¿Es la Biblia un instrumento político partidista? ¿Puede utilizarse un mismo texto para defender posturas dispares? Un ejemplo: ¿Puede utilizarse este texto: “Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por mandato de Dios han sido establecidas”? (Romanos 13: 1), para defender la política migratoria de Donald Trump que consiste en separar a los hijos de los sin papeles para controlar a los padres y a la vez defender la esclavitud que se hizo en los estados confederados del sur? Con el texto citado fuera de su contexto inmediato y general de la Biblia, sí. Los dictadores pueden emparase en este texto para defender lo que ellos consideran el <i>origen divino de la autoridad</i> y así justificar su despotismo. No utilizan la Biblia como norma para corregir las acciones de gobierno sino para justificarlas. Esta utilización de la Biblia es muy peligrosa porque los malos gobernantes intentan poner a su lado al Dios justo para justificar sus injusticias. Dios no lo acepta de ninguna manera y más pronto o más tarde el peso de la justicia divina cae sobre ellos.
Para no caer en la manipulación de este texto mencionado es imprescindible tener en cuenta el contexto inmediato que son los versículos 2-7.Nos aportarán mucha luz que evitará caer en flagrantes injusticias de gobierno. Sí, el texto reconoce que las autoridades las pone Dios porque la anarquía conduce al desorden. Si todo el mundo hace lo que le parezca bien el resultado es el caos. “De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste, y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos” (v.2). Tal vez no oponerse a las autoridades significa que no debe ejercerse violencia para derribarlas. Pero en ningún caso significa que no se les deba decir lo que hacen mal. “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador” (2 Timoteo 2: 1-3).
Los creyentes en Cristo tenemos el derecho de dirigirnos a Dios para que nos libere de las autoridades injustas. Él las apartará en el momento que considere oportuno porque sabe lo que es más conveniente porque tiene una visión panorámica de lo que sucede, cosa que el hombre no posee. Puede hacerlo permitiendo que fallezcan tranquilamente en la cama, o de manera violenta debido a una revolución. Las elecciones cambian de manera pacífica a los gobernantes. Una moción de censura es otra manera de que Dios sustituya al gobernante que considera indigno de que siga en el poder. Las maneras son diversas. El cristiano no puede tomarse la justicia en su mano, invoca al Señor esperando que la ejecute Él según su voluntad. De maneras legítimas Dios sustituye a las autoridades que hacen mal uso del poder que les ha concedido para que gobiernen con justicia que es lo que aporta gloria a las naciones. La injusticia de los gobiernos es el oprobio de los pueblos.
Deambulando Israel por el desierto después de salir de Egipto y antes de entrar en la Tierra Prometida que tenía que recibir en herencia, el Señor anticipa que el pueblo dejará la trashumancia para convertirse en una nación organizada. Llegará el día que querrán un rey que los gobierne. Adelantándose el Señor, por medio de Moisés que es su autoridad delegada, les da el perfil que los gobernare tendrán que tener los reyes que los gobernarán: “Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley del original que está al custodio de los sacerdotes levitas, y la tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer al Señor su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos para ponerlos por obra. Para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos ni se aparte del mandamiento a diestra ni a siniestra, a fin que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos en medio de Israel” (Deuteronomio 17. 18-20).
David el gran rey de Israel que reinó durante cuarenta años, con desaciertos incluso, poco antes de fallecer dejó este testamento de buena praxis política “Estas son las palabras postreras de David: Dijo David hijo de Isaí, dijo aquel varón que fue levantado en alto, el ungido del Dios de Israel, el dulce cantor de Israel: El Espíritu del Señor ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua. El Dios de Israel ha dicho, me habló la Roca de Israel: Habrá un justo que gobierne entre los hombres, que gobierne en el temor de Dios. Será como la luz de la mañana, como el resplandor del sol en una mañana sin nubes, como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra” (2 Samuel 23:1-4).
El presidente del Gobierno a pesar de que pueda ser un auténtico siervo de Dios Altísimo no cambiará el país en el paraíso recuperado, eso queda para mañana cuando con el retorno glorioso de nuestro Señor Jesucristo venga a buscar a su pueblo para introducirlo en el Reino de Dios eterno. No tenemos que ser visionarios. A pesar de que tengamos gobernantes guiados por el Espíritu de Cristo, España no se convertirá en el país ideal, pero será muchísimo mejor de lo que lo es actualmente, que si es gobernada por personas que no tengan en cuenta aplicar en las tareas de gobierno los principios de la justicia de la Ley de Dios que aportan gloria a la Nación.
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