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Rampa para una Infanta ignorante

Las exposiciones públicas de los imputados se deben evitar en todos los casos
Rafa Esteve-Casanova
viernes, 24 de enero de 2014, 07:49 h (CET)
La rampa más famosa de España es la que existe para acceder a la puerta de los juzgados de Palma de Mallorca. Totalmente desconocida para el gran público se hizo famosa el día en que Iñaki Urdangarín, marido de Cristina de Borbón, la recorrió a pie para declarar ante el juez José Castro por sus supuestas ilegalidades al frente de NOOS, una entidad catalogada dentro de las de sin ánimo de lucro que ha servido para que, según las investigaciones policiales, el matrimonio Urdangarín-Borbón abonará diversas facturas desde las de unas clases de salsa por si han de salir hacia el Caribe como una vajilla de casi 2.000 euros que, seguramente, servirá para agasajar a los padres políticos si en alguna festividad señalada acuden a comer a casa del matrimonio formado por la Infanta de España y el que fue deportista de élite.

El primer paseíllo del todavía Duque de Palma, consorte tan sólo, estuvo animado por los gritos de algunos ciudadanos que cabreados con la situación actual mostraron su disconformidad ante un Iñaki Urdangarin que altivo y sin una muestra de sonrojo en su rostro quiso caminar sin esconderse hacia el despacho del juez instructor. Dos veces ha tenido que hacer el supuesto defraudador, entre otras acusaciones, este paseíllo, pero ya ha llovido desde entonces y con el paso del tiempo se han ido conociendo, con cuentagotas, interioridades de este caso entre las que cabe destacar una serie de maliciosos correos electrónicos en los que el marido de la Infanta daba rienda suelta a su vis más irónica y cómica.

Pero ahora la “pena de rampa” de la que hablan algunos le toca sufrirla a Cristina de Borbón y Grecia, Infanta de España y séptima en el orden de sucesión a la Corona. Hace unos meses José Castro, el juez instructor, ya intentó una primera imputación pero se pusieron en marcha todos los mecanismos oficiales y oficiosos para tumbar este acto judicial. Desde Zarzuela se llamó a Roca Junyent, padre de la Constitución, para que su bufete defendiera a la Infanta y, misteriosamente, el fiscal Antonio Horrach se puso al lado de la imputada, cosa que no suele ser habitual pero ya sabemos que la Fiscalía es un organismo jurídico que obedecer las órdenes superiores, en este caso las del Fiscal General del Estado nombrado por el Gobierno de turno, en este caso el del Partido Popular. Con todo este bagaje en su defensa Cristina de Borbón vio como decaía su imputación a manos de la Audiencia de Palma.

Pero el juez instructor no se rinde ante nada ni nadie y siguió con sus investigaciones y en un auto de 227 folios ha vuelto a imputar a la Infanta explicando una por una las razones jurídicas que a la vista de los indicios le llevan a ello acusando a la esposa de Urdangarin de cooperación necesaria para que su esposo delinquiera. Desde el mismo momento en que se conoció el extenso auto del juez Castro comenzó una nueva batalla judicial para intentar de nuevo revocar la imputación pero en esta ocasión desde Zarzuela han pensado, creo que acertadamente, que los españoles ya están hartos de que la Ley no sea igual para todos, como afirmó hace dos años en su mensaje navideño el rey Juan Carlos, y esta vez Cristina de Borbón y Grecia tendrá que acudir el 8 de Febrero a declarar ante el juez Castro aunque en esta ocasión de nuevo y de manera inusual tendrá de su lado al fiscal Horrach que parece tener mucho interés, un sospechoso interés, en ejercer de abogado defensor en lugar de realizar las funciones de fiscal.

La defensa de la Infanta alegará por parte de ella la ignorancia de los hechos, al parecer según sus defensores firmaba todo lo que su esposo le ponía por delante, incluso se ha hablado de que cuando el amor es tan grande como el que ella siente por su marido no se mira lo que se firma. Estamos pues ante una Infanta ignorante, palabra cuya definición en el Diccionario de la Real Academia Española es “que no tiene noticia de algo”, o sea que Cristina de Borbón no sabía nada de nada de los trapicheos de su marido, ignoraba totalmente de dónde procedía el dinero con el que pagaba las clases de salsa, la vajilla e incluso algún que otro cumpleaños o los vuelos en avión privado para esquiar en Estados Unidos. Es difícil de creer que esta Infanta, en su día con orgullo desde los medios palaciegos se nos vendió que estaba suficientemente preparada y que era el primer miembro de la casa de los Borbones en obtener un título universitario, sea ignorante. Ahora resulta que toda aquella preparación e incluso el título universitario no le han servido para nada, es ignorante, no tiene noticia de algo tan evidente como que el dinero no cae del cielo y los centenares de miles de euros que llegaban a su casa de Pedralbes venían de algún sitio. Pero debe estar tranquila, Rajoy en su reciente entrevista en televisión afirmó: “Estoy convencido de la inocencia de la Infanta, le irá bien”, y Rajoy es el que pone y quita al Fiscal General del Estado que a su vez puede hacer lo mismo con sus subordinados de más abajo dado el orden jerárquico que impera en la Fiscalía.

No estoy de acuerdo con las llamadas “penas de telediario” ni tampoco con esta “pena de rampa”, las exposiciones públicas de los imputados no me parecen bien, pero creo que se deben evitar para todos los imputados. Mientras no sea así la Infanta tendrá que pasar la rampa aunque apuesto doble contra sencillo que lo hará en coche ya que la policía así lo aconsejará por seguridad.

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