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El 9 de junio, más de 8 millones de belgas irán a las urnas para elegir a los deputados de tres parlamentos: el regional, el federal y el europeo. Viene siendo típico en Bélgica aglutinar estos tres comicios (ya ocurrió en 2014 y 2019), quizá para aglutinar en un «3 en 1» la cita con las urnas, ya que aquí se repele fácilmente el fantasma de la abstención, pues el voto es, al igual que en otros cinco estados miembros de la UE, obligatorio.
El Parlamento Europeo desempeña un papel crucial en la formulación de políticas que afectan a más de 447 millones de ciudadanos. Entre sus competencias se encuentran la aprobación de leyes que impactan en el mercado interior, la protección del medio ambiente, los derechos de los consumidores y la regulación del sector digital, entre otros. Además, el Parlamento tiene un rol clave en la ratificación de tratados internacionales y en la supervisión del gasto comunitario.
El próximo domingo 9 de junio miles de españoles participarán en la jornada electoral como Presidentes de mesa o Vocales. Esta designación, otorgada por sorteo público entre la totalidad de las personas incluidas en la lista de electores de cada mesa, lleva asignada una dieta. Esta cantidad asciende desde los 65 euros de los anteriores comicios europeos de 2019 hasta los 70 euros para estas elecciones. Estas dietas están exentas de IRPF.
El Ministerio del Interior, en colaboración con Plena Inclusión, ha desplegado de cara a las elecciones europeas del 9 de junio un conjunto de iniciativas para garantizar el voto accesible de todas las personas con algún tipo de discapacidad, incluidas aquellas que sufren discapacidad de carácter cognitivo (parálisis cerebral, autismo, síndrome de Down…), atendiendo así a las reivindicaciones de estos colectivos.
Un sistema de Monarquía Parlamentaria o República Parlamentaria que obligue a lo que, de forma concisa y clara ha manifestado el señor Javier Lambán, presidente de Aragón y secretario general del PSOE regional, terminará siempre en un fracaso social y en una realidad disimulada en la que “ordenan e imponen” los poderosos.
Los cimientos del posmodernismo se tambalearon en la edición más convulsa y polémica que se recuerda en toda la historia de Eurovisión. Todo el agitpro de Occidente dirigió sus esfuerzos a cancelar a Israel, ese pequeño oasis capitalista que aún pervive en Oriente Medio y trata de sojuzgar a la Palestina dominada por la organización terrorista Hamas.
Tenemos un país donde miles de personas votan a asesinos. Algo no está bien. Adoctrinados en el odio a España, desde pequeños, votan. El problema es que representan el 0,7% pero influyen en España al 100%. Poco que hacer. Puede ir a peor. Aficiones y aflicciones del personal de allí, allá o acullá; y el de aquí. Por lo que hay y pueda ocurrir, el resultado importa. En el País Vasco sobre todo, también en el resto de España y en la UE.
Sé que soy una voz que predica en el desierto y que posiblemente pocos, muy pocos estén de acuerdo conmigo, salvo las personas que defienden el derecho a vivir de todo ser humano; por ello me pregunto: ¿se puede llegar a tal grado de aberración al dar carta libre para el asesinato de la criatura humana más indefensa como es el feto?
Todo vale. La hipocresía como arma, la mentira como ensoñación, las bodas de compromiso, las promesas como edulcorantes, el nepotismo como ejército, la palabra como embobamiento, los incumplimientos como circunstancias, la transparencia como inocentada irónica, la ética como asignatura trasnochada, las víctimas sin memoria, las conciencias para obediencia y ascenso...
Chile puso término el domingo a un largo e infructuoso proceso para una nueva Constitución con el plebiscito en el que triunfó la opción “En contra”, dando un contundente rechazo de 55,76 % de los votantes a la propuesta elaborada por un Consejo Constitucional controlado por el Partido Republicano, de extrema derecha.
Rompiendo la sana costumbre de no seguir por televisión el aburrido y pesado recuento de votos de las elecciones, el domingo 28 de mayo, cambié de actitud, seguramente porque confiaba en irme a la cama tras contemplar satisfecho la derrota de Sánchez, que es lo que deseábamos fervientemente la mayoría de los españoles. Cuando alcancé el grado de certidumbre suficiente, no apuré hasta el final y me retiré a dormir.
A lo largo de los últimos meses nos hemos visto rodeados por los mensajes de los diversos partidos políticos prometiéndonos “el oro y el moro” (ojo, esta es una expresión popular nacida de un suceso del siglo XV acontecido en Ronda. Vaya a ser que me tachen de racista. Aunque en Melilla parece ser –presuntamente- que ambos conceptos están bastante relacionados).
¿Van a votar a un partido cuyo fundador justificó ya en su primera intervención parlamentaria el atentado personal a un compañero de hemiciclo (aunque no resultó letal, el ataque se produjo); que durante la Segunda República estaba obsesionado con ir a la confrontación civil (cosa que acabó consiguiendo, para encima perderla); que intentó un golpe de estado durante la misma (mil quinientos muertos)...
López Aliaga es el único que llegue a capitanear el municipio tras haber perdido en la gran mayoría de su superficie, haber sacado menos de un cuarto de los votos emitidos y ser respaldado por menos de un quinto del electorado. Mientras un 30% de los electores no votó por nadie, López va a ser alcalde con el respaldo de menos del 18.5% del electorado.
La plaza situada en los alrededores de la Embajada de Estados Unidos en la capital de Rusia, Moscú, cambiará de nombre para pasar a ser conocida como Plaza de la República Popular de Donetsk, tras el cierre del proceso de votación popular abierto tras el inicio de la invasión de Ucrania el 24 de febrero.
La Ley Orgánica 5/1985 marca cuál es el protocolo a seguir en relación a la moción de censura al alcalde. El procedimiento establecido, y que marca el artículo 197, se centra en torno a tres fases: presentación, tramitación y votación. La presentación de la moción de censura se ajusta, al menos, a la mayoría absoluta del número legal de los miembros de la corporación.
El pasado año dediqué cuatro artículos bajo el título de La Parodia Nacional, a los burlescos y no menos jocosos acontecimientos de la vida política española que protagonizaron varios ministros y ministras del Gobierno Sánchez, hoy despedidos de la escena pública con una suculenta indemnización y unas muy reales condecoraciones.
A lo largo de la breve pero intensa historia de UPN como formación política, han sido continuas las turbulencias internas y luchas soterradas por el control del aparato del partido y, en la actualidad, estaríamos en la antesala de una nueva crisis endógena tras la rebelión de los díscolos parlamentarios de UPN en el Congreso de Madrid.
Una de las más graves consecuencias de la democracia, es que permite imponer lo que diga una mayoría bajo el sofisma de que es lo mejor, lo cierto, lo verdadero, lo auténtico. Hacer que la voluntad de los más sustituya a la certidumbre; suplantar la sustancia por la entelequia, la evidencia por la irrealidad, la cantidad por la calidad.
El españolito de a pie está hasta las narices de tantas elecciones. Como diría “el Mendo”: “Esta ahíto de tanto parchear y tanto pito”. Semana tras semana nos han estado bombardeando con promesas que no piensan cumplir, con descalificaciones del otro, que podían reconocer en sí mismos mirándose al espejo, y con mítines a los que acuden tan solo los que ya están convencidos.
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