Algunos se dejan crecer la barba para disimular. Sonaría a grosero llamarles niñatos de la política. Con la elegancia que le caracteriza, Núñez Feijóo les califica de 'políticos adolescentes'. Una impresión muy extendida a la hora de pretender explicar las causas de la actual preocupante situación política.
El presidente de la Xunta de Galícia ha declarado que “si en España no tuviésemos una serie de políticos adolescentes a los que les hemos dado un Ferrari de 47 millones de pasajeros y están a punto de estrellarlo, si tuviésemos hombres de Estado, estoy seguro que podría haber un Gobierno de coalición".
Precisamente hace unos dias titulé así un artículo: "La gran coalición, ahora". Las crisis que se acumulan y amenazan en crisparse más –decía- requieren una gobernación estable, sólida y decidida. La gran coalición PSOE-PP podria ser una buena fórmula. Quizá la mejor, que ahora se vislumbra. Todo lo demás son piruetas sin demasiado sentido o electoralistas por lo que pueda venir.
Celebro la coincidència con el criterio del lider gallego. Pero a estas horas, que algunos califican para vender notícias de 'al borde del abismo', parece que ya no hay tiempo de que los dos grandes partidos corrijan el rumbo, fracasado el engañoso pacto con que nos han estado mareando Pedro Sánchez y Pablo Iglésias.
Aquel pacto era una trampa. Y un engaño para todos. No fué posible porque era cuadrar el círculo. Felizmente, no prosperó. Era un pacto para engañar, decía en mi artículo.
Solo la izquierda atolondrada puede sentirse decepcionada. La izquierda que necesita el país, no. Era una ratonera para Sanchez, pese a ser una oporunidad para seguir gobernando. Habria salido un gobierno dinamitado desde dentro; por tanto, débil y a precario. No cayó en la trampa, edulcorada de oportunidad.
Sanchez no debe elejarse del centro. Una izquierda centrada, moderada y realista podria ser aceptable, quizás conveniente, para turnar una derecha, que se derrumbó sobre el estiercol de la podredumbre de demasidos y por demasiado tiempo. Y que ya está pagando sus pecados. Pero una izquierda sin coletas.
En tiempo de crisis, como la de estado, la territorial y la anunciada económica, las coletas no son signo de progreso y estabilidad. Todo lo contrario. Por esto el pacto del engaño no podía prosperar, argumentaba en mi reciente artículo.
“Si el candidato fuera un hombre de Estado, lo lógico es que llamara al presidente del PP y le ofreciera no cosas extrañas, sino lo que Rajoy le ofreció a Pedro Sánchez, o coalición o pacto de legislatura. Esto llenaría de confianza a los españoles”, concluye, por su parte, el digente del PP.
Si no fueran politicos adolescentes sino hombres de Estado, con visión del bien común del país y no de partido o personal, se agarrarían 'in extremis' a un gobierno de gran coalición con pactos de mínimos ante los grandes eventos que nos anuncia el futuro. Aunque fuera en el último minuto.
|