El pasado año dediqué cuatro artículos bajo el título de La Parodia Nacional, a los burlescos y no menos jocosos acontecimientos de la vida política española que protagonizaron varios ministros y ministras del Gobierno Sánchez, hoy despedidos de la escena pública con una suculenta indemnización y unas muy reales condecoraciones.
El conflicto de Ucrania y el Congreso de los Diputados han abierto este año el telón de un nuevo capítulo de la Parodia Nacional. A los ocho viajes de Sánchez a la isla de La Palma para apagar el volcán, se le suma la charanga publicitaria de nuestra participación en la amenazante guerra entre yanquis y rusos en Ucrania, exaltada con el famoso vídeo cósmico del presidente del gobierno hablando virtualmente consigo mismo.
En su delirio escénico solo quedaba ya que se hubiera fotografiado en el puente de mando de la Fragata Blas de Lezo, simulando una conversación con Jens Stoitenberg, Secretario General de la OTAN. El actual CEO de la Moncloa, Bolaños, está superando al llorado Rasputín Redondo.
Desaparecido de la Parodia uno de los actores más aplaudidos, como ha sido el disoluto Fernando Simón, nos deja como heredera a la nueva ministra de Sanidad, Carolina Darías, que asesorada seguramente por expertos rusos, nos obliga en el espacio de una semana a taparnos la boca (muy propio de la izquierda comunista), y a destaparla después que las mascarillas han servido de muleta para el “regalito” a los pensionistas de la paguita electoral, toda una estrategia parlamentaria más propia de la KGB que de la errante OMS.
Pero no se podía cerrar mejor este quinto acto de la Parodia Nacional que con el penoso espectáculo circense de la convalidación del Decreto-Ley sobre la Reforma Laboral. En esta ocasión la oposición, el gobierno y la presidenta del Congreso han formado un electo de actores y actrices que pasarán a la historia parlamentaria universal como ejemplo de un espectáculo digno de los “Hermanos Tonetti”.
El relato, además de melodramático, es hasta divertido. Por un lado, el diputado Casero del PP que, según dice, vota telemáticamente lo que no quiere votar y corre por las calles de Madrid desesperado, para darse de bruces con las puertas del Salón de Plenos, sin que pueda decir lo contrario de lo que ha dicho; los diputados de UPN que votan en contra de lo “ordenado” por su partido por coherencia con sus electores y por otro, los coaligados del gobierno PNV, Bildu y ERC que se declaran en rebeldía contra Sánchez y van a por su cabeza, mientras la Presidenta Batet canta, como la parrala, primero que no queda aprobado y luego que sí y a partir de ahí, ¡quietos todo el mundo y se sienten.!
El misterio está en las manos gesticulantes del presidente: “tranquilas, parece decirles a la chulísima Yoli y a la listilla Calviño, que esto se arregla…” ¿Nos desvelará el divino Sánchez los secretos de este nuevo enigma aristotélico o habrá que espera al Tribunal Constitucional? (Continuará…)
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