Nos sorprende que, instituciones que acogen a tan elevado número de personajes de la
política, las finanzas, la economía y la estrategia militar, como son los miembros que
componen el propio Parlamento Europeo, aquellos en los que todos los europeos hemos
depositado nuestra confianza y delegado para que dirijan la CE con el fin de que, por su
mediación, se fortalezcan, se reafirmen, se potencien, se consiga la sinergia y se aseguren
los lazos entre los países que la forman; de tal manera que la prudencia, la habilidad, los
conocimientos y las dotes de los parlamentarios impidan que se tomen decisiones, se adopten
medidas o se fomenten iniciativas que, de un modo u otro, pudieran perjudicar los intereses
de toda o parte de dicha comunidad.
El reciente caso de la anexión de Crimen por Rusia, es uno de los más sonados errores de la
estrategia política de las potencias occidentales, incluidas la CE y los EE.UU. Es evidente
que el intento, burdo intento por otra parte, de la UE de hacerse con Ukrania para poner
sitio a lo que siempre ha sido uno de los puntos neurálgicos de la línea de defensa rusa, con
es su base naval de Sebastopol y el punto estratégico de su economía energética por el que
pasan los conductos de gas y lo oleoductos por los que se suministra, a una parte importante
de las naciones europeas, hasta el 80% de su consumo energético; no podía quedar sin una
respuesta contundente del gran coloso del norte, la Rusia del señor Putín. Hasta el más
incompetente de los funcionarios del Parlamento Europeo y hasta el más inepto de los que
forman las representaciones diplomáticas de los países que lo forman, podía pensar que
el intento de arrancar a Ukrania de la órbita rusa, en la que, por cierto, siempre ha estado
incluida; iba a provocar un enfrentamiento con los rusos.
Europa ha calculado, erróneamente, su intento de atraerse a Ukrania, después de que unos
revolucionarios, envalentonados por la promesa de la CE de apoyarlos y facilitarles las
ayudas económicas de las que estaban tan necesitados, se lanzaran a la calle y obligaran
al gobierno pro ruso a ceder el poder, para ser sustituido en el gobierno por un equipo pro
occidental pero carente de experiencia y con la necesidad de hacerse cargo de un país en la
más completa ruina. Lo cierto es que, la cobarde reacción de Europa y la no menos mojigata
postura de los EE.UU del señor Obama, olvidándose de sus promesas de ayuda y dejando a
los ucranianos colgados de la brocha, enemistados con Moscú y sin la ayuda prometida que
se les había ofrecido desde las cancillerías europeas. Europa, una vez más, ha demostrado su
división interna, su nula capacidad de respuesta ante un adversario contundente, que no se ha
andado con tonterías cuando ha visto que se pretendía invadir su zona de seguridad.
La CE que ha quedado desacreditada, no sólo ante la gran potencia que todavía es Rusia,
sino, y esto es seguramente lo más lamentable, ante las naciones que forman parte de ella,
que han tenido ocasión de comprobar la irresponsabilidad de sus dirigentes, la inoperatividad
de su Parlamento y el poco peso político de una unión de naciones que, en un principio, tenía
vocación de ser una de las potencias mundiales que se pudieran medir, con ventaja, con los
poderosos EE.UU, la Rusia post Telón de Acero y las naciones asiáticas emergentes: como la
China, la India o la misma Corea del Sur.
No obstante, la debilidad interna de esta asociación de naciones, ya se ha venido
demostrando desde que, Inglaterra, se negó a cambiar su moneda por el euro; o cuando ha
sido imposible conseguir un acuerdo unánime para que se dote a la CE de una Constitución
supranacional, que permitiera establecer normas que afectaran a todas las naciones, en
aquellas materias esenciales para que la convivencia y la necesaria permeabilidad social,
económica, defensiva y diplomática, permitiera que, en ocasiones, como la que actualmente
se ha producido con la invasión de Krimea; la reacción de toda la comunidad no estuviera
condicionada por la necesidad de esperar a que todas las naciones se pongan de acuerdo para
poder actuar.
Por si no bastara la metedura de pata, ahora parece que se quieren poner estupendos,
intentando cubrir sus necedades asumiendo una postura de dignidad mancillada, de falso
orgullo ofendido y de supuesta represalia hacia quien se “ha atrevido” a cometer un acto
merecedor de ser sancionado. Sólo que, cuando uno se para a analizar lo que están haciendo,
tanto el Parlamento Europeo como los propios EE.UU, para “castigar” el golpe da autoridad
llevado a cabo por el Kremlin, zampándose de un bocado a la península de Krimea; causa
risa cuando no vergüenza comprobar que se limitan a impedir que algunos capitostes rusos
puedan viajar a Europa o a los EE.UU o que se les incauten sus bienes en el extranjero. Para
más INRI, parece que a los rusos del señor Putín les ha gustado el juego y han contestado
aplicando las mismas sanciones a diversos personajes americanos. ¿Y ahora qué?, ¿se van a
atrever los europeos y americanos a aplicar medidas verdaderamente importantes, como dejar
de importar petróleo o gas de Rusia? Mucho nos tememos que no.
Porque esto ya son palabras mayores que, para muchos, puede que le suenen a exageradas
dadas las consecuencias que, para los países del norte de Europa, pueden derivarse si se les
corta el suministro energético del que dependen, en gran medida, sus economías; que podrían
quedar colapsadas si no se arbitraran medidas para solucionar rápidamente un suministro
alternativo al Ruso como, por ejemplo, el gas de Argelia. Los EE.UU tienen en su territorio
importantes reservas energéticas de gas y petróleo. Aparte, han conseguido tecnologías que
les permiten explotar otras fuentes de energía con las que parece que están consiguiendo ser
autosuficientes, algo que les permitiría prescindir del petróleo procedente de Venezuela, con
la que están en continuo litigio. Europa, por el contrario, no dispone de pozos de petróleo
suficientes, ni de bolsas de gas ni, incluso, de suficientes fuentes de energías alternativas que
le permitan auto abastecerse y prescindir del suministro que les llega de Rusia o de Irán, los
emiratos árabes y Arabia saudita, muchos de ellos países islámicos afectados por situaciones
de inestabilidad política, capaces de poner en cuestión un suministro continuado de crudo.
Un se pregunta a qué viene que, la UE, se complique la vida intentando meterle el dedo
en el ojo a Rusia, cuando tiene temas tan importantes que resolver, sin necesidad de poner
sus ilusiones expansivas en Ukrania, como sería, por ejemplo, ocuparse del tema de la
inmigración. Mientras alguna comisaria europea parece que pretende que se impida la
entrada de inmigrantes por Ceuta y Melilla a base de recepciones con todos los honores a
aquellos que vienen, en oleadas, a ocupar nuestras ciudades, en África; da la sensación de
que, en la UE, no hay quien se tome en serio el tema de la inmigración. Es preciso de que
se tome conciencia, tanto en España como en el resto de la CE, que no hay frontera en el
mundo que permita entrar a los inmigrantes, si no es cuando cumplen con los requisitos
exigidos por sus leyes. Es evidente que España no puede hacerse cargo de los miles de
seres que pretenden entras de matute a través de sus fronteras africanas. Puede que si se los
mandásemos, por avión o en autobuses, al resto de países europeos, el Parlamento europeo
empezaría a tomar cartas en el asunto. O así es, señores, como contemplamos estupefactos,
este triste panorama europeo.
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