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​Derrochando, P.Sánchez “hará que pase”, en España, lo del Titánic

“El mago hizo un gesto y desapareció el hambre, hizo otro gesto y desapareció la injusticia, hizo otro gesto y se acabó la guerra. El político hizo un gesto y despareció el mago”. Woody Allen
Miguel Massanet
jueves, 4 de abril de 2019, 16:00 h (CET)

Es verdaderamente alucinante la forma en la que, el señor Sánchez y sus colaboradores, los ministros, están manipulando de forma tan descarada a la opinión pública, con el evidente intento de hacer crecer un clima de miedo respeto a la posibilidad de que, un partido de centro-derecha, llegara a ocupar la presidencia del nuevo gobierno que pudiera surgir de las urnas, en las votaciones del día 28 de este mes. Están asustados de los buenos resultados que, las sucesivas encuestas les están anunciando y, conocedores de lo que representa vender la piel del oso antes de haberlo cobrado están intentando, por todos los medios a su alcance, que son muchos, impedir que entre su electorado cunda la idea de que todo está ganado, que la votación ya está asegurada y que las derechas no tienen ninguna posibilidad de conseguir la victoria. Saben que la abstención está ahí y, como les sucedió hace muy poco en Andalucía, las sorpresas siempre pueden surgir si, como temen, una parte de sus futuros votantes empezara a pensar más en que, un día de playa, de montaña o un viaje de recreo, sería mucho más placentero que situarse a la cola de un colegio electoral.

El intento de que España, bajo el tiempo en el que los socialistas llevan gobernando, ha dado un salto en sentido positivo y, al mismo tiempo, de expandir la idea de que todo está controlado y el futuro se presenta esperanzador; parece que, no solamente se ha instalado en la propaganda del Gobierno del PSOE, sino que, como ya hemos podido controlar en algunas comunidades autónomas como, la catalana y la vasca, sabedoras de que un gobierno o una coalición de los partidos calificados de constitucionalistas ( está demostrado que el PSOE del señor Pedro Sánchez ha dejado de serlo desde el momento que ha vendido, por el plato de lentejas, su defensa de la unidad de España. Iceta lo dijo con toda claridad: un periodo de 10 años y un aumento significativo del porcentaje de catalanes favorables a la independencia del país, sería bastante para que el Gobierno del Estado español tuviera que reconsiderar su postura respeto a la unidad de España) sería lo peor que les podría suceder en cuanto a la posibilidad de llevar adelante sus objetivos separatistas.


Más tarde, ante el aluvión de críticas que cayó sobre su persona, el propio Iceta tuvo que matizar, rectificar e intentar aparecer, tarde ya, como un eficaz defensor de la unidad de España. Pero el descuido o la indiscreción del político catalán ya había aparecido por todas las portadas de los periódicos y las revistas, las pantallas de las TV y los mentideros políticos de todo el Estado ya se habían referido a ella. En consecuencia, tal como ha tenido que aceptar Podemos, por otros motivos, evidentemente; los políticos separatistas catalanes, cada vez más enredados en sus desavenencias en cuanto a cómo se debe desarrollar “el process”, han decidido optar, como mal menor y ante las continuas declaraciones del señor Sánchez de que desea continuar el “diálogo” con los soberanistas ( nunca ha sido capaz de explicar qué clase de concesiones les está dispuesto a hacer que sean capaces de cambiar la idea, repetida hasta la saciedad,, por Puigdemont y Torra, de que lo único que vale es la convocatoria de un referendo, acordado con el Estado español, en el que se les permitiera a los catalanes escoger su destino) sin que, hasta este momento, ningún ciudadano español haya conseguido averiguar cuáles iban a ser las concesiones ( Sánchez ha dicho que nunca les dará la independencia) que se les otorgarían, en forma de más transferencias o de una mayor financiación, más infraestructuras o restricciones a lo poco que queda, en Cataluña, respeto al uso del castellano; todo ello a cambio de renunciar ( no se sabe si definitivamente o durante un plazo estipulado) a seguir reclamando su propia independencia.

La realidad, la que siguen los catalanes que gobiernan la autonomía, empeñados en ocultar; la que periódicos como La Vanguardia y otros caracterizados por sus simpatías por el proceso independentista, (muy ligados con las subvenciones que, la mayoría de dichos medios de información sitos en Cataluña, vienen recibiendo periódicamente), se esmeran en encubrir. La verdadera situación en la que se halla esta parte de España, no solamente en cuanto a la situación social sino, más bien, la creada por los enfrentamientos entre catalanistas, separatistas y el resto, que no quiere vivir en un territorio que no sea parte de España, vienen produciendo serias colisiones entre unos y otros, de modo que la famosa división entre “las dos Españas” de la que habló Antonio Machado y reflejó en aquellos versos de uno de sus poemas, tan descriptivos de una actualidad donde los españoles se mataban los unos a los otros, con estas palabras: “Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón…”. Pero son los datos que van apareciendo, muchos de ellos en las páginas interiores de los periódicos, los que contradicen todas las aparentes muestras de falsa euforia de las portadas, en los que, si queremos enterarnos de lo que verdaderamente está pasando en Cataluña, son aquellos en los que deberíamos fijarnos.


