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El PP valenciano honra su herencia franquista

Los últimos coletazos de Rita Barberá
Rafa Esteve-Casanova
miércoles, 23 de julio de 2014, 07:10 h (CET)
La alcaldesa de Valencia lleva sentada en el sillón más alto del consistorio valenciano desde que en 1991 pactó con Unión Valenciana desbancando de la alcaldía a la socialista Clementina Ródenas primera de la lista del PSPV-PSOE que aquel año ganó las elecciones. Luego la sra. Barberá, poco a poco, fue llevando hasta el nido de la gaviota populachera a los ediles que González Lizondo, también conocido en su día como “naranjito”, había aportado al extraño matrimonio celebrado entre la muchachada de la gaviota y los ínclitos, acérrimos y anticulturales defensores a ultranza del azulete, la paella y el Virgo de Visanteta que los malvados vecinos del norte querían robarnos. Finalmente el PP, tanto en el Ayuntamiento de Valencia como en las Cortes autonómicas se quedó con el santo y la peana, premiando a quienes se pasaron con armas y bagajes a sus filas con sendos puestos en las listas electorales y alguna que otra prebenda.

Y desde 1991, mucho ha llovido desde entonces, el Ayuntamiento de Valencia está regido con mano dictatorial y de hierro por Rita Barberá, que fuera Musa del Humor en sus años mozos, aunque a estas alturas del partido, y según las encuestas, los valencianos ya comienzan a dejar de reírle su socarronería tabernaria y sus pocas gracias. Rita Barberá y el PP valenciano están dando sus últimos coletazos al frente de las instituciones valencianas. Parafraseando a Abraham Lincoln se puede engañar a muchos mucho tiempo pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.

Ya en Febrero del 2009 y en este mismo medio publiqué un artículo en el que denunciaba la retahíla de nombres franquistas que todavía ostentaban distinciones otorgadas por los antecesores de la sra. Barberá al frente de la alcaldía de la capital del País Valencià. Pronto empezó la derecha valenciana a hacer ejercicios de genuflexión ante los vencedores de la guerra civil, unos vencedores que se habían levantado en armas contra el poder legítimo de la República y que intentaron destruir todo lo que recordará a la democracia. Tan sólo hacía un mes de la victoria de las tropas de Franco cuando éste acudió a Valencia para presidir uno de aquellos desfiles militares a los que tan acostumbrados estaban los milicos rebeldes, en Valencia, como en otro sitios, todavía no se habían constituido los Ayuntamientos, pero con toda celeridad se reunió la Junta Gestora que regía la ciudad para nombrar al jefe de los rebeldes Alcalde Honorario de la ciudad. Me imagino centenares de falleros y falleras desfilando haciendo el saludo fascista ante el general de los sellos de correos entonando a voz en grito aquello de “para ofrendar nuevas glorias a España”, después nombraron a la hija del dictador Fallera Mayor de la ciudad.

Y todavía sigue con dicho título honorifico, compartido con el que fuera su mano derecha Carrero Blanco. Otros reconocidos franquistas también siguen ostentando distinciones otorgadas por el consistorio valenciano, entre ellos Adolfo Rincón de Arellano, que fue alcalde de la ciudad pero también uno de los fascistas con camisa azul mahón que intentó que la sublevación tuviera éxito en Valencia. Y también está entre los distinguido próceres Jesús Posada Cacho, padre del actual presidente del Congreso, que fue durante algunos años Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento. Un verdadero ramillete de nombres a los que la alcaldesa de Valencia quiere seguir rindiendo honores.

La oposición municipal formada por PSOE, Compromís y EU ha presentado una moción para que el pleno del Ayuntamiento retire estos honores, acompañaban a su solicitud un informe de las Facultades de Derecho e Historia pero el PP, como siempre, ha pasado el rodillo de su mayoría absoluta sobre la moción desestimándola poniendo como excusa que precisan conocer que opinan al respecto los servicios jurídicos municipales. Una burda excusa del grupo municipal del PP con su alcaldesa al frente, sería más honrado que dijeran que no quieren deshonrar a sus mayores, a aquellos que desde pequeños les enseñaron que nunca deben renunciar a los privilegios de clase y que padres y abuelos no habían ganado una guerra para que ahora, gracias a la democracia, vinieran unos desarrapados a quitarles el sillón. El PP cuando las leyes no le favorecen las ignora o las cambia adaptándolas a sus deseos y por tanto les da lo mismo que de acuerdo con el art. 15 de la Ley de Memoria Histórica los 24 detentadores de distinciones honorificas otorgadas por ayuntamientos no democráticos no son dignos de detentar honores. Pero estos son los últimos coletazos de un Partido Popular que ve cómo se le acercan sus últimos días de “ordeno y mando”. Cuando en el próximo Mayo la derecha valenciana acuda a los templos cantando “con flores a María” los ciudadanos valencianos acudirán a las urnas para echarles con sus votos de un poder que ha llevado a la ruina a las tierras valencianas.

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