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Ser estoico

El libro de Massimo Pigliucci titulado Cómo ser un estoico nos hace reflexionar sobre la conducta
José Manuel López García
lunes, 25 de junio de 2018, 06:48 h (CET)

Ciertamente, este filósofo y científico a lo largo de las páginas de su obra mezcla o combina ideas de los filósofos estoicos, especialmente, de Epicteto con consideraciones propias sobre la existencia y experiencias vitales de distinta índole. Como profesor de Filosofía en el City College de Nueva York y con sus artículos y ensayos ha extendido su magisterio y sus planteamientos filosóficos a mayor cantidad de personas.


Indudablemente, Pigliucci no se recrea en el gran pasado del estoicismo como escuela helenística sino que pretende extraer enseñanzas que sean de utilidad para los tiempos actuales. Y aunque esto pueda parecer difícil no es una tarea imposible. Se puede ser mejor persona siguiendo las indicaciones estoicas. Creo que la clave está en entender que lo más relevante y lo esencial en la existencia auténticamente humana es el cultivo de lo que nos gusta más y vivir de un modo apasionado. Esto puede parecer contradictorio con lo que se suele entender por estoicismo que afirma el control de las pasiones y el logro de la tranquilidad de la mente y el ánimo o ataraxia.


Una de las cuestiones fundamentales es la de cómo nos deberíamos comportar en el mundo o en la realidad cotidiana. La premisa fundamental de la conducta adecuada debe ser, a mi juicio, el respeto o la consideración hacia los demás. Cualquier forma de desprecio o marginación es lo contrario a una buena conducta.Y es, en el fondo, el resultado de la ignorancia o el desconocimiento.


Massimo Pigliucci ya piensa y se comporta como un estoico, según confiesa públicamente en su libro. Pienso que partiendo de la posmodernidad líquida en la que estamos viviendo la actitud estoica es algo a tener en cuenta. Concuerdo con lo que dice Massimo Pigliucci acerca de nuestro poder de dominio sobre la vida, ya que escribe: «Uno de los principios fundamentales del estoicismo es que debemos reconocer, y tomarnos en serio, la diferencia entre lo que podemos y no podemos dominar». Lo que ocurre es que somos más capaces de lo que solemos pensar o creer. Y esto es algo que se olvida con cierta frecuencia, por desgracia, en la sociedad digital en la que existimos.


Estamos inmersos en los procesos naturales y no puede ser de otra manera. Es evidente la existencia real de la causalidad universal en la naturaleza. Esto lo sabían los filósofos estoicos y sigue siendo válido en la sociedad del conocimiento del siglo XXI. La filosofía de la vida se puede conformar desde la forma de pensar de cada sujeto humano. A mi juicio, depende de variables subjetivas que pueden ser ilimitadamente diferentes y diversas, según los intereses e intenciones de cada individuo.


Si bien parece claro que lo racional y deseable es que cada persona pueda desarrollar lo más que pueda el tipo o la clase de existencia que le haga sentirse más feliz y autorrealizado. Y los demás tienen la obligación ética de respetar la vida que cada uno quiera desarrollar. Los únicos límites existentes son los legales.


Como escribe Epicteto en sus Disertaciones «Algunas cosas están en nuestro poder, otras no». Y aunque Epicteto haya muerto alrededor del año 135 d. C. esto no presupone que sus ideas no sean aplicables también a nuestro mundo actual. Massimo Pigliucci insiste en que los resultados de nuestros esfuerzos son suficientes por sí mismos para que nos podamos sentir satisfechos de nuestra tenacidad, constancia y perseverancia en la lucha por vivir más y mejor. Y todo esto desde una actitud vital fluida y flexible.


Se ha criticado muchas veces a los pensadores estoicos de afirmar la resignación ante lo que sucede o el fatalismo, pero no es exacto, ya que como argumenta Pigliucci «Los estoicos que conocemos eran maestros, políticos, generales y emperadores, es decir, el tipo de personas que difícilmente hubieran podido caer en un letargo fatalista». Es evidente que los avatares externos o las circunstancias no se pueden controlar con la voluntad pero se puede influir sobre ellas. Por tanto, los objetivos internos o los planteamientos de cada sujeto si son una muestra de su libertad y de su capacidad de decisión.


La cuestión decisiva es, a mi juicio, saber que, si hacemos todo lo posible por conseguir lo que queremos, podemos estar satisfechos, tranquilos y felices. 

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