Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Algo más que palabras | Social | Ser humano

Todo está en nosotros

El mundo es para todo ser humano, no únicamente para los privilegiados
Víctor Corcoba
jueves, 14 de junio de 2018, 07:21 h (CET)

Toda esta vida es un caminar en tránsito haciendo familia, hacia un mundo global, hacia una patria celeste; y, por ello, es de justicia alzarse, ayudar a levantarse, y vivir favoreciendo los encuentros, para que nadie quede excluido, de ese bienestar que es buscado y anhelado por cualquier ser humano. En efecto, todo está en nosotros, somos la esencia del hacer, la luz que nos esclarece o las tinieblas que nos degradan. Sin duda, el momento actual puede ser desastroso o esperanzador, todo va a depender de nuestras actitudes de acogida y protección, de colaboración y hermanamiento. Ha de hermanarse la humanidad. Entiéndase bien el término. Para empezar hay que decir ¡no! a cualquier tipo de rechazo. Los diversos gobiernos del mundo no pueden permanecer indiferentes ante ese mundo migrante que nos desborda, pero que es objeto de un tráfico ilícito como jamás se ha conocido. A propósito, un estudio reciente describe las principales rutas de contrabando y concluye que este tipo de trata es particularmente elevada entre los refugiados que, por falta de otros medios, necesitan recurrir a piratas para llegar a un destino seguro cuando huyen de sus países de origen. Bajo esta bochornosa realidad, es preciso ponerse en acción para un desarrollo humano más integrador, puesto que cualquiera de nosotros podemos ser mercancía de unos traficantes sin escrúpulos. Toca, pues, hacer piña en todo el orbe para poder dignificar cualquier existencia por ínfima que nos parezca.


En nosotros radica todo, el derecho a movernos o a no movernos, a emigrar o a no emigrar, porque el mundo es para todo ser humano, no únicamente para los privilegiados. No pongamos tantas barreras. Precisamente, el Día Internacional de las Remesas Familiares, que se celebra cada 16 de junio, está orientado a reconocer la importante contribución financiera de los trabajadores migrantes al bienestar de sus familias en sus lugares de origen y al desarrollo sostenible de sus países. También tiene como propósito alentar a los sectores público y privado y a la sociedad civil a hacer más y a colaborar para que esos fondos tengan el mayor impacto en los países en desarrollo. Por ejemplo, hay que hacer justicia en un mundo de tantas desigualdades, y aunque nos duela, no se trata de incrementar el bienestar de unos pocos, sino la dicha de toda persona. Nos corresponde reparar no tanto los discursos como las acciones, dejémonos de dar migajas, donémonos en alma y cuerpo hacia aquellos con los que nadie cuenta, hagamos valer los derechos fundamentales en todos, y pongamos en valía el vínculo que nos fraterniza como especie pensante. Querer es poder. Que nadie se confunda optando por un espíritu destructor. Únicamente cultivándonos corazón a corazón podemos construir moradas que nos concilien, nos unan y simpaticen. Esta es la cuestión. Sobre esto, en el fondo, se funda el trascendente valor de la hospitalidad, ofrecida a cualquier migrante necesitado de refugio.


En un momento de tantas huidas y abandonos, por el impacto de mil conflictos y violencias, urge que los países trabajen unidos para brindar seguridad a quienes la reclaman. De nosotros, y exclusivamente de cada cual, va a depender que cese esta atmósfera de preocupaciones, reconstruyendo vidas, o lo que es lo mismo, activando otros cultos con el lenguaje del entusiasmo, sabiendo que las cosas que crecen desde el amor, jamás desfallecen, y que quien protege existencias, acrecienta la suya también. Hoy más que nunca, las palabras de san Juan Pablo II nos estimulan a ese cambio en nuestro modo de ser y de actuar: “Si son muchos los que comparten el sueño de un mundo en paz, y si se valora la aportación de los migrantes y los refugiados, la humanidad puede transformarse cada vez más en familia de todos, y nuestra tierra verdaderamente en casa común”. Ojalá aprendamos a ser para los demás antes que para nosotros mismos. Por esta razón, es vital impulsar otras políticas más sociales, o si prefieren más poéticas, en el sentido de que todos somos necesarios e imprescindibles, también los migrantes y refugiados, los excluidos y marginados por este sistema injusto que se dice productivo, que nos endiosa hasta el punto de pensar que el mundo es nuestro o de unos pocos. La necedad no puede ser mayor. Organicémonos de otro modo más acorde con lo armónico, para que nadie se sienta un extraño, y todos nos podamos sentir útiles en la creación de ese cielo habitable, con más poesía que poder, con más horizontes que muros, con más autenticidad que falsedades. En cualquier caso, estamos en camino, para servir, no para servirnos del débil, algo tan aborrecible como comer su propia carne.

Noticias relacionadas

En la antigüedad, a quienes querían confirmar la veracidad de sus actos, se les sometía a la prueba de poner las manos en el fuego. Actualmente esta frase se suele utilizar para manifestar una plena confianza en alguien y dar testimonio de su honradez.

España legalizó el divorcio en 1981, bajo el gobierno de UCD de Leopoldo Calvo-Sotelo, esta ley marcó un hito en la sociedad española, que hasta entonces había estado regida por una fuerte influencia de la Iglesia Católica, una tradición conservadora y que para nada aceptaban las familias, era como una mancha, hasta les apartaban de cualquier reunión, incluso les estaba prohibido confesar y comulgar.

Pedro Sánchez, como egoísta, busca su acomodo obrando de manera incompatible con la decencia limpia y exigible a este rufián: el nuevo Quasimodo.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2024 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto