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¿De dónde salen los recursos para pagar el separatismo catalán?

El problema catalán “es de mala gestión: gasto público desmedido e impuestos altos, con creciente inseguridad jurídica que les hace perder empresas, actividad económica y empleo” J.M.Rotellar
Miguel Massanet
lunes, 8 de abril de 2019, 16:34 h (CET)

Usted, seguramente es una persona normal, un ciudadano responsable que acude al trabajo cada día, que tiene que cumplir con un horario más o menos flexible y que está ocupado todos los días de la semana, lo que, con toda seguridad, no le va a dejar demasiadas horas libres si, además, tiene que atender a una familia, tiene hijos de los que ocuparse y desea leer la prensa o ver la TV para enterarse, aunque sea someramente, de lo que está sucediendo en España y en el resto de las naciones relacionadas, de una u otra manera ( hoy el mundo es un pañuelo) con nuestro país y, por ende, con todos nosotros, porque sabemos que, a diferencia de lo que sucedía hace cien años, lo que ocurre en nuestras antípodas, de lo que en otros tiempos tardábamos muchos meses en enterarnos, si es que las noticias de aquellos remotos lugares llegaran a nosotros en alguna ocasión; puede llegar a afectarnos de manera inmediata debido a la globalización, característica específica de los nuevos tiempos en los que estamos viviendo y de los avances que la civilización ha aportado al mundo de la información y la telecomunicación, nos informa al instante de cualquier acontecimiento que tenga lugar en cualquier punto del globo terráqueo.

Y si, además, como presumo, es usted una persona observadora que le gusta satisfacer su curiosidad, con toda probabilidad, viendo la facilidad con la que hoy en día se consigue llenar las calles de las ciudades, especialmente de las grandes capitales, de miles de personas reunidas para protestar por diversos temas; de manera que no pasa día sin que no haya miles de personas que, en varias urbes importantes del país, aún sin ser día festivo, los organizadores de tales manifestaciones consiguen, sin aparentemente gran esfuerzo, motivar a verdaderas multitudes para que acudan en masa para contribuir a escenificar, con profusión de signos políticos, banderas, carteles y pancartas con eslóganes relativos al tema por el que se protesta y, todo ello, sin que apenas hayan transcurrido pocas horas entre el momento en el que surgió la causa de la protesta y aquel en el que, toda aquella parafernalia organizada para evidenciar el rechazo a lo sucedido, estaba organizando el gran tumulto en las calles de la ciudad.

Ello nos conduce a hacernos una pregunta: ¿cómo es posible que haya tantas personas disponibles que puedan abandonar el puesto de trabajo, dejar su oficina o bajarse del andamio que pueda permitirse hacerlo sin que ello le comporte problemas para conservar su trabajo? Pensamos que no es este grupo de personas el que, en realidad, forma parte, al menos masivamente, de todos estos actos, evidentemente programados utilizando los medios que las actuales técnicas de comunicación ponen al alcance de los responsables de dichas algaradas, para convocar en pocos momentos a un verdadero ejército de “voluntarios”, que siempre están dispuestos a acudir a la llamada de sus respectivos líderes y que tanto valen para un barrido como para un fregado porque, en realidad, son siempre los mismos ( no todos por supuesto) los que están preparados y dispuestos para servir de comodín y agitadores de masas en cualquier momento que sean requeridos para ello.

Y, como en este mundo, “por dinero baila el can y por pan si se lo dan”, hay que presumir que quienes están detrás de todos estos movimientos que, por supuesto, en raras ocasiones son espontáneos, deben de estar convenientemente financiados y con recursos a su disposición que les permitan tener convenientemente “engrasados” a los que tienen por misión incendiar las calles, organizar la rotura de escaparates, dirigir a las multitudes, agredir a las fuerzas del orden y, si fuera preciso, producir el máxime de destrozos del mobiliario urbano, para dar al episodio la máxima publicidad posible. Habrán observado que, en todos los casos en los que se llega a enfrentamientos con la policía o la Guardia Civil, no faltan los operadores televisivos, los cámaras, y los encargados de provocar, con insultos, amenazas y lanzamiento de objetos contundentes las correspondientes cargas policiales, durante las cuales es cuando están pendientes de la más mínima ocasión, provocada evidentemente, para tomar imágenes de manifestantes “duramente” represaliados o personas tiradas en el suelo con aparentes manchas de sangre. Todo ello exige disponer de abundantes medios para conseguir los resultados que, más tarde, les van a servir a los que trabajan desde los partidos, las mafias políticas o aquellos que, en realidad, son los burgueses que generalmente llevan la batuta de la revolución, sabedores de que en ello, seguramente, les va el ganar miles de millones si consiguen que su objetivo se alcance. ¿Piensa ustedes que lo que está sucediendo en la actualidad en Cataluña, las grandes concentraciones perfectamente organizadas de multitudes de gentes a las que se les ha manipulado para que acudan a manifestarse, sería posible si no existiese un verdadero lobby de importantes “burgueses” de lo más rancio del catalanismo, personas con importantes fortunas, empresarios involucrados en la causa independentista o grupos, como la ANC o el Omnium Cultural, que han sido y siguen siendo, a pesar del 155, los que mueven los hilos, en secreto, de cada una de las protestas callejeras que han ido celebrándose en las calles catalanas, cada vez que, a la Generalitat o a cualquiera de los partidos separatistas, les ha convenido que Barcelona o, cualquier otra de las capitales catalanas, se convirtiera en el centro de atención de la prensa Europea, para conseguir o intentar llevar la cuestión catalana, de única competencia del Estado español, a foros internacionales en los que confían alcanzar los apoyos que, en la actualidad, ninguna de las naciones en las que lo han intentado, ha caído en la trampa de mostrarse favorable a sus propósitos independentistas.

