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Estrasburgo y la exhumación de Franco. Torra y sus ínfulas

Socialistas y soberanistas catalanes quieren morder un hueso demasiado grande para sus quijadas
Miguel Massanet
lunes, 19 de noviembre de 2018, 08:49 h (CET)

Es obvio que estamos ante una situación que hace temer por que los meses venideros vamos a vernos obligados a soportar toda clase de declaraciones demagógicas, evidentes sobredosis de propaganda política y, como es ya habitual en este gobierno socialista que, aparentemente, intenta gobernarnos mediante una avalancha de promesas, propuestas y ejercicios de un futurismo que nadie sabe cómo se podrá llevar a cabo, debido a que estamos ante un ejecutivo en clara minoría en el Parlamento y dependiente de una serie de apoyos, demasiados, para que pueda garantizarnos lo que va a ocurrir en los años 40, cuando la realidad es que ha sido incapaz de decirnos, con un mínimo de coherencia lo que va a ocurrir en este país en un periodo de quince días. Por ejemplo ¿qué tiene previsto que suceda con los PGE? Su habitual postura camaleónica en sus dos fases más llamativas de avanzar un paso y volverlo a retroceder y en la archiconocida facultad de cambiar el color de su piel según el lugar donde se halla ubicado. Las elecciones andaluzas a las que muchos se empeñan en quererles dar un significado trascendental como premonición de los que sucederán en las generales del 2020, sin tener en cuenta que, por muy bien que les pueda ir en el seno del socialismo en Andalucía y sus apoyos en este adelanto de las autonómicas, quedarán todavía dos años hasta las legislativas en los cuales ( ya se está viendo la serie de errores garrafales cometidos por Sánchez en sólo cinco meses de gobierno) es muy posible que, salvo que consiguiera, con el apoyo de Podemos, darle un vuelco a la Constitución y, de paso, a lo que es nuestra democracia parlamentaria, en su intento de instituir un gobierno de carácter totalitario algo que, con toda seguridad, es lo que está tramando el líder de Podemos, Pablo Iglesias, si es que se lo consienten sus compañeros de partido acostumbrados a andar por libre y no acaban por destronarlo de su puesto de líder por considerarlo un peligro para dirigir un grupo asambleario como presumen de ser. Ya tiene sus problemas con varias circunscripciones, como Andalucía, Galicia o Madrid, donde parece que sus compañeros no están por la labor de seguirle en su empeño de designar a los candidatos mediante el sistema de primarias.


Y, entre las cuestiones que, durante estos últimos meses, han tenido una relevancia por encima de las otras, nos encontramos con una, traída a colación por los inconformistas de siempre que intentan, sin necesidad alguna, falta absoluta de urgencia y en un intento de provocar a las derechas, el introducir un tema cargado de lo que se podría calificar como morbo escatológico, una propuesta oportunista del PSOE que, como es natural, inmediatamente ha conseguido el beneplácito de todas las izquierdas y de una parte de los partidos de nuevo cuño, menos extremistas, pero que comparten con los comunistas este rencor, odio, resentimiento, falta de una información veraz e impotencia, que vienen arrastrando desde que el general Franco, con sólo dos mil legionarios y soldados marroquíes, consiguió pasar el estrecho de Gibraltar, eludiendo la vigilancia de la escuadra republicana y ocupando, en tiempo record, una gran parte del Oeste de la península, comprendida Galicia y parte de Andalucía, incluida la ciudad de Sevilla, gracias a un golpe de mano del general Queipo de Llano. El resultado de esta aventura es de todos conocido y, si no fuera por el empeño de los comunistas y separatistas de reivindicar continuamente aquella derrota, como justificación de determinadas peticiones, reclamaciones, indemnizaciones y venganzas, no exentas de intentos de obtener, de la Administración, compensaciones y gabelas, con la poco edificante pretensión de que la nación sea la que pague la amargura, pena o añoranza, de familiares perdidos, con moneda contante y sonante, que es lo que, en realidad, pretenden todos estos que tanto se acuerdan de sus abuelos o bisabuelos desparecidos en la Guerra Civil, tan a destiempo y “oportunamente”. Es aquello que denuncia el refranero español, cuando se dice que: “barriga llena no siente pena”.


