El término castellano «secta» puede provenir del latín sequi: seguir, que se aplicaba a las escuelas de filosofía (de donde viene sectátor y sectatorios: ‘adherente’, ‘seguidor’, y se refiere a ‘seguir a un maestro o líder’). También se han planteado dudas sobre si proviene del latín secare(‘cortar, separar’). De secare, provienen las palabras «insecto» y «sector». En ambos casos está presente la idea de separación. El término peyorativo cult, equivalente a la palabra española «secta» en su acepción más común, indica el grupo que tiene un alto grado de tensión con la sociedad circundante.
Una secta destructiva, es un grupo de personas que sigue un determinado movimiento religioso o ideológico, en la cual se practica el control mental; por lo que, bajo una apariencia inofensiva, puede ser muy peligrosa; por los efectos nocivos que producen en los miembros. Estos efectos se perciben a largo plazo y por lo general rayan en escandalosos casos de índole violenta con tintes suicidas, homicidas o incluso genocidas.
Son grupos que se presentan bajo forma de asociación, o asociaciones que aparentemente abarcan temas culturales, políticos, religiosos o incluso de tratamiento frente a enfermedades -como el cáncer-, o problemas sociales. Se caracterizan principalmente por usar técnicas de persuasión coercitiva como método de influencia social, previamente se usan métodos de seducción y además cuentan con uno o varios líderes. Es muy frecuente una jerarquía piramidal de orden. Suelen usar además situaciones de desorientación social como desastres naturales, de guerra o terrorismo, para reafirmar el fin generalmente apocalíptico del mundo y su falsedad, muchas veces también con fin lucrativo. En algunos países están catalogadas como destructivas o peligrosas y por lo mismo prohibidas, actuando a menudo en la clandestinidad.
El uso y abuso de substancias estupefacientes consideradas destructivas para la personalidad del hombre -y de la mujer-, sirven para alejar de la realidad mundana, a los individuos que captan entre sus filas, ya que con este uso, se puede controlar mejor la mente y por extensión el resto de actitudes psicolólgicas de la persona. Es un sistema válido, para hacer creer al captado, de que la sociedad se encuentra equivocada y podrida y que la sola pertenencia a la secta, le va a dar una vida diferente, distinta, mejor. La falsedad y la mentira, son dos de las poderosas armas con las que cuentan las sectas, que no hacen otra cosa, que servirse de la manipulación mental, para su propio beneficio. Hemos asistido a un crimen horroroso, de dos individuos, que viven al margen de la legalidad constituida. Su pertenencia a una determinada secta, nos hace plantearnos el porque de la “aparición” de éstos grupos destructivos, que solo generan desasosiego, y que provocan en los adeptos de captan, el horror en todas y cada una de sus actuaciones.
Al parecer, pertenecían a la secta de los Iluminati, es decir a los Iluminados de Baviera, una sociedad secreta, con organización para-masónica, de la época de la Ilustración, fundada el 1 de mayo de 1776, la cual manifestaba oponerse a la influencia religiosa y los abusos de poder del estado. Como símbolo de la organización eligió el mochuelo de Atenea, la diosa griega de la sabiduría. El fundador, Adam Weishaup, vio en la Orden de la Rosacruz, una orden mística espiritual afín a la masoneria, el modelo a imitar en su naciente organización. La orden de los Iluminados estaba comprometida con el modelo ilustrado.
La meta era la mejora y el perfeccionamiento del mundo en el sentido de libertad, igualdad, fraternidad, la mejora y perfeccionamiento de sus miembros. Eso comenzó en la «Época juvenil», con el surgimiento de los primeros estados, que se desviaban más y más hacia el despotismo. De ahí surgió la nostalgia del paraíso perdido de la ausencia de dominio: «el despotismo mismo debería ser el medio para facilitar el camino a la libertad» escribió Weishaupt en una redacción para la clase de misterio de su orden. En el «tiempo de la madurez» el género humano superará el despotismo sin violencia a través de la provocación de la nostalgia, de la libertad, mediante la ilustración y mediante el autodominio que Weishaupt impartía. Para difundir ahora esta ilustración y para devolver a los hombres a la «tierra prometida», debía de ser la tarea de las escuelas ocultas de sabiduría, a quienes Weishaupt les presuponía una línea tradicional ideal desde los protocristianos hasta los masones. Aunque es verdad que los francmasones declaran ser apolíticos, los Iluminados les servirían como máscara.
La secta, no ayuda a la “iluminación” de sus miembros, sino que los somete, sojuzga y sobre todo les anula su personalidad, que no es otra cosa, que la muerte lenta del individuo captado. La manipulación, como si fueran “marionetas”, es una de las muchas formas que tiene la secta para hacer adeptos y actuar.
¿Estamos ante una crisis de creencias? El abandono del sentido de la trascendencia, que nos ofrecen determinadas manifestaciones religiosas, nos lleva, al surgimiento de todos éstos grupos, destructivos, en los que la voluntad del hombre, es sometida a las más horrendas vejaciones. Sus reuniones secretas, sus rituales, su forma de dominar la mente humana, nos debe preocupar sobremanera. Los que tengan una Fe -me incluyo-, debemos rezar a Dios, para no caer en las manos de grupos destructivos como éste. Porque si siguen acampando a sus anchas, estaremos abocados a la muerte trágica como la ocurrida en la localidad valenciana de Godella.
Seamos valientes, y digamos no a todo lo que nos ata y nos anula. Como hombres y mujeres libres, actuemos en consecuencia, dejando de lado toda forma de destrucción de nosotros mismos. Vale.
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