Un ejemplo, La Vanguardia habla de un “buena año para el empleo” basándose en el dato del mes de marzo respecto a nuevas altas en la Seguridad Social catalana, pero se olvida decir que estos datos de los que tanto presume, unidos al aumento de 2000 de personas salidas del desempleo, resulta que son los peores en los últimos años. No hablan de que, la mayoría de los indicadores que maneja el Ministerio de Economía (la ministra padece de mudez) están en rojo. La inversión extranjera en Cataluña, durante el 2018 cayó un 11´7%. La demanda de electricidad acumula en cuatro de los últimos 9 meses con tasas de crecimiento negativas. La venta de automóviles lleva 6 meses a la baja y sigue la tendencia. La señora Lagard, presidenta del FMI ha advertido seriamente a España dela necesidad de vigilar el gasto público y la OMC acaba de advertir nuevamente de “su grave preocupación por el estancamiento, cuando no un retroceso, del ritmo de crecimiento del comercio global y lo que esta situación económica que tenemos tan cerca, pudiera repercutir sobre el empleo, su calidad, su influencia sobre los precios de lo que consumimos, su impacto negativo sobre el desarrollo, la pobreza y la desigualdad.”


Cuando leemos estos artículos y, por otra parte, vemos con qué alegría este gobierno socialista, como, en su día, también hizo el señor Rodriguez Zapatero, hace oídos sordos a lo que ya es vox pópuli en los mentideros económicos; todo ello con la espada de Damocles que tenemos pendiente con respecto a los resultados del “brexit” de los ingleses, sentimos la impresión de que puede que, de alguna manera, se esté reproduciendo la posibilidad de que lo que sucedió en noviembre del 2011, un momento en el que España estuvo a punto del colapso total, si el PP no se hubiera hecho cargo de la situación para, casi milagrosamente, conseguir que no cayéramos en las garras de los famosos “hombres de negro” y la draconianas condiciones que se les ponía, por la UE, a aquellas naciones que no fueron capaces de sobrevivir a la gran recesión de aquellos años. Por desgracia estamos viendo cómo, el caso de Alemania, una de las potencias más sólidas de la UE, después de 4 años de superávit fiscal, ahora se ve en la necesidad de ir parcheando los síntomas de desaceleración acudiendo al sector público. Y es que, los entendidos en estas cuestiones, ya no nos están hablando solamente de desaceleración de la economía, sino que ya se están oyendo que existen indicios “creíbles” de recesión económica.


Y ante este panorama, si no para preocuparse excesivamente sino, más bien, para utilizar la prudencia, no meterse en grandes cambios, especialmente si estos cambios requieren inversiones que, para algunos, ya están sobre la cifra de 80.000 millones de euros si, como parece, el señor P.Sánchez, persiste en su idea de dar el gran vuelco al actual sistema económico del país, por el que nos regimos, para entrar en lo que ha venido siendo la mutilación de la iniciativa privada, la estatalización de la economía, el dirigismo de la industria y el comercio, con la consecuente promoción del sector público por encima de la potenciación de la actividad privada que siempre, mediante el sistema de libre empresa y la ley de la oferta y la demanda, ha sido lo que ha conducido a las naciones capitalistas a conseguir resultados, incluso en el campo social, mucho más importantes y prolongados que los que se pudieran obtener por ninguno de los otros sistema de producción dirigida.


¿Gastar más y subir los impuestos que siempre acaba por producir el efecto contrario y se recauda menos? Puede que, el señor P.Sánchez, se crea que, porque todavía los grandes países de la CE no se han detenido demasiado en el análisis de lo que está ocurriendo en España, bajo su gobierno y el estancamiento que, tanto en Cataluña como en el resto de España, se está produciendo en lo que debería ser la actividad propia de las instituciones de la Administración del Estado o Autonómicas, mientras no se llegan a solucionar problemas de tanta importancia como es el de Cataluña y, estamos a las puertas de unas elecciones en las que parece que quienes van a salir elegidos son los mismos que nos han conducido, por anteponer sus pretensiones electorales que el bien de España, a la delicada situación actual; para lo cual se vienen valiendo del engaño y la compra de votos a base de conceder a todos los que pidan algo, sea sensato o no, lo que pidan. Siendo muy posible que, de acuerdo con nuestras posibilidades de gasto público, de endeudamiento público y de déficit público, sea imposible de cumplir si ganaran las elecciones. Una situación que, evidentemente, se va a producir, antes o después; una situación que va a colapsar el sistema y vamos a tener que volver a empezar un camino que, el PP y el señor Rajoy, con todos sus defectos y corrupción, supieron llevar a término con éxito; aunque, finalmente, la forma de conducir el problema catalán, verdaderamente catastrófica, y la bazofia de la corrupción de algunos de sus políticos, poco controlada por la Dirección, acabara con el crédito de Rajoy y el previsto hundimiento del PP. Y ello marcó un cambio radical en el destino de España.

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Censura. No la juzgo como una práctica muy denostada en estos días. Por el contrario, se me antoja que tiene más adeptos de los que, a priori, pudiéramos presumir. Como muestra de ello, hay un sector de usuarios que están abandonando cierta red social para migrar a otra más homogénea, y no con el fin de huir de la censura, sino por la ausencia o supresión de la misma en la primera de ellas.

Vivimos agazapados sobre los detalles mínimos a nuestro alcance y llegamos a convencernos de que esa es la auténtica realidad. Convencidos o resignados, estamos instalados en esta polémica de manera permanente; no aparece el tono resolutivo por ninguna parte. Aunque miremos las mismas cosas, cada quien ve cosas con matices diferentes y la disyuntiva permanece abierta.

El nombramiento de Teresa Ribera huele que apesta, aunque el Partido Popular y el Gobierno han escenificado perfectamente su falso enfrentamiento. Dicen en mi tierra que entre hienas no se muerden cuando no conviene o, si lo prefieren, entre bomberos no se pisan la manguera. El caso es que el Gobierno y sus socios ya celebran por todo lo alto ese inútil e inesperado nombramiento.

 
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