Entre lo que los socialistas han decidido utilizar para darle carne a la bestia ávida de venganza, encarnada por quienes necesitan saciar los rencores que todavía guardan en su interior o para dales satisfacción a quienes piensan que, con la izquierdas en el poder, su vida va a dar un cambio y que van a empezar a saborear las mieles de la riqueza solamente votando a los oráculos partidarios de las doctrinas de Lenín; se comprende, sin duda, esta decisión de Sánchez y su grupo, de exhumar los restos del general Franco de su sepultura en la basílica del Valle de los Caídos, terreno sagrado por supuesto, para, según sus propias manifestaciones “que no siga siendo centro de peregrinaciones de los muchos partidarios que, aún muerto, siguen manifestando su respeto y añoranza de él”. Aun creyendo que no existirían obstáculos importantes para conseguir su plan, el tema se les ha complicado porque no cayeron en algo tan simple como que, la familia del anterior Jefe del Estado previo a la democracia, disponía de una sepultura en la basílica madrileña de La Almudena, en pleno centro de la capital de España. Visitas al Vaticano de la señora Calvo, entrevistas con el cardenal secretario, embustes de la señora Calvo y subsiguiente desmentido del Vaticano, acabaron con la decisión de un gobierno irritado de pasar por encima de todo y enviar los restos del general a un lugar donde no pudiera ser visitado por nadie.


No obstante, señores, cuando ya parecía que, a la fuerza, en contra de los deseos de la familia de Franco y manu militari, el gobierno iba a conseguir su propósito, ha salido un impedimento que, en este caso, viene de la Europa comunitaria, el Tribunal de derechos Humanos de Estrasburgo ( Francia) . Una condena a Polonia por la exhumación de dos personas, fallecidas en un accidente de aviación, ordenada por un fiscal pero sin atender a la oposición de sus viudas. El alto Tribunal consideró lesionado el derecho de las viudas, considerando que se dejó a las afectadas sin la opción de cuestionar la medida. ¿Qué decidiría el tribunal de Estrasburgo si la familia de Franco decide llevar al mismo la situación en la que ha puesto, el Gobierno de España, a una familia a la que, primero, se le obliga a aceptar que su abuelo deje de estar enterrado en una iglesia católica, sin otro motivo que el de una revancha en contra de un régimen que estuvo 40 años vigente en España y que finalmente, al cabo de unos años de rechazo, fue aceptado por todos los países del mundo?; y, en segundo lugar, ¿ qué argumente se puede oponer a los deseos de la familia de que, ya que se le niega continuar reposando en su sepultura actual, vayan los restos a reposar en una sepultura de la que ya disponían, con anterioridad, en la catedral de la Almudena? Me temo que las cosas se les ponen complicadas a la señora Calvo y a todos los que tenían planeado humillar al que no tuvieron narices, durante los 40 años como Jefe del Estado español, hasta que murió de muerte natural, de descabalgarlo del poder.


