovencitos emancipados en la calle, asesinos crueles, acosadores, incendiarios, drogados al volante; disfrutan de atenuantes injustificados. Porque las que denomino COACCIONES descarriadas se desviaron penosamente hacia las víctimas, sin atenuantes ni la pronta liberación de sus cargas, atemorizadas por los reincidentes, arrumbadas por el destino social implacable. La endeblez de los criterios favorece el mencionado desliz.


En estas muestras flagrantes de estupidez, plagada de actitudes arrogantes, desde los diferentes frentes, sobran los estímulos para la respuesta contundente de la gente con ambiciones comunitarias razonadas, pero las distracciones abundan y el TUFILLO permisivo acaba en una complicidad por negligencia.

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