Es muy recordada la anécdota acontecida en la fiesta de despedida ofrecida al gran periodista norteamericano John Swinton, quien fue, durante años, redactor-gerente del diario The New York Times, por sus compañeros. Ante el asombro de los presentes, declaró en la oportunidad:
“No existe lo que se llama prensa independiente, a menos que se trate de un periódico de una pequeña villa rural. Vosotros lo sabéis y yo lo sé. No hay ni uno solo entre vosotros que ose expresar por escrito su honrada opinión, pero, si lo hiciera, sabéis perfectamente que vuestro escrito no sería nunca publicado”. Swinton estaba seguro: “Me pagan 150 dólares semanales para que no publique mi honrada opinión en el periódico en el cual he trabajado tantos años”.
Con crudeza, Swinton aseguró que el trabajo de periodista de Nueva York consiste en destruir la verdad, mentir claramente, pervertir, envilecer, arrojarse a los pies de Mammón, vender su propia raza y su patria para asegurarse el pan cotidiano.
La anécdota viene al caso si se consideran las últimas denuncias que salpicaron al mundo del periodismo de Paraguay, en los últimos días, y que tuvieron como figura central a un influyente senador cercano al actual presidente paraguayo, Horacio Cartes.
"Zucolillo es un Sinverguenza, explotador y manipulador de periodistas, gran badulaque" declaró ayer ante los medios el senador Juan Carlos Galaverna, en reacción a las publicaciones del diario ABC color, conocido enemigo de la integración regional, de Nicolás Maduro y de los gobiernos aliados de la revolución bolivariana, como el de Cristina Fernández.
Las acusaciones se sumaron a las de haberse involucrado en varios homicidios, que se realizaron la semana pasada ante el pleno del Parlamento.
Galaverna también denunció la forma en que algunos periodistas solicitan dinero a los políticos, desnudando la corrupción imperante en los medios. La controversia fue disparada a raíz que uno de los dueños de la agenda mediática paraguaya, Aldo Zucolillo, inició una virulenta campaña contra el gobernante Partido Colorado, contra el cual mantiene un viejo encono, a pesar de haberse enriquecido al amparo de dictaduras militares y con gobiernos de dicho signo político.
Durante todo el tiempo que ostentó un omnímodo poder mediático, Zucolillo fue capaz de decidir quién compartía con él su mesa en el Olimpo, o quien debía arder en la hoguera. Le bastaba con enviar a sus periodistas a cargar contra Fiscales para lograr imputaciones por atojadizas denuncias por corrupción, siempre contra administradores de entes que despiertan su codicia y no son afines a sus negocios.
Un ejemplo son sus permanentes denuncias contra PETROPAR, o contra la oficina de asuntos indígenas codiciada por sus ONG amigas. Pero la decadencia de los medios impresos ha resentido de su poder, y el otrora todopoderoso editor ha empezado a hilar fracasos.
La derrota de sus campañas contra el MERCOSUR se consumó en las últimas semanas, luego de una encarnizada puja que buscaba enemistar al presidente Horacio Cartes con los países de la región. Varias organizaciones campesinas a las que siempre trató con desprecio hoy se animan a advertir que el dueño del diario ABC color se encuentra incapacitado por demencia senil.
Previamente, no había podido lograr la continuidad de ministras afines a sus planes, y había sido rebasado por los dirigentes políticos a los cuales llama despectivamente “seccionaleros”. Hoy las denuncias de Galaverna son otra muestra de lo debilitado que se encuentra el otrora zar de los medios que a pesar de su evidente impotencia, trata de disimular lo alejado que va quedando de las altas esferas del poder.
Dijo Frank Zappa que el periodismo consiste en gente que no sabe escribir entrevistando a gente que no sabe hablar para gente que no sabe leer. Sin proponérselo, estaba definiendo a todos los periodistas de Mister Sinvergüenza.
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