Si en primera instancia aspiramos a las actitudes bien estructuradas a través de los argumentos lógicos; casi de inmediato percibimos los desajustes, esas determinaciones que no hay por donde cogerlas dadas sus características polifacéticas. No necesariamente se trata de maldades o inconvenientes, la multiplicación de conexiones inesperadas les confiere formatos muy especiales, las coherencias no son siempre detectables. Los HAIKUS ayudan en la percepción.
El gozo triunfal Revolotea sin pausa. Gran batacazo. El alarde es grandilocuente, en su entusiasmo es generoso con los argumentos utilizados. Amplía los logros sin demasiados escrúpulos, con los rasgos ampulosos como lastre definitorio; sin hacerle ascos al empleo de ciertas falsedades, cuando no están en todo su montaje. En el espectro social originan numerosos descalabros; aunque se cuidan, minuciosos, para la orientación hacia los demás de las consecuencias penosas de las caídas. Si al menos fueran ciertos los triunfos; con frecuencia forman parte del falseamiento.
Si ver o no ver, Decide la suerte; Enciende la luz.
Sigue en pie la cuestión, porque no está nada comprobado el grado de transparencia óptimo para los aciertos. Máxime, si cuando se habla de claridad informativa no sabe uno a donde mirar. Será tarea de cada uno si decide con mejor fundamento, manteniendo los ojos cerrados o contemplando el amplio panorama. Muchas luces serán necesarias para deshacer los entuertos. Definitivamente vivimos en unos entornos deshilachados. Si al menos debatiéramos con franqueza sobre las ignorancias acumuladas, tendríamos un buen principio.
Titiritero Con buenas cualidades. Muñeco tenso. El entramado de los algoritmos les ha venido de perlas a quienes están involucrados en la programación de diversas estructuras en la sociedad; les aportan muchos recursos para sus controles. Descubren las tendencias de los usuarios y según estos datos organizan sus estrategias técnicas. Los ciudadanos no consiguen librarse de la tensión de las innumerables cuerdas; sea por conveniencias, necesidades, servilismo o por necedad, hay de todo. Desde abajo apenas se pueden modificar las acciones promovidas por los manipuladores en empresas e instituciones.
Juego al veo, veo; Ante un denso mosaico. Paranoia vivaz. Sí, es un juego curioso. Me dejan ver algunas cosas, me ocultan muchas y no faltan las inaccesibles, pese a los tenaces intentos de expandir los saberes. Se añaden los enmascaramientos intencionados. Pues bien, por si tales amaños no fueran lo suficientemente intrincados, cada persona aporta sus maneras peculiares de percibir las situaciones, con sus deseos, prejuicios, capacidades e ilusiones. De ahí la paranoia ubicada entre la mostración y la percepción. Sus rasgos imprecisos no eliminan su papel primordial en la convivencia.
Recapitulo Con fiero frenesí. Olvidadizo. Asistimos a una alegoría sin igual dedicada a las inventivas tendenciosas, viene reflejada en el haiku precedente. También es un canto a la incompletud y si me apuran a las tergiversaciones y mentiras. Cada uno recuerda a su gusto, con sus capacidades. Sin embargo, el ímpetu descontrolado es un mal compañero, no se detiene en los datos confirmados, su inercia le impide la pausa reflexiva. Los ejemplos se suceden, cargados de intenciones, exageraciones y falacias ridículas.
Me instruyen mucho Los escritos de historia. Brotan silencios. Siempre ha sido intrigante la lectura entre líneas, de lo que no se dice, no se sabe decir, de las intenciones ocultas del relator, de su ineptitud analítica. Los factores fundamentales de las narraciones históricas quizá sean esos silencios o la posición personal del autor; es decir, modificamos de manera radical la noción de los resultados. Con dos consecuencias, la de desdeñar el antiguo concepto fiable, junto con el apercibimiento propio de la necesidad de pescar las aproximaciones a la verdad en auténticos ríos enmarañados.
Inmensa fuerza De las ideas supremas. Guerreros locos. No nos podemos quejar del surgimiento de grandes ideas, aunque tampoco las medimos con precisión. Hemos comporbado sus consecuencias en el norte y sur de las américas, holocaustos en Alemania, países soviéticos, Camboya, aquí mismo; siempre con mentalidades propiciadoras de los desastres. La grandeza de las elucubraciones eliminó los filtros convenientes, dejando inermes a los ciudadanos descuidados, eso también.
Las nubes muestran El horizonte abierto. Ilusionados. Las desgracias nos acucian desde los ámbitos naturales a las provocaciones artificiosas. Pese a sus efectos abrumadores, sale el sol, revolotean las nubes y por los circuitos neuronales pasan impulsos inaprensibles desde el exterior. En esos manatiales interiores radica la principal reserva ilusionante. Aunque en sus anaqueles resultan productos intrascendentes; es su apertura proyectiva la que amplía las mejores realidades.
En el principio Dispusimos del verbo. Pero, ¿Y luego? Las cualidades verbales la fuimos emponzoñando a base de quitarles fundamento a las palabras; quedan muy en entredicho las afirmaciones públicos o privados. ¿Sabe uno lo que dice? ¿Sabe uno lo que quiere decir? Y pasa algo similar con los escuchantes. Al estilo de Samuel Beckett, convienen estos planteamientos interrogativos, porque si no les contestamos, la coherencia de las conductas posteriores seguirán por los derroteros alarmantes frecuentados en la actualidad.
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