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En la convivencia humana se aprecian diariamente "delitos" que no tienen pena legal, pero sí la condena social. También hay faltas humanas de perjuicio casi nulo a la población, que tienen pena jurídica. El ardor de los políticos en tiempos electorales no debería encubrir bajezas como la mentira, que por acumulación y dureza generan un ambiente condenable, indigno de un Estado de derecho con monarquía parlamentaria.
Hace algunos días, el señor Mikhail Zygar publicó en “The New York Times” (reproducido por el diario “Clarín” de Buenos Aires), una columna que reavivó algunas elucubraciones mágico religiosas que están dando vueltas en el ambiente con respecto a la guerra en Europa. El escrito del periodista ruso parece no tener esa intención, pero deja el tema flotando en la atmosfera.
Este artículo ya lo iba maquinando a principios de curso, cuando una primera convocación de huelga revolucionó las aulas españolas, dándoles la oportunidad a los estudiantes de secundaria de cogerse un puente bastante atractivo. Aún bastante extrañado por haberse convocado una huelga a principios de curso, lo dejé pasar como quien no quiere la cosa. Pocas semanas después se convocó otra, y así consecutivamente hasta el pasado martes.
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