Y ahora un comentario respecto a lo que sigue ocurriendo en Cataluña, a pesar de que se aplicó el 155 de la Constitución y de que, los mismos que contribuyeron a que se pudiera aplicar, por cuestiones que no se pueden considerar más que como traición a la patria, como desobediencia a la Constitución y como un pago fraudulento que el señor Sánchez les está haciendo a los separatistas catalanes con el único objetivo, aunque ello pudiera suponer dar paso a un proceso en el que se empezara a permitir que los nacionalistas catalanes ( a los que, inmediatamente, iban a imitar los vascos; que ya lo han venido advirtiendo, en cada ocasión en la que los catalanes han hecho una reivindicaciones en el sentido de avanzar hacia la independencia; que ellos, los vascos, no iban a consentir ser menos en nada que los catalanes consiguieran del Estado español) fueran consiguiendo sus objetivos de autogobierno hacia la independencia, de mantenerse en el Gobierno el tiempo suficiente para poder instalarse en él mediante la práctica de ir dictando leyes, normativas, disposiciones o cambios que fueran erosionando el actual sistema democrático español, como un medio ( algo que ya han venido practicando en Andalucía con el tema de los PER ‘Plan de Empleo Rural’ un sistema que ya se ha convertido en costumbre y que se ha prestado a la mayor tomadura de pelo a la Administración del Estado y a todos los españoles del resto de España por el que, la Junta de Andalucía paga durante el año a los trabajadores del campo cuando no tiene trabajo de recolecciones; un sistema que se ha prestado a todo tipo de trampas y chanchullos, pero que les garantiza a los socialistas un buen puñado de votos cuando hay elecciones) para conseguir el apoyo de los independentistas a un gobierno que se mantiene en el filo de la navaja pero que actúa como si estuviera respaldado por la mayoría de los españoles. Una posibilidad que parece que no se atreve a afrontar el PSOE al negarse a que se celebren elecciones anticipadas.


No obstante, creemos que ya se ha llegado a un punto en el que la actuación del gobierno de P.Sánchez ha entrado en un espacio que supera a todas las líneas rojas que se pudieran llegar a permitir cuando, en un alarde de insensatez, de rendición ante el nacionalismo catalán, no ha dado una respuesta tajante e inmediata a este personajillo, una especie del maléfico Mr. Scrooge del cuento de Navidad de C.Dickens, que pretendía convocar una “cumbre” en la que el gobierno español en pleno y el “gobierno” catalán, mantuvieran una reunión de “alto nivel” en la que “de igual a igual” se discutiera el futuro de Cataluña. Incomprensiblemente, seguramente parafraseando al señor Marlasca, ministro de Interior, que dijo que no había que “alarmarse demasiado” por sucesos como el del ataque con pintadas a la casa del juez Llarena en una ciudad de Cataluña, nadie parece haberle dado a esta pretensión la importancia que se debiera ya que supone que, Cataluña y España, se sitúan al mismo nivel, un absurdo que, ni remotamente, se debería poder admitir. En realidad ya nos cuesta entender cómo se consiente la serie de delitos que se permite que tengan lugar en Barcelona, en manos de una alcaldesa procedente de los activistas antisistema, que no sólo permite los “manteros”, los okupas, sino que tiene sujeta a la guardia urbana para que no actúe tal y como es su obligación. El resultado: más de 300 hurtos al día y más de 81.000 delitos cometidos en Barcelona desde el mes de Enero del corriente año.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos como el deterioro evidente que está experimentando nuestro país no hace más que favorecer a todos aquellos que siguen intentando, por todos los medios a su alcance, destruir el orden, impedir la aplicación de las leyes o acentuar la inseguridad ciudadana, como un medio para seguir manteniéndose en el poder, gracias a convertir a España en una nación tercermundista. Y lo van a conseguir, no se crean.

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Es propio de estas fechas hacer balance del año. Pero, entreviendo conclusiones poco gratas, opto por emprender una cavilación breve y escrita sobre la noción, más genérica, de cambio o transformación, ese “leitmotiv” recurrente del progresismo contemporáneo cuando medimos cualquier mutación en términos de avance social.

Cuando las jerigonzas se extienden en los ambientes modernos, las habladurías altisonantes no pasan de generar unas algarabías sin sentido. Los hechos repercuten en cada ciudadano, sin guardar relación con lo que se dice. Se consolida una distorsión de graves consecuencias, lejos de ser una rareza, se generaliza en la práctica diaria.

Como la lluvia fina que parece que no, pero cala hasta los huesos: el mensaje es claro, quieren que acabemos pensando que “lo que nos viene encima es irremediable”, que los recortes que van a dar en el Estado del bienestar de aquellos que todavía tienen la suerte de tener una nómina, son absolutamente necesarios.

 
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