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España en horas bajas

¿Esto era la democracia? ¿Para qué ha servido mi voto? ¿Tenemos líderes o jefes de partida?
Francisco Rodríguez
viernes, 21 de junio de 2019, 09:34 h (CET)

Me apena ver esta España envejecida y menguante, con regiones que ya no se sienten españolas. Me apena ver que cada vez se respetan menos los juramentos o las promesas.

Aunque no es cosa nueva, la democracia en España nunca ha sido el poder del pueblo sino el de los partidos (mejor sería decir “partidas” como la del Pernales o el Tempranillo) que hacen y deshacen con los votos que recibieron de los ciudadanos, pensando exclusivamente en su propio poder y beneficio de sus secuaces y no en el bien de España y los españoles, todos los españoles.

Las presidencias autonómicas y las alcaldías penden de enrevesados cálculos y de un indigno y vergonzoso toma y daca.

En las primeras elecciones municipales de la democracia milité ilusionado en la Unión de Centro Democrático que sacó once concejales mientras que los diversos partidos de izquierda (socialistas, andalucistas, comunistas y alguno más) decidieron entregar la alcaldía al cabeza de lista del Partido Andalucista, pero poco duró el bastón en sus manos. A cambio de la alcaldía de Sevilla para otro andalucista tuvo que renunciar el de Granada en beneficio de un socialista que también duró poco, produciéndose a continuación un baile de socialistas hasta llegar al que había decidido el PSOE.

Ya noté que formar parte de la lista más votada solo aseguraba una silla en el salón de Plenos y el derecho de levantar la mano para votar a favor o en contra de las propuestas. En la siguiente convocatoria electoral la UCD había dejado de existir y desilusionado no volví a la política, aunque no dejé de ser amigo de los demás concejales, fueran del partido que fueran.

Pero ahora parece que las posturas están más encontradas y las relaciones entre los partidos (o partidas) bastante deterioradas.

Por otro lado la consecución del poder y su disfrute en forma de sustanciosos beneficios económicos lleva a pactar a los “lideres” con quien sea, incluso con declarados enemigos de España, delincuentes, sediciosos y hasta terroristas.

He escrito la palabra líderes entre comillas porque mi concepto del liderazgo no cuadra con la conducta de todos o la mayor parte de nuestros políticos.

Y lo que es peor no hemos aprendido nada de nuestra historia sino que ha sido falsificada hasta convertir en ley sus embustes. ¿Saben los españoles cómo terminaron la primera y la segunda república y lo mal que se llevaban sus políticos? ¿Cómo terminó el ilusionante periodo de la restauración, la dictadura de Primo de Rivera y la caída de Alfonso XIII? ¿La guerra civil y la dictadura de Franco acaso son como quieren contárnoslas ahora?

Sin un absoluto amor a la verdad ¿podremos construir una nación mejor? Sembrando mentiras y odios ¿seguiremos existiendo?

Reflexionando me viene a la mente el salmo 126 “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles. Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas” Nuestro alejamiento de Dios ¿no tendrá que ver con nuestra situación?

Cuando las cosas no van bien hay que rezar y no solo quejarnos.

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Hace tiempo que el PSOE no disimula su intención de copar las instituciones del Estado e incluso dejar algunas bien atadas, por si perdiera el poder en algún momento. Lo hace, además, desde el cinismo de hablar de la pluralidad y la necesidad de combatir los bulos, que siempre son los que propagan otros, nunca los que el entorno del Gobierno crea y difunde.

A veces puede más el vicio que la voluntad. Me había planteado no escribir más “artículos” (las comillas son porque pienso que mis expresiones son más bien escritos, ya que, servidor sólo es un humilde escribidor), pero hay cosas en este país que son muy difícil pasar por alto. Cosas que los medios de desinformación nunca acometen, aunque sean de cierta relevancia para el conjunto de la ciudadanía en razón de que constituyen una especie de impuesto más; independientemente, de los muchos que ya pagamos.

Con luces navideñas inundando el paisaje de ciudades y pueblos, transcurre la espera de las fiestas de Navidad: una sucesión de eventos religiosos con uno muy especial, la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre en el seno inmaculado de la Virgen María,  para reparar al Padre de los Cielos por nuestros pecados y salvarnos del castigo eterno que merecemos. Él nos trajo la salvación, la salud y la paz.

 
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