Desde su fundación Ciudadanos ha sido un partido a la contra, nunca han hecho ni una sola proposición positiva. Cuando algunos catalanes militantes del nacionalismo español decidieron que la deriva que tomaba el nacionalismo catalán no les favorecía crearon un partido político con el fin de guarecer en sus filas el odio, la ignorancia y el resentimiento contra todo lo que sonara a catalán. Así nació Ciudadanos en el verano del 2.006, no volveré a repetir el nombre de sus fundadores, no se merecen que manche ni una sola línea de este artículo con sus nombres, el nombre de renegados, pedigüeños de un mendrugo de subvención a España, y preñados de envidia por no haber sido, tal vez, premiados con la Creu de Sant Jordi por la Generalitat de Catalunya. Dejaron de mirar hacia la plaza de Sant Jaume para dirigir sus miradas y esperanzas de suntuosos óbolos hacia la Zarzuela, la Moncloa o el Ayuntamiento de Madrid.
Y todos estos émulos de político crearon del barro, como según la Biblia hizo Dios, un líder al que en las primeras elecciones presentaron desnudo, “como los hijos de la mar”. Todavía recuerdo aquellos primeros posters electorales que nos presentaban un Albert Rivera desnudo, en pelota picada, como signo de limpieza ante tanta corrupción como la derecha, representada por el PP, derrochaba y presumía. Pero en aquellas primeras elecciones el desnudo no triunfó, pocos fueron los creyentes que se hicieron adeptos a la secta ciudadana. Y la vida y la política siguieron.
Pero llegó un momento en el que, por la mala praxis política del PP solicitando firmas en toda España contra el nuevo Estatut de Catalunya, y los interesados ataques a Catalunya y su nuevo Estatut por los medios de comunicación madrileños y oficialistas de la Brunete Mediática y las ayudas, rozando la prevaricación, de jueces y fiscales de la Brigada Aranzadi, el independentismo catalán comenzó a crecer. Y de aquella primera manifestación del verano del 2010 protestando contra los recortes del Estatut aprobado por los Parlamentos de Catalunya y España se pasó a unos 11-S reivindicativos y con presencia multitudinaria.
Ante este crecimiento del independentismo los poderes fácticos, esos que nunca se presentan con la cara lavada y directamente a las elecciones, comenzaron a pensar que era necesario frenar las ansias de libertad de una gran parte del pueblo catalán. El poder económico dejó de tener a Mariano Rajoy y el PP como su caballo ganador y como el nuevo Cid Campeador que frenaría el independentismo catalán. La solución fue inflar el globo de Ciudadanos, y para inflar un partido cuya única ideología, al nacer, era ir contra la enseñanza en catalán, crearon un monstruo que ahora se les está yendo de las manos. Grandes empresas, bancos, y los socios del IBEX-35 pusieron sus esperanzas y, lo que es más importante, su dinero al servicio de Albert Rivera y hoy ven como el “juguete” con el que querían parar el independentismo se ha convertido en un émulo del fascismo más puro y duro, Y eso no les interesa, el gran capital quiere tranquilidad para seguir con sus lucrativos negocios, una tranquilidad que los matones callejeros auspiciados por Ciudadanos no les dan. Y el capitalismo ya está volviendo su mirada hacía Pedro Sánchez, líder de un PSOE cada día menos socialista, menos obrero y más español.
Albert Rivera junto con su “Emperatriz del Paralelo”, también conocida como “la hija del policía”, Inés Arrimadas para los amigos, están nerviosos, sus acciones entre los poderes fácticos cotizan a la baja, y desde que, hace poco más de tres meses, el PSOE, con los votos de Podemos y los nacionalistas mandó a Mariano Rajoy fuera de la política, nerviosos y descolocados. En estos momentos, y ante la encarnizada lucha por el voto de la extrema derecha, voto que han de pelear contra Casado y el PP, a Albert Rivera y sus mesnadas tan sólo les queda mostrar su verdadera cara, la del chulo de barrio que atemoriza a los vecinos con su violencia de macarra.
Desde mediados de Agosto la violencia física y verbal en el ámbito de Ciudadanos es su única ideología, la de los mamporreros del fascismo. Quieren, a toda costa, hacer creer que en Catalunya existe crispación y violencia entre los catalanes. Ya anunció Aznar que antes se rompería Catalunya que España, y estos bastardos del aznarismo y la falange es lo que están intentado, muchas veces con la inestimable ayuda de policía, guardia civil, jueces y fiscales, que les amparan en sus tropelías y razias nocturnas donde llevan armas blancas y van con la cara tapada, disfrazados de miembros del Ku Klus Klan.
La última hazaña de Albert Rivera, en el más puro estilo joseantoniano, lo digo por el fundador de la Falange, fue su actitud el viernes pasado durante una entrevista con la magnífica periodista Lidia Heredia en TV3. Dedicó todo su tiempo a insultar a la periodista y al resto de periodistas de la casa, graves insultos de los que no presentó prueba alguna, no podía presentarlas porque TV3 es, tal vez, la única televisión pública del Estado español que puede presumir de pluralismo. Ni TVE, ni el resto de televisiones públicas del Estado hacen cada día un ejercicio de pluralidad como el que, desde hace muchos años, viene haciendo la Televisión pública de Catalunya.
Albert Rivera llegó a TV3 con la lección aprendida y preparada. Su misión era la de desprestigiar tanto a la televisión catalana como a los Mossos de Esquadra. Insultó sin pruebas, quiso que se le preguntara lo que él quería y, lo que es más grave, faltó totalmente a la verdad y a la libertad de expresión. Pero se salió con la suya, tanto Antena 3 como Tele 5, televisiones generalistas al servicio del españolismo más casposo y cutre, especialmente en los programas de Susanna Griso y Ana Rosa Quintana, estuvieron a su lado, defendieron la postura de chulo barriobajero de Albert Rivera y atacaron a Catalunya, como cada día. Siento vergüenza ajena por los que se consideran periodistas y están en estos programas, entiendo que para comer hay que hacer muchas cosas, pero lo que ellos hacen para comer o vivir bien es lo mismo que hacen cada día muchas prostitutas, prostituirse al mejor postor. Qué vergüenza, y qué vergüenza que los Colegios Profesionales de Periodistas de España no se hayan solidarizado con la gran profesional que es Lidia Heredia y con los periodistas de TV3 que tuvieron que aguantar que un chulo de opereta que, tal vez, se cree Donald Trump, les insultara sin pruebas y con el único motivo de ganar votos.
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