El españolito de a pie está hasta las narices de tantas elecciones. Como diría “el Mendo”: “Esta ahíto de tanto parchear y tanto pito”. Semana tras semana nos han estado bombardeando con promesas que no piensan cumplir, con descalificaciones del otro, que podían reconocer en sí mismos mirándose al espejo, y con mítines a los que acuden tan solo los que ya están convencidos. Ahora comienza el tiempo de las “estampitas”. Sí, como aquello que hacíamos en los recreos: te cambio la de Puskas por la de Kubala (uno es un poco mayor). “Te cambio mis votos por un ministerio y dos direcciones generales”. “Te apoyo en la investidura si me sueltas presos o me pones embajadas”. “Me tapo la nariz y me hago social-demócrata-cristiano-marxista y de las JONS”. Etc., etc.
Ya está bien. A ver si pasan pronto estos días y aquellos a quienes toque comienzan a preocuparse más del futuro y a hablar menos del pasado. A ver si se ponen de acuerdo para trabajar y defender a los españoles y no dedicar el tiempo a cultivar su poltrona y defender a su partido y a sus comilitones.
A ver si de una vez por todas nos dejamos de perseguir a los cazadores y los pescadores mientras nos comemos una lubina a la sal o un buen guiso de conejo. A ver si nos preocupamos menos de la vida sexual de las gallinas y más de esas pobres mujeres explotadas por los proxenetas en los “bares de luces coloradas”, donde se encuentra el “descanso del guerrero” de algunos “usuarios” de tarjetas bancarias repartidas por los poderes públicos.
Mi buena noticia de hoy me la proporcionan esas voluntarias de Red Madre que han atendido el pasado año a más de doscientas mujeres en Málaga. Esas futuras madres que estaban decididas a someterse a una “interrupción voluntaria del embarazo” y que, gracias a la ayuda de esta asociación, han asumido su responsabilidad como gestantes y han continuado con el mismo hasta el nacimiento feliz de sus hijos. Pienso que esto es “predicar y dar trigo”. A ver si aprenden nuestros flamantes miembros del nuevo gobierno. Que espero lo haya. Ya está bien. Menos manteles y más comida. Menos promesas y más hechos. Menos debates y más atención a la gente de a pie.
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