Para que los usuarios de los servicios hosteleros reciban una atención de profesionales es imprescindible que los dueños o propietarios de locales hagan contratos en regla y paguen los salarios que se merecen.
Por ejemplo, el salario mínimo es de 900 euros al mes en 2019. Lo que no es lógico ni razonable es que los hosteleros o una parte de los mismos vayan de víctimas contratando a personas que no saben echar un culín de sidra.
En el caso de Cataluña los empresarios de hostelería contratan sobre todo a gente de sus provincias. No estaría mal que en el Principado de Asturias nos aplicásemos el mismo cuento.
En Asturias disponemos de unas amplias listas de personas buscando empleos dignos que aseguren su porvenir y que con un periodo mayor o menor de aprendizaje pueden ser muy profesionales.
Y sucede que es más barato hacer contratos basura, incluso por horas, pero entonces no pidamos profesionalidad. Los duros a peseta nunca existen y menos ir de víctimas, que no nos creemos nada de nada a estas alturas de la película. Los camareros, si en un alquiler de un piso de lo más normal, sin pedir zona, ya piden 600 euros más los gastos adyacentes, comunidad, gas, teléfonos, etcétera., entonces ¿de qué comen y viven, del aire?
Lo que no vale es que se diga que hay pocos jóvenes en Asturias y que determinados establecimientos hosteleros tienen que cerrar antes de tiempo o limitar sus horarios de apertura al público. Si hubiera buenos sueldos eso no pasaría y tampoco, si se pagaran siempre las horas extra y la seguridad social desde el primer día de trabajo, que es lo legal. Habría mano de obra más que suficiente.
Es legítimo que los dueños de cafeterías y restaurantes quieran lograr el máximo beneficio en sus negocios, pero no a costa también de los trabajadores que contratan.
Lo digo siendo consciente de que habrá establecimientos que pagan bien y cumplen la ley de modo total, pero me da la impresión por lo que observo de que son una minoría.
Lo que no puede ser es que haya jornadas laborales de 10 o 12 horas que superan el horario de las ocho horas y que encima no se paguen las horas extras.
Con estas condiciones de explotación me parece lógico que haya pocos jóvenes que acepten este tipo de trabajo tan mal pagado. A los jóvenes les trae más cuenta buscarse el sustento en otros trabajos pagados dignamente y con un horario normal. O incluso, si lo desean, marcharse a trabajar a Inglaterra, Francia, Bélgica, Alemania, Italia o a otros países. Es perfectamente entendible.
El verdadero problema no es la muy baja natalidad en Asturias, aunque, en parte, lo sea. Lo más grave es que no se respetan los derechos laborales a rajatabla que es lo exigible en cualquier país. La longevidad sigue aumentando afortunadamente. Pero sigue habiendo personas en edad de trabajar. Las personas de más de veinticinco años también pueden ser excelentes empleados.
También es cierto que se contrata a personas latinoamericanas que se adaptan por necesidad a contratos basura con lo que de rebote perjudican a los españoles sin ser responsables de ello.
El sistema laboral en hostelería, en mi opinión, está viciado y debería ser puesto en orden para que se cumpla estrictamente la legalidad vigente siempre y sin excepciones. Es la auténtica solución.
Lo relativo a reforzar las carreras y la formación laboral en Turismo y Hostelería me parece muy bien, pero sin buenas remuneraciones la situación seguirá igual.
Y si un negocio de Hostelería, por ejemplo, una cafetería o un bar no es rentable, por diversas razones, se cierra. Lo que no es lógico es que tenga que subsistir o dar suficientes ganancias a costa de sueldos basura a los camareros o incumplimiento de las condiciones laborales legales.
En definitiva, se debe dignificar la profesión de camarero y otras similares para que la gente quiera desempeñar este trabajo. El verdadero camino, a mi juicio, es el que digo.
Tal vez, si estuvieran abiertos menos establecimientos hosteleros, las cosas cambiarían a mejor. En todo caso, lo que es indudable es que las normas laborales deben cumplirse siempre. Lo demás es debatible o discutible.
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