Y, ¿de dónde piensan ustedes que sale toda la financiación (en realidad nos referimos a muchos cientos o miles de millones) para que este complejo aparato que requiere el poner en marcha una administración paralela a la que, actualmente, el Estado tiene operando en toda Cataluña; o cómo se subvenciona este gobierno en Waterloo, donde el señor Puigdemont se gasta miles de euros diarios viviendo como un príncipe? Se dice que son 40 millones de euros anuales los que la Generalitat derrochaba en su 'aparato internacional' a través de Diplocat y sus 'embajadas'. Pero, ¿Qué es lo que les cuesta a los catalanes de sus impuestos, todo este aparato legal de los abogados que asesoran a Puigdemont, los viajes del denominado “presidente de la República Catalana”, los continuos viajes que viene realizando el señor Torra y su séquito a ver al señor Puigdemont? Se trata de una sangría de miles de euros diarios que, con toda seguridad, proceden de los fondos que el Estado, a través del FLA, ha ido traspasando a Cataluña en el vano intento de querer comprar la voluntad de los capitostes separatistas aunque, por lo visto, hasta la fecha no ha conseguido hacerlo a pesar de que es evidente que existe un conchabamiento entre el gobierno de Sánchez y el de Torra para que sigan apoyando las propuestas del PSOE en el Parlamento, con el fin de que puedan seguir legislando a base de decretos-ley, algo que, evidentemente, los viene beneficiando

Es obvio que, si Cataluña destinara toda esta cantidad ingente de millones que, en la actualidad, la Generalitat y todos los compinches separatistas que la apoyan en esta empresa destinada a promocionar la independencia de Cataluña de la nación española, en gastos relacionados con todo lo referido al plan independentista de Cataluña y, en lugar de destinarlos a pagar las facturas generadas por el despilfarro en el empeño de preparar lo que sería una estructura de gobierno en una hipotética nación catalana; se destinaran a cubrir las necesidades esenciales del pueblo catalán, es evidente que no serían necesarios los recortes en gastos sanitarios y médicos; los aplazamientos del pago de las medicinas a las farmacias; la construcción de nuevas viviendas sociales; el pago de los intereses de la deuda contraída con el Estado y los inversores de los famosos “bonos patrióticos catalanes”; los sueldos que reciben todos los políticos de los distintos partidos que huyeron al extranjeros para sustraerse a la Justicia española; es evidente que la comunidad catalana no estaría entrampada en 80.000 millones de euros, como se dice que lo está ahora y que, muchas de las carencias de las que se culpa a los administradores de la autonomía catalana, por el hecho de que con el tema separatista parece ser que parte de la administración pública en Cataluña está inoperante por falta de un gobierno que, realmente, esté gobernando la autonomía catalana como es lo que, en realidad, estaría obligado a hacer y no a perder el tiempo empeñado en empresas que nunca conseguirá sacar adelante

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos que la falta de un control sobre el gasto de algunas autonomías, especialmente en el caso de la autonomía catalana, por parte del gobierno socialista que tenemos en España, es evidentemente fruto de acuerdos de contraprestaciones mutuas entre la Generalitat y el gobierno de P.Sánchez. Cuando el señor Presidente del gobierno español habla, siempre lo hace para prometer ir concediendo nuevos beneficios a los distintos colectivos españoles (beneficios que sabe perfectamente que no podrá cumplir por falta de ingresos suficientes que le permitan hacerlo) pretende garantizar su cumplimiento recurriendo al sistema de dictar las normas por el procedimiento acelerado del decreto-ley, si bien es consciente de que, sólo en el caso de que pueda revalidar su gobierno, podría evitar que un nuevo gobierno que no estuviera presidido por ellos, tendría posibilidad de poderlos llegar a ejecutar o bien derogarlos. Sin embargo, me temo que aún en el caso de que tuviera suficientes votos que le permitieran llegar a gobernar, quizá fuera entonces cuando se vería más comprometido al comprobar lo que ya, desde la CE, se le ha advertido, no va a disponer de los suficientes recursos para poder cubrir el coste exagerado (se habla de al menos 16.000 millones de euros, aunque otros lo sitúan por encima de los 40 millones de su pretendida reforma) Unas cantidades que, ni con los aumentos previstos de todos los impuestos y acudiendo a un aumento imposible de la Deuda Pública , sería posible recaudar sin que ello llevara indefectiblemente a una nueva situación de pre-quiebra nacional, como aquella a la que nos dejó enfrentados el señor Rodriguez Zapatero, a finales del 2011.

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